Por estos días, Britos Hermanos celebra 30 años de trayectoria. Lo que comenzó como una pequeña empresa familiar dedicada al cultivo de papa en San José se ha convertido en una de las principales productoras del país, con una estructura integrada que abarca desde la siembra hasta la entrega del producto final en las góndolas de los supermercados.
“Arrancamos con 20 o 25 hectáreas de papa, todo para consumo fresco”, recordó Federico Britos, segunda generación al frente de la firma. “Mi abuelo fue quien dio los primeros pasos, pero fueron mi padre y mis tíos los que hace tres décadas fundaron formalmente la empresa. Desde entonces, la papa se convirtió en el rubro principal y uno de los pilares que se mantiene hasta hoy”, expresó en diálogo con Hablemos de Agro, de Canal 10.
A partir de 2010, Britos Hermanos inició un proceso de expansión hacia otros rubros. La agricultura —que tomó impulso desde 2012 y 2013— marcó un punto de inflexión. “Nos dimos cuenta de que la diversificación era el camino para proyectar la empresa”, explicó Britos. “Diversificar rubros y también ingresos: la papa se vende en pesos, la agricultura en dólares. Una va al mercado interno y la otra a la exportación. Encontramos una sinergia muy linda ahí”.
En los últimos años, la empresa también incorporó la ganadería, primero con una recría intensiva a pasto, con agua en la parcela y manejo diario mediante franjas, y luego con un corral de terminación que completa el ciclo. “La hicimos con cabeza de paperos, muy intensiva, con mucha inversión. Nos gusta hacer las cosas bien y cerrar el proceso”, resumió Britos.
De San José al liderazgo nacional
Aquellas primeras hectáreas en San José fueron el punto de partida de una historia marcada por el esfuerzo y la reinversión constante. “El cultivo de papa te exige mucha inversión y estar muy al día con la tecnología, porque los mismos costos te dejan afuera si no innovás”, dijo Britos. Con el paso de los años, la empresa logró consolidarse, acceder a financiamiento y crecer en infraestructura y maquinaria.
Hoy, Britos Hermanos concentra entre 20% y 25% del mercado nacional de papa, con alrededor de 400 hectáreas plantadas y una producción que supera los 12 a 13 millones de kilos por año. Todo se destina al consumo fresco, abasteciendo directamente a las principales cadenas de supermercados y a la UAM (Unidad Agroalimentaria Metropolitana).
La adopción del riego por goteo marcó un antes y un después en los rendimientos. “Fue un salto enorme en productividad”, explicó Britos. Pero la eficiencia tiene su costo: “Plantar una hectárea de papa hoy implica entre 11.000 y 12.000 dólares por zafra. Es lo mismo que vale una hectárea de campo en San José. Los costos suben año a año, pero también la producción, y se genera un nuevo punto de equilibrio más alto”.
Respecto a la demanda, el empresario reconoció que el mercado interno alcanzó su techo. “El uruguayo ya come la papa que come, y en realidad el consumo viene bajando un poco porque se sustituyó parte de la papa fresca por papa congelada, sobre todo bastones, que llegan de Argentina y Brasil”.
Uno de los diferenciales de Britos Hermanos es su packing propio, que les permite controlar todo el proceso: desde la siembra hasta la góndola. “Eso nos da trazabilidad y control total de la manipulación del producto. La papa se lava, se clasifica, se envasa y se distribuye directamente por nosotros”, detalló.
El sistema uruguayo tiene sus particularidades: “En el mundo, la papa se consume sucia, con tierra; el packing es básico. En Uruguay, en cambio, el consumidor está acostumbrado a verla limpia, lavada, enmallada, como si fuera una fruta. Es una estética que el mercado local exige”.
En cuanto a genética, la empresa trabaja con siete u ocho variedades que se van renovando año a año. “Es una mejora continua. Siempre aparecen materiales nuevos con mejores cualidades, y hay que adaptarse. El cambio es permanente”.
Agricultura: el motor de expansión y equilibrio de la empresa
El crecimiento de Britos Hermanos no se explica sólo por la papa. La agricultura ocupa hoy un rol central dentro de la estrategia de diversificación. Con unas 8.000 hectáreas distribuidas entre San José, Flores y Durazno, la empresa consolidó una estructura que combina escala, tecnología y una fuerte planificación a largo plazo.
“La agricultura nos permitió crecer cuando la papa ya había alcanzado su techo de consumo”, explicó el director de la firma. “Veíamos que era una forma de diversificar no solo rubros, sino también monedas, climas y mercados. Mientras la papa se destina al consumo interno y genera ingresos en pesos, la agricultura abre la puerta a la exportación y a los ingresos en dólares. Esa combinación da estabilidad y proyección”.
La empresa opera con una intensificación agrícola de 1,5 a 1,6 cultivos por hectárea, lo que implica una rotación ajustada que aprovecha el suelo durante todo el año. “Por cada hectárea de verano hacemos medio cultivo de invierno, entre trigo, cebada y canola”, detalló Britos. “Esa rotación permite mantener la estructura del suelo, evitar repeticiones de cultivos como el trigo sobre trigo y generar coberturas para soja o maíz de primera”.
A nivel de tenencia de la tierra, el 70% de las áreas agrícolas están arrendadas y el 30% son propias, una ecuación que refleja el equilibrio entre expansión y control patrimonial. “Buscamos crecer, pero siempre de forma sostenible”, señaló.
La soja y el desafío de los márgenes
La soja sigue siendo el principal cultivo dentro de la rotación agrícola de secano. Sin embargo, Britos reconoció que los márgenes actuales son ajustados. “Hoy la soja está prácticamente en números rojos, es un negocio desafiante. Pero ahí se demuestra el valor de la diversificación: capaz que la soja no anda bien, pero la papa o la ganadería sí, y eso te sostiene. Y dentro de dos años puede invertirse. Lo importante es tener rubros complementarios que se compensen entre sí”.
El empresario recordó que el gran salto en área agrícola se dio en un momento en que los precios eran similares a los actuales. “El crecimiento fuerte en agricultura lo hicimos con soja a 350 o 360 dólares, allá por 2015. No hay que esperar los precios altos para crecer, porque en épocas de bonanza es más difícil acceder a tierras”.
Maíz: estabilidad y complementariedad
Dentro de los cultivos de verano, el maíz ha ganado protagonismo. “En los últimos cinco a siete años se volvió muy interesante”, aseguró Britos. “La genética mejoró mucho: antes, ante una seca o un estrés calórico, el rendimiento se caía drásticamente. Hoy los maíces tienen un piso mucho más confiable, lo que los hace más estables”.
Aunque advirtió que el precio puede fluctuar con facilidad, especialmente por la dinámica del mercado interno, destacó su complementariedad con la ganadería. “El corral se abastece de maíz propio, lo que genera una sinergia importante, pero mantenemos una política clara: el corral paga el maíz a precio de mercado. La idea no es subsidiar un rubro con otro, sino que cada área sea rentable por sí misma”.
Riego: una apuesta en expansión
El riego es un componente clave dentro del esquema productivo de Britos Hermanos. En el rubro papa, el 100% del área cuenta con riego por goteo, una tecnología que la empresa domina desde hace años. En agricultura, en cambio, entre 30% y 40% del maíz de primera se realiza bajo riego, aunque la intención es avanzar hacia sistemas más amplios.
“Es uno de los temas que tenemos en agenda a corto plazo”, reconoció Britos. “Estamos pensando en proyectos de represas y pivotes, sobre todo en campos propios, para desarrollar un riego más extensivo que abarque tanto agricultura como pasturas. Es una inversión grande, pero clave para mantener estabilidad en la producción”.
Ganadería: cerrar el círculo productivo
Hace cinco o seis años, Britos Hermanos dio un paso más hacia la integración total del sistema productivo al incorporar la ganadería. La decisión no fue casual: se trataba de una pieza que faltaba para completar la sinergia entre los diferentes rubros.
“Era una pata que faltaba para cerrar el ciclo”, explicó Federico Britos. “Comenzamos con una recría intensiva a pasto, con agua en la parcela, franja diaria y manejo muy controlado. Al principio vendíamos los animales a invernada, pero pronto vimos que necesitábamos dar un paso más para completar el proceso. Así nació el corral”.
Hoy la empresa cuenta con un feedlot de unas 5.000 cabezas, donde terminan el 100% de los animales provenientes de su recría. En algunos casos, también compran ganado adicional para completar la capacidad del corral. “Por ahora, es todo compra de terneros. Estamos dando los primeros pasos en cría, pero la idea es que, a corto plazo, también tengamos una pata propia en esa etapa”, anticipó.
La apuesta ganadera no responde solo a una lógica económica, sino también agronómica. “Producimos mucho en San José, en campos con gran potencial, pero con una historia agrícola muy pesada”, explicó Britos. “Vimos que, cuando pasábamos raya, esos campos rendían menos que otros con menos potencial. Entonces empezamos a incorporar pasturas para mejorar el suelo. Hoy ya se notan los resultados: los rendimientos volvieron a ser muy buenos. No hay nada que se compare a lo que dejan las pasturas”.
Esa decisión consolidó la sinergia entre agricultura y ganadería que la empresa buscaba desde hace años: un sistema rotativo, intensivo y sustentable, donde cada rubro potencia al otro.
Consultado sobre los números del corral, Britos fue claro: “Hoy los números del feedlot cierran bien, son positivos. Pero hay dos formas de verlo: una es el corral como negocio individual, que debe ser rentable por sí mismo; y la otra es el valor que genera dentro del conjunto. Si el corral da cero, ya es buen negocio, porque te permite valorizar muy bien ese novillo recriado a pasto que, de otra forma, deberías vender sin aprovechar su potencial”.
El director de Britos Hermanos subrayó que la empresa evalúa sus decisiones siempre desde una visión integral y de largo plazo. “No se trata de perseguir márgenes inmediatos, sino de construir estabilidad. Cada rubro se analiza de forma independiente, pero todos terminan potenciándose entre sí”.
La gestión ganadera sigue una política muy clara: no ingresa ningún animal al corral sin un precio de venta acordado con el frigorífico. “Queremos seguridad en el negocio”, sostuvo Britos. “No le pedimos al corral grandes márgenes, pero sí previsibilidad. Para eso, necesitamos tener la comida comprada y el precio de venta cerrado. Cuando todo está en el Excel —alimentación, costos y valor final—, recién ahí decidimos si ingresa o no el animal”.
El sistema de comercialización se apoya en acuerdos directos con la industria, que garantizan precios base o pisos más plus según calidad y condiciones de entrega.
Treinta años de una empresa familiar que no deja de crecer
El pasado 17 de octubre, Britos Hermanos celebró sus 30 años de trayectoria con un evento que reunió a familia, colaboradores y aliados estratégicos del sector agropecuario. La historia de la empresa —fundada por el padre y los dos tíos de Federico Britos— conserva su espíritu original: una compañía familiar que creció con esfuerzo, innovación y visión empresarial.
“La esencia sigue siendo la misma”, aseguró Federico, segunda generación y actual director. “Hoy mi padre sigue activo, también mis dos tíos, y hace trece años que estoy en la empresa. Hace poco se incorporó un primo, así que seguimos siendo una empresa dirigida por la familia, pero con un equipo profesional que fue creciendo junto con nosotros”.
Ese crecimiento se refleja también en los números: de 35 empleados en 2010 a unos 150 trabajadores directos en la actualidad, además de un número importante de empleos indirectos vinculados a los distintos rubros productivos. “Eso nos obligó a cambiar la forma de trabajar”, explica Britos. “No es lo mismo una empresa de 10 o 20 personas que una de 150. Tuvimos que crear una estructura, definir mandos intermedios, establecer un organigrama claro. Lo que hace veinte años se resolvía de manera informal, hoy necesita gestión, planificación y comunicación constante”.
Mirar hacia adelante
Tras tres décadas de crecimiento sostenido, Britos Hermanos mantiene su foco en el futuro. “Seguir creciendo es parte de nuestra política familiar”, dijo Federico. “Salir de la zona de confort, buscar nuevos desafíos, pero siempre con criterio y pasos seguros. Creo que todavía hay espacio para intensificar en el área agropecuaria. Por ejemplo, el riego en campos propios es una meta inmediata. También estamos dando nuestros primeros pasos en cebolla, que comparte herramientas y mano de obra con la papa. Queremos ver cómo evoluciona ese rubro”.
Sin embargo, el horizonte no se limita al campo. “Tampoco descartamos diversificar hacia otras áreas de negocio que no sean necesariamente agropecuarias, pero donde podamos aprovechar la fuerza y la experiencia de gestión de la empresa. La idea es seguir creciendo, pero sin perder la esencia familiar”, afirmaó.
El desafío del valor agregado
Consultado sobre la posibilidad de generar industria nacional de papa procesada, Britos reconoció que por ahora las condiciones de costos lo hacen difícil. “Cada vez que analizamos la idea de producir papa congelada o bastones listos, los números no cierran. Hoy es más barato importar de Argentina, Chile o Brasil. Lamentablemente, por un tema de costos, producir ese tipo de industrialización en Uruguay es inviable”.
De todos modos, no descarta que la situación cambie. “Esto es muy dinámico. Si hubiera políticas sectoriales o estímulos que acompañen, por supuesto que sería una oportunidad enorme. Uruguay podría tener su propia industria de papa congelada, con producto nacional. Sería cerrar un círculo más dentro de la cadena”, concluyó.