En la historia de este domingo hablamos de ciclos, que no por cerrarse hablan de fracaso. Hablamos de una vida que fue tomando muchos caminos, abriendo y cerrando etapas con grandeza y dedicación. De éxitos y de malos tragos. De esfuerzos y recompensas. Y hablamos de una persona, de una gran persona en particular. De un hombre bueno; de familia y de trabajo. En la historia de este domingo hablamos con Juan Carlos Martínez, de su recorrido y de todos los caminos que tomó.
Juan Carlos Martínez Urquiola es un coterráneo de Lavalleja, nacido en la ciudad de Minas, el 2 de mayo de 1944. No tiene hermanos y su padre repartía verduras y frutas en un carro con caballo. Después puso un comercio que con el tiempo pasó a ser un almacén importante en el barrio donde estaba. Su madre lo acompañaba siempre. “Esos fueron mis grandes padres”, dijo orgulloso.
Ha estado en distintas actividades. A los 10 años sus padres lo pusieron a trabajar en un taller mecánico que había en Minas, del Sr. Juan Scuarcia, por la calle 18 de Julio. Ahí permaneció un tiempo, “más bien aprendiendo que trabajando, porque en aquella época los padres nos ponían temprano a hacer algo”, acotó.
Hizo la escuela completa, pero no el liceo. Hasta los 18 o 20 años trabajó en ese taller. A su vez, cuando tenía alrededor de 15 años, o un poquito más, lo invitaron a ir a una feria ganadera de Ibargoyen y Esponda en Polanco, para hacer boletas los 4 de cada mes. “El patrón me dejaba hacerlo y para mí era una entrada más que, la verdad, me venía muy bien. En esos tiempos demorábamos 6 horas ir de Minas a Polanco en el ómnibus de Manucho Aguerrebere”, recordó.
Con el tiempo se fueron agregando otras ferias ganaderas para el reparto de boletas, liquidaciones y también alguna que otra tarea de la parte administrativa. Llegó a trabajar en 12 ferias de distintos escritorios. “Fue una etapa muy linda, fundamentalmente de mucha enseñanza”, señaló Martínez.
Al tiempo conoció a Bernardo de Barbieri Viera -padre de Bernardo- quien lo invitó para ir a unas ferias juntos. “Tenía varias ferias acá en el departamento de Lavalleja. Empecé a trabajar con él y comencé a llevar toda la parte contable de lo que concernía a la actividad”, dijo.
Cuando tenía 23 años lo invitó a integrar la firma como socio. “Ahí iniciamos una larga trayectoria con el ‘Rubio’ de Barbieri, como le decían, que nos llevó al local ‘5 Esquinas’, ‘San Antonio’, ‘La Calera’ y ‘Los Amigos’ que estaba en ruta 60, muy cerquita de Pan de Azúcar. Fue pasando el tiempo y teníamos el local ‘San Antonio’ que era muy importante, un local en el que, en aquella época, se vendían seis mil o siete mil lanares en las ferias, cosa que hoy en día es inviable; vender mil lanares es todo un evento”, dijo.
En 1982, 41 años atrás, iniciaron la actividad en el local ‘Cuchilla de Silvera’, ubicada en el kilómetro 99. La primera feria la realizaron el mismo día que se rompió la tablita. “Muchos recordarán ese gran problema que atravesó el país cuando algunos gobernantes de la época decían que solamente un marciano podía pensar que hubiera una rotura, una devaluación en Uruguay. Eso sucedió y quedamos mucha gente en la calle debido a deudas que eran por garantía, justamente, de los locales feria; garantías que fueron trasladadas a dólares por los bancos y nos quedamos una deuda bastante complicada de afrontar”, recordó.
Trabajando y haciendo todo lo que se podía salieron adelante y abatieron las deudas. “Nosotros pudimos pagar toda esa deuda con el Rubio pasando por momentos muy difíciles, pero lo logramos y pudimos seguir trabajando”, agregó.
Cuando se enfermó Bernardo de Barbieri se retiró del negocio y Juan Carlos inició la sociedad con Bernardo de Barbieri Quintero, hijo del Rubio. La firma se pasó a llamar De Barbieri y Martínez. En esta nueva etapa hubo momentos muy buenos y también de los difíciles. En ese momento remataba Bati de Barbieri y Juan Carlos también estuvo unos cuantos años bajando el martillo. “El siempre recordado y querido Pocho Gómez nos daba una muy buena mano, siempre nos ayudó en las buenas y en las malas, desinteresadamente”, contó.
Con Bernardo formaron una sociedad, prácticamente, de padre e hijo. “Fue una excelente persona y siempre lo llevaremos en nuestro recuerdo”, dijo. En 2013 falleció Bernardo y comenzó una nueva etapa. “Ese año estaba con ganas de retirarme; ya se lo había dicho a Bernardo: ‘vas a tener que seguir solo, yo te acompaño, pero con menos actividad’ de la que teníamos en ese momento”, dijo.
Sin embargo, todo se reinventó. Había que arrancar de nuevo y seguir. Lo hizo junto a los tres hijos y esposa del Rubio realizando ferias en locales propiedad de la firma, “Minas” (hoy “Don Bernardo”) y Cuchilla de Silvera. Tras seis meses de trabajo, en 2014, resolvieron que debían ir por caminos distintos: la familia de Barbieri en local “Minas” y Juan Carlos en “Cuchilla de Silvera”. “Así comenzó la última etapa de lo que significaba nuestra vida en este rubro. Por suerte nos fue muy bien y se llegó a consolidar un buen mercado para la comercialización de haciendas realizándose dos ferias por mes. Pero acá estamos. Llegamos a esta etapa donde la pensamos mucho. Creí que era el mejor momento para dar un paso al costado”, expresó.
Siempre tuvo, y tiene, una gran compañera: su señora esposa Ester Ordas, nurse de profesión. “Hace 51 años que nos casamos y formamos una muy linda familia, con dos hijas hermosas, Malvina y Gabriela; y dos nietos que nos cambiaron la vida, Martiniano y Manuela. Junto a Ester tomamos esta tan importante decisión”, explicó.
A principio de este 2023 Gustavo Basso se interesó por el negocio y Juan Carlos aseguró que está “muy satisfecho” de haberlo concretado, cerrado esta nueva etapa de su vida comercial. “Dejamos algo por supuesto que con mucho dolor, como son estas cosas que duran tantos años, pero con la satisfacción de haber llegado hasta aquí, conforme con lo que estoy haciendo”, señaló.
“Siempre me dije que quería dejar en el mejor momento de la empresa y no esperar a que el negocio me dejara a mí; sino yo dejar el negocio, por una decisión propia y no por estar obligado o acorralado para poder hacerlo”, agregó.
Aseguró que se ha dado una transición “realmente muy buena y muy amena” en todo sentido. Llegaron a un acuerdo total con la empresa de Gustavo Basso Negocios Rurales, que se va a hacer cargo del local ‘Cuchilla de Silveira’ y de la actividad agropecuaria comercial de Juan Carlos Martínez Negocios Rurales.
Dentro de la negociación, Juan Carlos planteó la posibilidad de que todo el personal de administración y del campo continuaran desempeñándose en la nueva empresa. “Esa era una de las aspiraciones más importantes porque mi deseo era que nadie quedara sin trabajo. En la empresa trabajan 55 personas, entre el local de feria y los compañeros del escritorio. Por suerte el escritorio Basso absorbió a todo el personal”, expresó.
El escritorio seguirá funcionando en el mismo lugar: “aquí mismo, en mi casa, Rodó 682, con los mismos teléfonos con el mismo personal, con la misma locación. Todo va a seguir de la misma manera”, dijo. Y agregó: “que el productor sepa que nosotros seguimos, de alguna forma, vinculados. Sin ser parte, pero vinculados a esto tan hermoso que es contar con la amistad de los productores. Más allá del aspecto comercial, nosotros lo que tenemos acá son amigos”.
También dedicó un espacio para sus compañeros de equipo: “siempre creímos que todos los que trabajan con nosotros, y trabajaron durante muchísimos años, son compañeros de trabajo, no empleados. Siempre tuvimos su gran apoyo, gente que se ponía la camiseta de la empresa. En tantos años que han pasado, por ejemplo, hubo un compañero, que ya no esta con nosotros, que trabajó muchos años y hoy siguen con nosotros sus dos hijos y sus dos nietos. Pero también hay cinco o seis más que sus hijos siguen trabajando acá. Es una gran satisfacción haber logrado formar esta gran familia”.
Juan Carlos agradeció muy especialmente a Gustavo Basso y a Jorge Cuniette, que juntos lograron llegar a un acuerdo empresarial muy importante; “ojalá se vea coronado por el éxito”, señaló.
Y concluyó: “es un ciclo que se cierra, pero a su vez se abre otro. Pienso que lo bueno está por venir”. Seguro que así será.