
Bien dicen los propios protagonistas que un escenario lo más diversificado posible en la agricultura nacional minimiza los riesgos y por tanto, aumenta las posibilidades de tener éxito en el negocio. Es turno de darle la bienvenida a la carinata, un cultivo de invierno de la familia de las brassicas, que se ubica como el cuarto de la paleta de elecciones de esta zafra 2025. Si bien es un cultivo que ya hace algunos años está en el mercado, se espera una gran expansión de superficie este año.
El modelo de negocios, el precio actual y virtudes en las rotaciones le dan el empujón para que alcance, seguramente, las 35.000 hectáreas en esta campaña.
Ciclo. La carinata es un cultivo de invierno, una brassica “prima hermana” de la canola. La fecha óptima de siembra va desde los últimos días de abril a los primeros 20 días de mayo. La fecha de cosecha por su parte, se ubica en los últimos días de noviembre a la primera quincena de diciembre.
Gabriel Carballal, agricultor que hace años usa la carinata en su esquema de cultivos, dijo que le permite cortar rotaciones de gramíneas que traían desde hace años, acompañando el desarrollo de la otra brassica que es la canola. El adelanto en la fecha de cosecha ha sido clave, ya que antes la cosecha tardía condicionaba la chacra solamente al maíz en verano, excluyendo a la soja.
Javier Moreira, asesor en agronomía y agricultura digital, que conoce la carinata desde sus inicios, dijo que es un cultivo que se introdujo en nuestro país con la seriedad y metodología de una empresa como UPM, desarrollando un proceso comercial lento pero con un caudal de información experimental superior a otros, liderado por el Ing. Agr. Sebastián Mazzilli desde Udelar, ahora en INIA, y la Ing. Agr. Marina Castro en INIA. “Siempre daba la sensación de que a pesar del caudal de información disponible, el cultivo no escalaba todo lo rápido que podía. En mi impresión se debía a que la propuesta venía de una sola empresa con sus particularidades, además de que el manejo de cultivos por contrato bajo certificación era nuevo y generaba dificultades”, dijo Moreira.
Por su parte, el avance en la tecnología de la semilla, por ejemplo en los híbridos, también ha tenido su implicancia, tal como aseguró Agustín Uteda, integrante de Nuseed. “Estamos con mucho desarrollo, ensayos que permiten entender cómo se inserta en las rotaciones, qué tenemos que hacer para acortar ciclos y cómo cosechar a mediados de noviembre”, indicó, asegurando que han logrado bajar el porte de la planta sin reducir el potencial de rendimiento.
A su vez, los híbridos permiten tener un cultivo uniforme que redunda en una cosecha pareja y temprana, como expresó Carballal. En comparación con la canola, afirmó que tiene una estabilidad mayor, más resiliencia, “Personalmente he estado por encima de los 2.000 kilos por hectárea”, expresó el agricultor.
“La clave principal es la instalación, lograr las plantas y distribución adecuadas. En sus comienzos entendimos que la falta de uniformidad era el asesino silencioso de los promedios, y que evitar ‘lamparones’ sin plantas era clave. En un principio se hacía a base de incrementos de población, pero eso rápidamente fue rebatido por la investigación como una herramienta contradictoria, que elevaba costos y no era eficiente, ya que el cultivo ralea el exceso de plantas”, afirmó Moreira e indicó: “como en la mayoría de los cultivos la fecha de siembra y sus condiciones (antecesor, calidad de siembra) terminan siendo factores esenciales”.
En este sentido, en un esquema cuidado, utilizando la tecnología adecuada, en años promedio sin exceso o déficit hídrico y con buenas fechas de siembra, es perfectamente lograble tener rendimientos que se ubiquen por encima de los 1.350 kilos, que hoy sería un estimado de rinde de equilibrio, contabilizando allí también la renta.
Modelo de negocios. La carinata se comercializa en un esquema similar al de la cebada, con contratos por la superficie implantada, donde los productores luego pueden tomar referencias en la pizarra de Matif, donde a diferencia de la canola, se benefician del precio lleno. Actualmente esa referencia se ubica cercana a los US$ 540 por tonelada.
El destino de la carinata es, fundamentalmente, combustible para aviación. Así lo aseguró Gabriel Di Giovannantonio, director comercial y presidente de Cargill Uruguay: “es una oleaginosa con alto contenido de aceite, lo que lo hace apto para los biocombustibles de nueva generación con altos requisitos de sustentabilidad, especialmente para la industria aeronáutica cuya demanda de SAF (sustainable aviation fuel) está en aumento”. Este grano exportado tiene como destino la planta de Cargill en Bélgica, donde será procesado. Por todo esto, en el futuro puede tener más beneficios por los bonos de carbono.
“Es un cultivo más parecido a un specialty que a un commodity como la canola, hay valorización en el negocio y tiene precio diferencial que permite desde el inicio estar US$ 50 o US$ 60 arriba de la propia canola”, indicó Carballal.
Precio. En la actualidad, el valor de referencia está en US$ 540. El costo por hectárea del cultivo oscila en los US$ 750, y esto está directamente ligado a una limitante en el uso de nitrógeno por ser un cultivo certificado, por lo que no permite explorar grandes techos de rendimiento, pero baja el costo por hectárea.
Dentro de este escenario, pensando los rendimientos que se pueden obtener, el costo por hectárea, el modelo de negocios y los precios que muestra la pizarra, los 1350 kilos como rendimiento de equilibrio suenan tentadores.
Por este motivo, sumado a menores márgenes en otros cultivos de invierno, se esperan concretar 35.000 hectáreas de carinata en el presente 2025.
Si bien es un cultivo que tiene mucho desarrollo por delante y amplias posibilidades de mejora, el escenario ilusiona, no en verlo como el “salvador” de la agricultura, pero sí como un jugador más que ayude a disminuir riesgos, tanto desde el punto de vista productivo como económico y financiero.

Estructura en Uruguay: ¿quiénes son los actores?
El modelo de negocios incluye a Nuseed, quien aporta la genética de híbridos y desde Cargill Uruguay se ocupan de la venta de la semilla, la certificación de la producción y la comercialización, con fuerte foco en la logística de recepción, almacenamiento y acondicionamiento y final exportación a Europa.
De todos modos, Javier Moreira dijo que como cultivo nuevo “tiene un gran camino por recorrer en cuanto a su desarrollo genético y es razonable esperar aportes importantes en poco tiempo ya que ha tenido pocos ciclos de mejoramiento, sobre todo si comparamos con otras opciones”.
Uso en combustibles de avión fortalece su demanda a futuro
El destino del producto y el potencial avance que aún puede tener en nuestro país, especialmente en materia de investigación, le dan un panorama muy promisorio a la carinata.
“Estamos desarrollando la cadena de suministro para el mercado europeo, considerando las exigencias en términos de inocuidad, porque al ser también para biocombustibles requiere cumplir con normas y certificaciones estrictas, lo que permite capturar mejores valores”, dijo Di Giovannantonio.
Así mismo, desde Cargill destacaron que se trata de un cultivo estratégico con alto potencial en este escenario mundial, con desarrollo en Uruguay, siendo que mientras se cumplan con los requisitos de sustentabilidad exigidos en los países de destino la demanda parece ser firme en el tiempo.
Javier Moreira añadió que la expansión de la superficie se ha dado por el bajo precio de la soja, siendo que en todos los años donde la oleaginosa bajó, el área de carinata se ha incrementado, pero también ha tenido su incidencia el bajo márgen que ofrecen hoy los demás cultivos de invierno. Una conjunción de ambas, entre otros factores, parece explicar el incremento de esta zafra.
En este sentido, destacó que el crecimiento actual estriba sobre una historia ya creada, un conocimiento inicial de muchos productores y empresas vinculadas al cultivo que no desciende de 8 años cerca de su desarrollo.
“Es un cultivo que tiene respaldo internacional, con una cadena de valor clara, que ha agregado operadores y que tiene todas las condiciones necesarias para que el agricultor uruguayo lo incluya”, indicó Moreira.
Para cerrar, dijo que si hay un sistema que adopta nuevos cultivos y se beneficia de los aportes diversos, una institucionalidad que ya lo adoptó y lo tiene incorporado en sus programas, una cadena de valor de escala global y actores privados de primer orden mundial, es razonable que el cultivo escale y veamos una rápida expansión.
“Todo esto se sustenta en la descarbonización de la economía, concepto que seguramente supere las vicisitudes actuales impuestas por Trump y en unos años vuelva a su sentido de urgencia”, remató.