
—¿Qué recordás de tus inicios en el sector agropecuario?
—Yo vengo de una familia siempre vinculada con el campo. Tenemos esa relación desde niños. De hecho, viví mis primeros 4 años en el campo, cerca de Paysandú. La cercanía con el rubro agropecuario siempre estuvo ahí a lo largo de mi vida, lo que se conjugó con mi gran pasión que eran los “fierros”, los motores, los vehículos, la maquinaria, los tractores... Siempre estuve enganchado hacia ese lado. Me acuerdo que en vacaciones iba al campo y trabajaba a la par de los empleados. Al momento de elegir una carrera, la opción más fija era estudiar agronomía y fuimos para ese lado.
—En tu familia, ¿eran productores?
—Mi abuelo tenía campo cerca de Paysandú, como te decía. Eran productores de Shortorn. Tenían tambo, agricultura, ganadería... En ese campo vivíamos y mi padre laburaba ahí también, donde estuvo vinculado siempre. Él estudió para rematador, después empezó a trabajar como consignatario y siempre como productor ganadero con campos arrendados en varios lugares. Agricultura hacía muy poca, principalmente producción de forraje, pero siempre con ganadería. De chicos nosotros siempre estábamos cerca, me acuerdo que todos mis primos y amigos querían salir a andar a caballo pero yo era el tractorista designado. Desde niño, ya a los 12 o 13 años me fleché para ese lado.
—Después vino la Facultad de Agronomía entonces...
—Sí, me recibí en 2001, un momento muy complicado para la agricultura. Primero que no existía la soja, la agricultura era principalmente cultivos de invierno y veníamos de 2 o 3 años muy complicados, con productores financieramente muy mal, entre fusarium y heladas tardías el escenario era muy complejo. Enseguida empecé a trabajar en la cooperativa Calpa en Paysandú y a los pocos años, se formó Copagran fusionándose con muchas otras en el litoral. Ahí en el área ganadera no había mucho para hacer en ese momento, por lo que crecí en el departamento de negocios ganaderos. La verdad que estaba muy cómodo desde el punto de vista motivacional y económico, no estaba para nada buscando trabajo. De casualidad vi un llamado en el Gallito Luis de ese momento para que la marca Claas llegue a Uruguay, trabajando en el área comercial y siendo futuro gerente. A mí, que siempre me había gustado la maquinaria y no había tenido nunca la oportunidad de trabajar en eso, me pareció que era un lindo momento de asumir ese riesgo, cambiar de rubro y empezar en una empresa que no existía acá, con una marca reconocida a nivel internacional.
—Contame de los inicios de Toremor...
—Uno de los accionistas de Toremor es alemán, tenía campo acá cerca de Young y el que gerenciaba la empresa en ese momento también era un uruguayo de origen alemán, muy relacionado al sector de maquinaria agrícola. Importaban máquinas usadas de Estados Unidos. En una charla informal, el accionista se hizo la pregunta, “¿por qué si soy alemán y vos tenés descendencia alemana no intentamos con Claas?” Empezaron con los contactos y al tiempito se trajeron un par de máquinas para probar, allá por 2010. En setiembre de 2010 se formalizó el inicio de Toremor SA, importador oficial de Claas. La empresa comenzó hace 15 años, y si bien hicimos muchas cosas mirando hacia atrás, tenemos muchos desafíos por delante, sueños, proyectos y mucho por hacer. Te llena de orgullo lo logrado, pero enseguida nos “enfrascamos” en la motivación de mirar hacia adelante y nos comprometemos con nuestro trabajo, con estar codo a codo con el cliente.
—¿Cómo me describirías los clientes de hoy en día?
—Principalmente en el sector forrajero, donde tenemos una gama muy amplia de productos, si bien lo más conocido son las picadoras. Tenemos depositado allí un volumen importante del funcionamiento de nuestra empresa, relacionado a lo que es la reserva forrajera. Hemos ido incorporando otro tipo de máquinas y en los últimos dos años también alguna otra marca reconocida mundialmente.
—¿Cómo has visto los últimos años en cuanto a la inversión de los productores?
—Yo siempre digo que Uruguay es uno de los países de punta en este aspecto, en lo que refiere a la adquisición de tecnología por parte de los contratistas o los productores. En los últimos 15 años, aunque con altibajos, siempre estuvo a tope en lo que refiere a invertir para acceder a tecnologías de vanguardia o de última generación. Surge el lanzamiento de determinado producto en Europa o en Estados Unidos y al poco tiempo ya lo tenemos acá. Obviamente que en relación a la situación económica de los distintos rubros, hay maquinarias que han sido más o menos pujantes con el paso del tiempo o en los distintos momentos. En este momento la lechería o la carne están traccionando mucho en todo lo relacionado a reservas y por ahí la agricultura o el arroz están un poco menos dinámicos o menos fuertes, pero hace un año atrás era totalmente lo contrario. Creo que todos los integrantes de la cadena agropecuaria tenemos que mirar el largo plazo y apuntar a desarrollarnos en el área que nos toque, sin pensar que me voy a hacer rico o me voy a fundir en 6 meses.

—La empresa tiene sede en Young, zona donde se ha generado un mix interesante entre ganadería y agricultura. ¿Cómo ves este tema?
—Creo que por un lado aumentó mucho el área agrícola en Uruguay, lo mismo con el área forestal y la carga vacuna no disminuyó, o si lo hizo fue muy poco. Eso hace que la ganadería avance trabajando de forma cada vez más intensiva y para eso es fundamental la reserva forrajera. También es fundamental lograr esa sinergia entre los negocios, de manera de capturar las ventajas de estar en ambos. Ahora, por ejemplo, estamos por cosechar los cultivos de invierno, si tenemos cultivos de cebada con problemas de calidad que no alcanzan nivel industrial podemos reservarlo para el campo, te permite transformar ese grano que venderías a un precio muy bajo, en carne o leche. Lo mismo con el maíz o con el sorgo. Lograr esa potenciación de ambos rubros me parece que es un camino que sí o sí tenemos que transitar. El área de maíz viene aumentando y esa posibilidad de destinarlo a lechería o hacerlo carne te entrega posibilidades que si no tenemos estos sistemas, no las aprovecharíamos y quedaríamos rehenes de los precios bajos.
—¿Cuáles son los principales desafíos hacia adelante a la hora de adquirir o invertir en tecnología?
—Está claro que los productores y contratistas necesitan incorporar tecnología de manera de buscar mayor eficiencia en los trabajos. Los trabajos se están haciendo más concentrados, por lo que se necesitan máquinas de mayor capacidad y con este escenario de precios bajos y costos altos, tener mayor probabilidad de lograr buenos rendimientos permite mitigar esos problemas. Herramientas como proyectos de inversión o alternativas financieras son muy útiles, con ventajas en la tasa de interés o en los plazos, realmente fomentan las inversiones en el largo plazo para que pueda lograrse la eficiencia a nivel productivo. Hay temas muy importantes para el país, como pasa con el riego, que requiere de inversiones muy altas que sí o sí necesitamos amortizar en el largo plazo, tanto desde el punto de vista impositivo como en el acceso al crédito. Todo eso puede ayudar a impulsar este tipo de proyectos.
—Estamos en la revolución de la tecnología vinculada a la IA, ¿cómo ves todos estos avances en los equipos?
—Las tecnologías hoy en día, vinculadas al desarrollo de los equipos, van hacia ese lado: lo inteligente y amigable con los usuarios. Hay un objetivo un poco más largo, aunque hoy en día está cerca, de llegar a lo autónomo. He tenido la oportunidad de asistir a muchas ferias de maquinaria agrícola importantes a nivel internacional y aprendemos mucho. Hace 15 años la evolución iba de la mano del tamaño y la capacidad de las máquinas, pero hoy en día se llegó a una meseta en el tema capacidad y si bien siguen aumentando, los grandes avances vienen por el lado de la tecnología y los automatismos. En el corto plazo podemos imaginar máquinas que no necesitan de un operario que esté 12 o 15 horas por día tripulándolas.