El orgullo de pertenecer a una familia de agricultores, el amor por su país, la vinculación con la tierra o vivir en el lugar donde se produce. Quizás estos conceptos son los primeros que afloran cuando de recorrer el cinturón maicero se trata.
No es porque Uruguay carezca de ello, cuando por el contrario podemos ostentar orgullosos de la tecnificación y compromiso de nuestros productores. Es porque directamente la historia se remonta varias décadas más hacia atrás. Y tal vez es también porque la herencia anglosajona hace que observar sistemas productivos siempre sea sobre la tranquilidad de que, generalmente, todos los problemas están solucionados. En varios de los establecimientos visitados, comentan orgullosos ser la octava o novena generación produciendo la tierra, con ancestros que comenzaron en 1820 o 1830.
La recorrida fue de sur a norte, comenzando en Georgia y atravesando los estados de Tennessee, Kentucky, Indiana y terminando en Illinois. Comenzamos en la emblemática destilería de Jack Daniel´s en Lynchburg, Tennessee, donde el buen amigo Jack creó en 1875 este whisky, que se produce justamente en base a maíz. Al día de hoy, desde esta región se distribuye a 173 países de todo el mundo, vendiendo el año pasado más de 250 millones de litros del tradicional Jack Daniel´s Nº7.
A su vez, estuvimos en Walnut Grove, una empresa ubicada a un par de horas en auto que produce grano precisamente para abastecer a la destilería. La familia Halcomb explota unas 3.200 hectáreas donde se hace agricultura desde 1820. Allí se realiza doble cultivo: un 50% de la superficie va a maíz de primera y el otro 50% cebada o trigo con una soja de segunda atrás. Los promedios en maíz son de 11.200 kilos, al tiempo que la soja se ubica en 3.300 kilos por hectárea.
En este establecimiento hay dos aspectos importantes a destacar. En primer lugar, aseguran un 75% a 80% del rendimiento en la totalidad de la superficie. Esto tiene para ellos un costo aproximado de US$ 70 por hectárea, considerando que el valor restante lo subsidia el Estado. Los planes de póliza dependen del promedio de rendimiento del condado (lo que sería una seccional policial en Uruguay), el promedio propio y el precio de los granos. Básicamente, para los farmers americanos es impensado producir sin seguros: no está en discusión.
En segundo lugar, usan un software que permite controlar absolutamente todo el funcionamiento de la empresa: explicar tareas de campo con detalle, calcular los costos, incorporar el dinero de ganancia, hacer inventario, entre otros. Todos los operarios manejan la aplicación de este programa, y reciben órdenes de trabajo de los supervisores. Esta tecnología tiene un costo de unos US$ 7 por hectárea por año.
La recorrida continuó en Tom Farms, un establecimiento ubicado en Nappanee, Indiana, donde una familia con legado agrícola produce desde 1837, siendo la presente la octava generación y con la novena en camino. El líder de la empresa es Kipp Tom, quien supo ser representante de Estados Unidos ante la FAO. Allí no se hace doble cultivo, ya que en invierno los campos se llenan de nieve y las temperaturas descienden estrepitosamente por debajo del cero.
En estos campos se produce maíz, soja y maíz para semilla. A medida que se ingresa en el corazón agrícola del cinturón maicero, los promedios mejoran aún más: 15.000 kilos por hectárea en maíz con un 30% bajo riego, y unos 4.200 kilos de soja. En Tom Farms al cierre de la zafra entregan toda la maquinaria excepto las plantadoras, y los abastecen con equipos absolutamente nuevos. El promedio de uso es de 400 horas antes del cambio.
Para que tengamos una idea del potencial productivo, hay campos donde se hace maíz continuo desde hace 20 años y el valor de la tierra asombra: de US$ 750 a US$ 1.000 el arrendamiento y US$ 45.000 la compra de una hectárea. Sí, la productividad tiene su precio.
Kipp Tom resaltó la importancia del agro de hacer oír fuerte su voz, tomando los productores la bandera de contar lo que se hace y la importancia de la generación de alimentos: algo que el planeta necesita y que muchas veces se ensucia con comentarios que como mínimo, reflejan un desconocimiento total.
Para cerrar recorrimos los campos de José Álvarez (conocido en redes sociales como BumperCrop, quien partipó en Rurales El País con una entrevista y en una conferencia), un argentino que produce en Bement, Illinois, donde están los mejores campos agrícolas de Estados Unidos y probablemente del mundo. Para tomar nota, aquí se entierran caños en las chacras para drenar el perfil del suelo cuando mejora el clima luego de la nieve: el agua sobra. Las ventanas de siembra son cortas y estrictas, pero los rendimientos en secano (sin necesidad de riego y con un promedio de 1.000 mm por año además de la nieve) son espectaculares: 16.700 kilos en el maíz y 5.400 kilos en la soja. Además, la variación productiva interanual no pasa del 10%. Aquí la producción siempre funciona. Las rotaciones incorporan maíz y soja casi en partes iguales, preservando la productividad de los suelos y es preciso mencionar que a diferencia de Uruguay, aquí todo se hace con laboreo previo.
FARM PROGRESS SHOW.
Visitamos la exposición de maquinaria más importante del mundo, realizada en Decatur, Illinois. Se destaca la automatización de los equipos incorporando inteligencia artificial, la robotización, maquinaria que funciona por bandas, equipos de laboreo, mosquitos inteligentes y tractores que se conducen sin necesidad de operarios encima: tecnología de punta que seguramente pronto disfrutemos en Uruguay.
Si hablamos de la genética de los híbridos, manejo y tecnificación nuestro país no está tan lejos. Es más, los desafíos cotidianos impulsan a un agricultor uruguayo extremadamente eficiente y tecnificado, ejemplo mundial.
La diferencia quizás radica en la calidad de los suelos y en el clima, pero especialmente en vivir en un país que entendió hace muchos años y por completo la importancia de la producción agropecuaria. Allí, casi todos los problemas están solucionados y el orgulloso farmer americano ocupa su tiempo exclusivamente a la producción.
AGRADECIMIENTOS.
A la Asociación Agropecuaria de Dolores, Procampo Uruguay, VitalForce, Agrofuturo, Cibeles y Toremor Claas que hicieron posible la cobertura de este viaje.