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El viento se puso de cola para el ovino

Después de pasar por un gran cimbronazo durante buena parte del año 2020, los mercados de los productos ovinos lucen firmes y promisorios en el arranque de 2021, tanto en lo que respecta a la lana como a la carne. 

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Por Rafael Tardáguila 

Suele suceder que quedan en la memoria los precios muy altos que “se salen de la norma”, pero esa no es la comparación más válida al momento de evaluar las condiciones de un mercado. Los ovejeros tienen muy fresco en la memoria los US$ 10 por kilo de vellón de lanas de 21-22 micras en la primavera de 2018, o los cerca de US$ 4 que se pagó por kilo de Corriedale en esas fechas. O también los más de US$ 4 por kilo carcasa de cordero en el último tramo de 2019 y los increíbles US$ 4 por kilo que alcanzaron las ovejas al momento de subirlas al camión para enviarlas a planta de faena.

Las cotizaciones actuales distan de aquellas, pero lucen interesantes y con un mercado firme para ambos productos.

Lógicamente, la lana fue la que más sufrió la pandemia, dado que la población del mundo no pudo salir de las casas. Por lo tanto, no había ningún incentivo para comprar vestimenta nueva y menos de una fibra relativamente cara. Hubo meses muy duros en los que no se podía vender. Ya no era un precio bajo, era que no había precio, ni en el mercado interno ni para el exportador. El Indicador de Mercado del Este de Australia, la principal referencia internacional, cayó a un piso en el eje de US$ 6,50 el kilo base limpia en setiembre pasado. Desde entonces, primero con la recuperación de China y luego con el tono del mundo más optimista en cuanto al impacto beneficioso de la vacunación masiva contra el Covid-19 a nivel mundial, la tendencia se reforzó y la recuperación desde aquel piso ya supera el 50%, con ese indicador arrimándose a los US$ 10 el kilo.

Si el mundo sigue evolucionando como se espera en el control de la pandemia, la expectativa es que el tono de firmeza se mantenga, dado que los distintos eslabones de la cadena comenzarán a demandar volúmenes crecientes de la fibra.

China es el centro de atención de la demanda internacional por lana desde hace varios años y en los últimos tiempos también lo es para la carne ovina, incluyendo de forma creciente a la uruguaya.

Como se observa en el gráfico adjunto, a partir del segundo semestre de 2020 la predominancia de China como destino de la carne ovina uruguaya ha sido absoluta. En los meses de noviembre, diciembre y enero últimos ha sido el destino del 85% de la carne ovina exportada, superando incluso la proporción que lleva de carne vacuna.

En 2020 China elevó la importación de todas las carnes con el objetivo de cubrir el faltante de la producción local de cerdo determinado por la peste porcina africana. Todas, menos la de carne ovina, que se contrajo 7% anual. Esto porque la oferta de carne ovina de su segundo principal proveedor, Australia, se derrumbó el año pasado. En 2020 Australia embarcó 118 mil toneladas de carne ovina, 34 mil menos que en 2019. Es un agujero grande que no hay muchos otros lugares desde donde llenarlo.

El mercado internacional de la carne ovina está híper concentrado en los dos grandes proveedores de Oceanía, Nueva Zelanda y Australia. Al fallar uno de ellos, los importadores deben salir a buscar en otros orígenes y no son muchos los lugares donde pueden buscar. Lo hacen en América del Sur, fundamentalmente Uruguay, Chile y Argentina.

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Las compras en Australia se redujeron por dos motivos. Primero, porque está atravesando por un proceso de recomposición de existencias que redujo la oferta, en especial de ovinos adultos (el llamado mutton). Segundo, porque las relaciones políticas entre China y Australia están pasando por el peor momento en décadas luego que desde el gobierno australiano demandara que se hiciera un análisis independiente sobre el origen del coronavirus, sembrando dudas acerca del accionar de Beijing al respecto. En venganza, China puso trabas a varios productos exportados por Australia y hay operadores del mercado internacional de carnes que aseguran que hubo una “sugerencia” desde el gobierno para que los importadores chinos, en el caso de ser posible, opten por otros orígenes alternativos en lugar del australiano. Lo cierto es que en el pasado mes de enero Australia exportó 5.777 toneladas de carne ovina a China, 40% menos que en el mismo mes del año anterior. Uruguay, en la misma comparación, quintuplicó sus ventas, al pasar de 430 a 2.001 toneladas.

Además de los destinos tradicionales, Europa y Brasil, el otro mercado auspicioso es el de Estados Unidos, figura del compartimento mediante con el cual se puede exportar carne con hueso. En 2020 se faenaron unos 25 mil corderos con este destino y se exportaron unas 320 toneladas. En 2019 habían sido unos 15 mil corderos.

Para este año la expectativa es que la cantidad vuelva a crecer, posiblemente al entorno de los 30 mil animales, los que reciben un precio entre 20% y 25% superior al del resto de los corderos.

Es una alternativa de gran validez, con mínimo costo adicional —la imposibilidad de introducir bovinos en ese potrero— y un precio significativamente superior.

En definitiva, el viento se puso nuevamente de cola para los productos del ovino, luego de la severa crisis de 2020.

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