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La gran meta: faenar 3 millones de bovinos cada año

Bajar la huella de carbono, incrementar la producción de carne por hectárea pensando en Uruguay como un todo y entorar las vaquillonas a los 15 meses “es posible”...

Frigorifico Pando
Reses en la cadena de produccion y cortes de carne del Frigorifico Pando, en su planta industrial del departamento de Canelones, ND 20190208, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Res vacuna en gancho en cámaras frigoríficas.

Pablo Antúnez | [email protected]

¿Es posible que Uruguay pueda llegar a una faena anual de 3 millones de cabezas bovinas? ¿Qué condiciones deben darse para llegar a esa meta?

Para el director general del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Fabio Montossi, es una meta alcanzable, pero antes hizo una serie de salvedades. Uruguay tiene 24.000 productores ganaderos con distintos tamaños y escalas, por lo que aclara Montossi que no se puede hacer una interpretación igual para todos.

Por otro lado, destaca que el proceso de adopción de tecnología, como limitante, “incluye otros elementos no tecnológicos que son igual o más importantes que la propia tecnología para lograr las metas productivas”. Entre ellos destaco “la capacitación, el trabajo grupal, actitud al cambio, así como la disponibilidad de recursos económicos y financieros para mejorar infraestructura”. Pero para este investigador, otra cosa no menos importante “es cómo se arreglan los distintos actores de la cadena”, desde aquellos que juegan el rol de faenar esos animales, pasando por el criador, el productor de ciclo completo y el invernador. “Toda esa cadena tiene que estar bien aceitada y el agro negocio también, dando señales claras. Sólo lo tecnológico es una parte chica de la historia”, aclara Montossi.

Elementos. La pastura no sería una limitante para llegar a esa faena de 3 millones de bovinos anuales. Como grandes indicadores, Montossi, basándose en diversos trabajos científicos de la institución, exhortó a pensar en “un área mejorada que esté entre 20% y 25% del área mejorada del Uruguay”.

Agregó que se debería tener una tasa de destete “de entre 75% y 80% anual”. La edad al primer entore es otro elemento clave y en ese sentido, Montossi sostiene que, por lo menos, “ el 75% de las vaquillonas se deberían entorar a los dos años”. Las vacas de cría totales que se deberían tener serían 4,4 millones de cabezas.

“Deberíamos estar con esos sistemas produciendo casi 100 kilos de peso vivo vacuno por hectárea, con una carga promedio -con manejo del campo natural-, que según el tipo de suelo, deberán estar entre 0,5 a 0,8 unidades ganaderas por ha”, analizó el jerarca de INIA.

Será una producción mucho más intensiva, donde entre otros factores de manejo, se abarque el uso de la condición corporal, el diagnóstico de gestación, incorporar la suplementación invernal de la recría y la concentración del entore como elemento clave para poder acompañar los requerimientos de los animales con la producción de pasto. Luego aplicar todo el paquete sanitario que hoy conocemos”, establece Montossi como condiciones.

Segundo impulso. Pero como si fuera poco, Montossi habló de un segundo impulso para generar más millones de cabezas que faenar cada año.

Según este experto, el corral de encierre puede usarse para acelerar la terminación y la recría de vaquillonas y machos, como ya se está haciendo hoy.

Montossi dice que “en ese contexto, al acelerar la recría de la vaquillona puede tener lógica entorar a los 15 meses, porque en el fondo se elimina la vaca entorada a los 2 o 3 años y quedaría en vacas adultas. Muchas de esas vaquillonas pueden terminar en corral de engorde. No hay que olvidarse que la incorporación de la invernada de vacas es un elemento muy clave en esa faena”.

Los criadores producen terneros, pero también son productores de carne. Producen por sus vacas, por los machos y por las terneras que no entran dentro del sistema criador. Todas esas herramientas permiten perfectamente llegar a una faena de 3 millones de cabezas o más.

Huella de carbono. Hay otro elemento adicional. “Se produciría menos metano por kilo de carne por el hecho de incorporar todas estas tecnologías para producir los 3 millones de cabezas faenadas. Estamos calculando que la huella de carbono baje 25% por el hecho de la incorporación de todas esta tecnologías para producir esos casi 120 kilos de carne por hectárea, llevado a país”. Llevar la faena a 3 millones de cabezas llevará entre 3 y 4 años, dependiendo de cómo se hace el paquete a nivel país.

Realidad. “Hay una realidad técnica que demuestra que se puede aumentar la cantidad de terneros con los mismos ganados de cría, que es posible mejorar la producción, pero llegar a 3.600.000 o 3.800.000 cabezas, es una meta muy ambiciosa”, consideró Guillermo Villa, productor agrícola ganadero y delegado de la Federación Rural en la Junta Directiva del Instituto Nacional de Carnes (INAC).

Villa sostiene que el productor “debe tener garantías de que si logra mejorar su producción de terneros y su oferta de ganado, eso no conspire contra el precio que logra por su producto (ternero o ganado gordo)”. Es que para llegar a una faena anual de 3 millones de bovinos y disminuir al máximo la capacidad ociosa de la industria frigorífica, la ganadería uruguaya debería producir alrededor de 3,6 o 3,8 millones de terneros al año, pensando en una exportación en pie de unas 200.000 cabezas y no de 400.000 cabezas anuales como vende hoy.

Limitantes. Entre las limitantes que impiden llegar a la meta planteada, Villa recordó que la ganadería perdió gran parte de su área -la más fértil-, a manos de agricultura y forestación. “Hoy el sector está produciendo con casi 1,5 millones de hectáreas en menos de lo habitual y esa es otra limitante importante”, reconoció el delegado de la FR.

Pero, según su visión, todavía “es más importante que para que el productor ganadero adopte la tecnología que está disponible, precisa inversiones y tener certezas”.

Entre esas certezas, citó que “cuando haya esa mayor oferta de terneros en un mercado como el local que se maneja por oferta y demanda, los precios no se caigan y justifiquen esa inversión”. Por eso, a título personal, consideró que “la única forma de que el productor se embarque en tratar de aumentar la producción de terneros para llegar a una mayor faena, tiene que pasar por una relación muy madura con la industria frigorífica”, donde “se fijen convenios para que el ganadero tenga la certeza que cuando la oferta sea más grande, sus precios no caigan y la inversión que hizo se repague”.

Es que si el precio del ganado gordo cae, los números no cierran, porque el productor tiene el mismo ingreso con mayor inversión.

A su vez, el ruralista reconoció que el productor “debe tener garantías de que la exportación en pie, que hasta ahora es la única herramienta que el ganadero tiene para competir con la industria, siga abierta y en condiciones de libertad”. Criticó que se haga responsable a la exportación de ganado en pie de la baja oferta de novillos gordos y dijo que eso provoca “una amenaza constante”.

Productividad. Disminuir la capacidad ociosa de los frigoríficos es posible, pero los productores aseguran que antes de invertir deben tener “certezas” de precios y tener claro que su mayor producción de ganado será absorbida por un mayor nivel de faena anual. “Debe darse una relación muy madura con la industria frigorífica”, afirmó Guillermo Villa, delegado de la Federación Rural en la Junta Directiva del Instituto Nacional de Carnes.

Desde la investigación se asegura que está estudiado un paquete tecnológico que permita producir 120 kilos de carne por hectárea, llevado a todo el Uruguay.

Guillermo Crampet

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