Las primeras proyecciones que dio a conocer el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para la producción, consumo y comercio mundial de carne vacuna en 2025 confirman algo que era previsible: la producción caerá, especialmente en algunos de los jugadores clave del mercado, y eso tenderá a mejorar el valor medio de la carne en el mercado internacional, siempre que la demanda se comporte dentro de los parámetros previstos.
Por cierto, en un mundo tan convulsionado por guerras, tanto en el este de Europa como en Medio Oriente, y con algunas de las economías clave en la demanda por materias primas pasando momentos complicados, la liebre puede disparar para cualquier lado. Pero si el contexto macro evoluciona dentro de una forma más o menos previsible, todo indica que el mercado internacional de la carne vacuna debería tener un precio medio un escalón más alto en 2025.
El USDA confirma y le pone números a algo ya sabido: la producción de carne en Estados Unidos seguirá cayendo y lo hará de forma significativa el año próximo. Se prevé que produzca 11,81 millones de toneladas, con un descenso anual nada despreciable de 487 mil toneladas, alcanzando la menor producción desde 2016. La principal potencia del mundo ya está siendo un comprador más que trascendente de la carne vacuna exportada por Uruguay y estos números confirman que lo seguirá siendo el año que viene. No es algo trivial, porque significa que los importadores chinos deberán estar atentos y no podrán “hacerse los vivos” tirando para abajo los precios de compra, porque habrá otro demandante de grandes volúmenes dispuesto a pagar un precio superior para llevarse la mercadería, incluso debiendo pagar una tasa arancelaria que más que duplica a la de China. Uruguay cuenta con una escueta cuota de solo 20 mil toneladas con arancel 0 para ingresar a Estados Unidos y por fuera de ella la tasa es de 26,4%. China no tiene cuota y cuenta con un arancel de 12%. A pesar de esa diferencia arancelaria, este año ha sido mejor negocio trabajar por fuera de cuota con Estados Unidos que hacerlo con China.
La reducción de la producción estadounidense lo obligará a seguir incrementando sus compras en el mercado internacional. El USDA prevé que en 2025 importará más de 2 millones de toneladas carcasa, superando ese umbral por primera vez en la historia. Además, el saldo comercial de la carne vacuna en Estados Unidos será negativo en más de 800 mil toneladas, el más abultado desde la crisis de la vaca loca en los primeros años del siglo, cuando las exportaciones se redujeron a unos pocos cientos de miles de toneladas. Para 2025 el USDA prevé que Estados Unidos exportará 1,18 millones de toneladas, 160 mil menos que en el año en curso.
Pero no será el único país que reducirá su producción de carne vacuna el año próximo. Brasil, principal exportador mundial, hará lo propio. Según el USDA, producirá en 2025, 11,75 millones de toneladas, un descenso anual de 100 mil toneladas. El argumento de esta contracción es que Brasil está dejando atrás este año la fase de liquidación del rodeo vacuno e iniciará una fase de recomposición, con el consecuente descenso en el envío a faena de vacas y en la producción de carne.
La diferencia respecto a Estados Unidos es que para el caso brasileño el USDA prevé que todo el peso de la disminución de la producción recaerá en la demanda interna, quedando un saldo exportable creciente para el año que viene que alcanzaría 3,6 millones de toneladas, 25 mil más que este año. Es lógico suponer un impacto mayor de la menor producción en el mercado interno que en la exportación, dado que el aumento en el precio de la carne vacuna por una menor disponibilidad lo volverá menos competitivo respecto a otras proteínas, fundamentalmente al pollo. De todas formas, si la demanda doméstica brasileña no es capaz de quitarle nada a la exportación, significará que esta última sí está dispuesta a pagar precios más altos por la carne vacuna, confirmando la expectativa de un aumento en el valor medio de esta proteína en el mercado internacional.
Hay otro jugador trascendente que disminuirá su producción el año próximo que es nada más ni nada menos que el principal importador mundial: China. La baja será mínima, de solo 20 mil toneladas respecto al año en curso y la segunda mayor producción de la historia, pero da cuenta de que la liquidación está quedando atrás y que no se seguirá incrementando la disponibilidad interna de carne vacuna. Otra buena noticia para los precios en el mercado internacional, ya que China, por más que su economía dista de estar rebosante, estará precisando mucha carne. El USDA prevé un aumento de sus importaciones de 50 mil toneladas a un récord de 3,825 millones en 2025.
El otro que seguirá con su persistente trayectoria descendente en la producción será la Unión Europea, aunque en este caso el cúmulo de trabas a las importaciones seguramente lo que determinará será nuevos aumentos en los precios de la proteína animal en el continente europeo, perjudicando a sus consumidores. Bruselas está metido en un enorme embrollo del que le costará mucho salir queriendo quedar bien con quienes claman por mayores regulaciones para atentar contra la producción animal y, a la vez, oír a sus propios productores, quienes no quieren competir con regiones del mundo mucho más eficientes en la producción de alimentos. La marcha atrás en la reglamentación contra la deforestación confirma los papelones que está haciendo el viejo continente intentando hacerles caso a las burocracias ambientalistas. Está claro que el crecimiento en el posicionamiento internacional no llegará desde Europa.
En definitiva, varias proyecciones para la carne vacuna en 2025 indican que está todo dado como para que los precios del mercado internacional se ubiquen un escalón por encima del de este año. Y dado que el valor medio de exportación es el principal determinante del precio medio del novillo a faena, son buenas noticias para el complejo ganadero.