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Las enseñanzas de las crisis

En lo que va del siglo se han hecho comunes los fondos de inversión en ganadería que permiten a ahorristas de dentro o fuera del sector participar del negocio ganadero sin la necesidad de contar con tierra, ganado, ni saber absolutamente nada del negocio

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy

El complejo ganadero se vio sacudido por la situación de República Ganadera a lo que siguió la tristísima notica del fallecimiento de Gustavo Basso, uno de los principales de Conexión Ganadera, empresa que el miércoles había comunicado oficialmente que manejaba la posibilidad de colaborar en la “gestión productiva” de República Ganadera, aportando la “experiencia y buena gestión en sus establecimientos ganaderos y la expertise comercial”.

En lo que va del siglo se han hecho comunes los fondos de inversión en ganadería que permiten a ahorristas de dentro o fuera del sector participar del negocio ganadero sin la necesidad de contar con tierra, ganado, ni saber absolutamente nada del negocio. Ese desconocimiento de la actividad quizás sea uno de los puntos débiles, al “encandilarse” con algunos casos en los que se ofrecían tasas de interés en dólares muy por encima de otras actividades, llegando incluso a promocionar tasas de dos dígitos en momentos en los que el rendimiento de la moneda estadounidense era casi nulo.

Es difícil estimar la cantidad de dinero que han logrado captar estos fondos, pero teniendo en cuenta que, solo en el caso de República Ganadera, se habla de más de US$ 70 millones, se trata de algunas centenas de millones de dólares que llegaron al sector desde ámbitos citadinos.

Ni que hablar que se trata de dinero que muy bien le viene al sector, una entrada adicional de dólares que antes no estaba y que tiende a valorizar no solo al ganado -al elevar la competencia- sino también a la tierra, al competir en el arrendamiento de estancias.

Por lo tanto, lo que sucedió con el Grupo Larrarte primero y con República Ganadera esta última semana es una mala noticia para la ganadería en Uruguay, justo en momentos en los que, desde el punto de vista de los mercados y de las condiciones forrajeras, las condiciones son buenas y auspiciosas. Integrantes del sector consultados para la elaboración de esta columna señalaron que es muy grande el interés en invertir en ganadería. Muchos de estos fondos cuentan con listas de espera de interesados y la mayoría no se están bajando pese a las noticias de los últimos días. “Hoy entraron tres”, comentó este jueves uno de los empresarios consultados.

La señal que dio Conexión Ganadera va por el lado de demostrar solidez, de que no es una generalidad la situación de República Ganadera y del Grupo Larrarte, sino que estos fondos que captan inversiones tienen espalda ancha y saben de ganadería, manejando un negocio rentable en el corto, mediano y largo plazo. Y que, además, cuando dicen que hay determinadas cabezas de ganado en determinado campo, estas existen y están donde se supone deben estar.

Hay una peculiaridad no menor en estos negocios de capitalización en ganadería, que es que no están regulados por el Banco Central. Funcionan bajo la órbita privada y no existe ningún tipo de marco normativo que posibilite algún mínimo de control. Es como una especie de contrato de fe, de confianza, de que los números y rentabilidades que se ofrecen son razonables y se pueden cumplir. Algunos inversores tenían la opción como “garantía” de contar con un SNIG y registrar sus propios animales, aunque luego se vio que hubo fallas y muchos de esos inversores se encontraron cómo esos ganados ya no estaban en su poder o su número era bastante inferior al que se les comunicó en su momento.

Para los que están en el negocio, una rentabilidad para la ganadería por encima del dígito en dólares es prácticamente más del doble del retorno que tuvo este negocio en los últimos tiempos. Hay una máxima económica clara, que es que cuanto más alto el interés, más riesgoso es el negocio. Es lo que mide el “costo país”, por ejemplo, el diferencial de tasa de deben pagar diversos Estados con respecto a Estados Unidos, que se considera imposible que no pueda cumplir con sus obligaciones. Si alguien quiere comprar un bono venezolano, recibirá un elevado retorno, pero a sabiendas de que es factible que el país entre en default y pierda la inversión.

Como siempre se dice, las crisis dejan enseñanzas. Quizás lo que se saque de provechoso de esta situación es que, de alguna manera, este negocio que mueve algunos centenares de millones de dólares debería contar con el seguimiento del Estado, alguna especie de auditoría que le dé las garantías necesarias a los inversores, de manera de que siga habiendo lista de espera y un gran interés en invertir en la ganadería. Al fin de cuentas, Uruguay es un país esencialmente ganadero.

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