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Di Giovannantonio: “Uruguay debería analizar el dragado del canal Martín García”

Entrevista al Country Manager de Cargill en Uruguay

Gabriel Di Giovannantonio.
Gabriel Di Giovannantonio, Country Manager de Cargill Uruguay.

Gabriel Di Giovannantonio afirmó que nuestro país debe trabajar en la estructura de costos, porque “supimos producir soja y tener buenos resultados con precios como estos”, por lo cual debemos ser competitivos “en costo por toneladas producida y arriba del barco”. A su vez, dijo que con estos resultados productivos y económicos, la canola va a volver a crecer, y se imagina una agricultura de invierno diversificada, que se podría acercar al millón de hectáreas con el empuje del trigo, que es el “único cultivo escalable” de forma significativa. El Country Manager de Cargill en Uruguay expresó que el calado de 13 metros del puerto de Montevideo le da un buen nivel de competitividad al país porque se pueden sacar barcos más grandes, por tanto ahora hay que trabajar en el puerto de Nueva Palmira, que es el principal para los granos del país. A modo de cierre, expresó que Uruguay por su escala, el conocimiento, la zona y la cercanía de sus personas, es siempre un origen muy interesante para los distintos destinos, y estamos preparados para cumplir con las demandas internacionales más exigentes.

—¿Cómo estás viendo el negocio agrícola en la actualidad?

—Veníamos de un período de 2016 a 2019 de estancamiento y de números complejos que logramos revertir, siendo más eficientes en recursos y costos. Mejoramos mucho en la producción, sobre todo en los cultivos de invierno, donde sin lugar a dudas el ingreso de la canola en 2018 le dio otro empuje. Durante la pandemia, por temas logísticos y de guerras subieron los precios de los commodities y agarraron a Uruguay con buenas prácticas agrícolas y tecnologías de primer nivel para aprovecharlo. Hoy la realidad nos plantea nuevos desafíos, con precios de productos un escalón por debajo de lo que vivimos de 2020 a 2023. La soja, nuestro principal cultivo, es el que más está sufriendo esto. Debo decir que en este último tiempo creció más la producción que la demanda en diferentes indicadores, y hoy el desafío que tenemos es el de ser competitivos con estos niveles de precios.

—¿Cómo ves puntualmente el tema de la soja, nuestro principal cultivo?

—Es nuestro principal cultivo y va a seguir siendo así. Han crecido otros como el maíz o la agricultura de invierno, pero la soja es el principal cultivo de la región y nada indica que en el corto plazo eso vaya a cambiar. Tenemos que seguir siendo exigentes y plantearnos cómo mejorar la productividad del cultivo, trabajando mucho en eso y también poniendo énfasis en la calidad. Hay que seguir aggiornando mercados pero sobre todo trabajar en los costos, que parece una de las principales complicaciones de nuestro país desde hace mucho tiempo.

—El domingo pasado un agricultor de Soriano decía en entrevista con Rurales El País que no le asusta una soja a US$ 350, pero sí le asusta que el costo de sembrarla sea de US$ 800. ¿Comparte con esta visión?

—Totalmente. Uruguay supo producir soja y tener buenos resultados con precios como estos. Hay que ver también la relación soja-fertilizantes y también la relación soja-petróleo a nivel mundial, lo cual es poco favorable. Dicho de otro modo, si corregimos el precio de la soja por inflación, estamos en mínimos históricos. Uruguay es caro y eso se está acrecentando. Por eso, debemos ser competitivos a nivel mundial en costo por tonelada producida, y a mi me gusta decir por tonelada producida y arriba de un barco.

—Hace un tiempo comentaste que la canola era el cultivo que nos mostró el futuro. ¿Cómo es es mundo que se viene?

—Estamos yendo a un mundo donde los consumidores somos cada vez más exigentes, en todo sentido. Nosotros producimos alimentos para las personas, alimento para los animales o combustibles. Debemos estar atentos a los nichos de mercado donde vendemos nuestros productos y la demanda de los consumidores. La canola nos mostró el futuro y tiene una gran relevancia en las rotaciones. Uruguay tiene una oportunidad excelente para cumplir con todas esas exigencias, por su escala, el conocimiento, la zona, la cercanía con las personas. Somos un origen muy interesante.

—¿Cómo ves la realidad de los cultivos de invierno?

—Pienso que son fundamentales para la sustentabilidad financiera, económica y de los suelos. Cada cultivo es importante, así como la ganadería, y fundamentalmente lo es su rotación. Hay lugares muy agrícolas donde la proporción del invierno ha crecido, incluso por el costo del flete. Hay que profundizar en estas ventajas. Tanto trigo como cebada o colza son muy buenos, pero sobre todo son complementarios en siembra, cosecha, logística, manejo de los suelos y manejo de los agroquímicos. La cebada, que para mí sería el tercero de ellos en orden, está muy enfocada a las malterías, pero se ha solucionado de buena forma el tema excedentes o problemas de calidad, ya sea en el mercado interno produciendo carne como exportándolos como granos forrajeros. La canola es un cultivo muy relevante que pasó por un auge y viene en dos años de caída. De todos modos, con los actuales resultados productivos y económicos, pienso que este año va a volver a crecer. Es más económico y de ciclo más corto que los demás. Además tiene gran colocación en el mundo y Uruguay se posicionó muy bien allí. Es un cultivo al que tengo mucho aprecio.

—¿Y el trigo?

—Y el trigo es el único cultivo escalable, como me gusta decir siempre. Uruguay puede sembrar 300, 400, 500, 600 o 700.000 hectáreas de trigo, porque hay mercado. A su vez, hemos roto parte de la mala fama que teníamos de la calidad, así como superamos techos productivos interesantes. El desafío sigue en los costos y en el manejo de la calidad al final del ciclo. Veo a los tres cultivos conviviendo, con algún año en el que uno crece más que el otro, que es normal.

—¿Se puede crecer, alcanzando el millón de hectáreas, por ejemplo?

—Primero, yo quiero ver e imagino una agricultura de invierno diversificada. Cómo se distribuye, dependerá de muchos factores como la zona, los precios, los costos o la rotación de cada productor. Pero ese crecimiento que mencionas sí es una oportunidad y pienso que es viable. Lo veo sustentado sobre todo en el trigo y en la canola, donde Uruguay está muy bien posicionado. La canola además tiene un costo en flete por producto menor, porque el rinde es menor por hectárea y el precio mucho mayor. Imaginemos un trigo a US$ 200. con US$ 40 de flete y un rinde de 4.000 kilos. Ahora imaginemos una canola de 2.000 kilos con valores de US4 450 a US$ 470... En estos casos es donde se puede ampliar la frontera agrícola.

—¿La carinata es otra oportunidad?

—Es un negocio de nicho para un segmento de un solo consumo, pero pienso que sí, que Uruguay puede crecer. En Cargill incursionamos con un plan interesante. Los rendimientos son parejos y la desventaja es que te entrega el campo más tarde. Si hay precio y demanda, el cultivo puede crecer. La ventaja de la canola por sobre la carinata es que tiene múltiples destinos. Por este motivo, no es uno u otro, sino que veo a los dos conviviendo. Veo que hay una velocidad de cambio en la demanda que nos obliga a estar abiertos a todo. Para ello, debemos tener paquetes tecnológicos para todos los cultivos, lo que nos daría capacidad de adaptación. No creo que en el corto plazo ninguno le saque demasiada área a la soja o el maíz como principales, pero sí pienso que son buenas opciones.

—Para cerrar, ¿qué desafíos ve en el tema de la logística en Uruguay?

—El puerto de Montevideo a 13 metros nos pone en un buen nivel de competitividad y nos ha permitido disminuir costos de flete por salir con barcos más grandes, con más toneladas. Pienso que se debería analizar ahora el dragado del canal Martín García, que es el que nos saca del puerto de Nueva Palmira, que es el principal para granos. Todo lo que hagamos para aumentar capacidad de carga nos va a permitir bajar los costos y reducir el uso de fletes terrestres.

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