En el último año y medio se ha dado un aumento en la edad media de faena de los novillos, pero no hay razones que permitan suponer que se trata de un cambio de tendencia, por lo que la expectativa es que se revierta de forma relativamente rápida y retome el camino descendente que ha sido la norma durante la última década. En este sentido no hay de qué preocuparse, la ganadería en Uruguay camina, a su paso, hacia el desarrollo.
En una presentación realizada en el contexto del Angus Day el lunes pasado, Diego Varalla, director de la consultora Apeo, se refirió a una serie de indicadores que han ido evolucionando de forma positiva si se analizan en el largo plazo, que es la forma en que se debe analizar la ganadería, ya que las decisiones que se toman hoy tendrán su impacto en 3-4 años.
Uno de esos es la edad y el peso de faena de los novillos. La tendencia de largo plazo es que los animales se faenan cada vez más jóvenes y con carcasas más pesadas lo que, inevitablemente, requiere de un proceso de intensificación de la recría y del engorde. Esta tendencia de largo plazo, sin embargo, quedó de lado en el último año y medio. Pero no se trata de un cambio que deba preocupar y que esté dando señales de un proceso de desinversión en las mencionadas fases de la cadena ganadera. Muy por el contrario, las razones de este impasse son coyunturales y todo indica que, con las actuales condiciones de mercado, se revertirán rápidamente y volverá a encaminarse en la senda de mejora de este indicador clave que da cuenta de una ganadería que tiende a ser más eficiente.
Se estima que la edad media de faena de novillos tocó un piso histórico a mediados de 2023, con un promedio de menos de 30 meses. Desde entonces la tendencia se revirtió y en los 12 meses a febrero de 2025 la edad promedio se estima en casi 31 meses. Hubo un descenso en la faena de novillos de 2-4 dientes y un aumento de los de 6 dientes y más.
Los de 2-4 dientes llegaron a significar 62% de la faena de novillos en 2023; en los 12 meses a febrero de 2025 fueron el 54%. A su vez, los de 6 dientes y más viejos pasaron de 28% a 37% del total. Hubo dos razones para que se quebrara esa tendencia, la primera de índole climática y la segunda de mercados. La que más pesó fue la primera. La impresionante sequía de 2023 impidió que la recría mantuviera el paso acelerado de los años anteriores, a lo que se sumó el menor incentivo vía precios por la fuerte baja de la cotización de los animales a faena. Esa situación de 2023 se vio complementada al año siguiente con la imposibilidad de siembra de verdeos y praderas por la continuidad de las lluvias a partir de mediados del otoño y durante el invierno. Además, no permitió el normal aprovechamiento de lo ya sembrado.
Por lo tanto, hubo dos años consecutivos con dificultades climáticas que impactaron en la velocidad de la recría que hizo que los animales llegaran a peso de faena más tarde. Además, los mercados no contribuyeron para incentivar la inversión en alimento.
Todo eso cambió. Se ingresó al otoño con condiciones forrajeras óptimas y los incentivos por el lado de los precios son claros. Los corrales están llenos. La inversión en pasturas debería revertir la caída de los dos años anteriores. Ya se comenzó a advertir un crecimiento en la faena de novillos diente de leche y seguramente eso llegará a los de 2-4 dientes.
Volviendo a la presentación de Varalla, sobre la edad de faena dijo que los números señalan claramente que “tener novillos de 4 años en un campo natural ya no corre; la cría tiene que ir absorbiendo esas invernadas ineficientes”. De hecho, es lo que está pasando. En la última década hay un promedio de 0,34 vacas de cría por hectárea, cuando en la década de los años de 1980 había 0,2. A su vez, se redujo la cantidad de novillos. Los novillos añosos, así como las vaquillonas de más de 2 años sin entorar, son categorías improductivas que irán significando proporciones cada vez menores en la composición del rodeo.
Los novillos jóvenes empezarán a crecer nuevamente como proporción del total de novillos faenados, pero hay algo que juega en contra del crecimiento en valor absoluto y es la exportación en pie. Entre 2023 y 2024 se exportaron unos 500 mil terneros que son animales que comenzaron a faltar para la faena a partir del segundo semestre 2024 y que lo seguirán haciendo este año. Además, la expectativa es de una intensa demanda desde la exportación en pie este año. La competencia por animales jóvenes es intensa (se refleja claramente en los precios) y lo seguirá siendo. Los corrales y las invernadas deberán ser más eficientes para poder competir por esos terneros con la exportación en pie. Por ese camino se va.