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Gabriel Carballal: "Una mayor libertad de comercio al país le hace un favor enorme"

El productor agrícola de Flores y Soriano dijo que es un error analizar esta zafra de invierno como una revancha de la de verano, más considerando las predicciones de una primavera lluviosa, pero sí afirmó que de mantenerse estos costos hay una buena oportunidad para la próxima campaña de verano. Carballal dijo que hoy los seguros agrícolas son caros y ayudan poco, que implementar el riego es difícil en el caso de los arrendatarios y afirmó que pasamos de la mejor zafra de la historia a la peor, porque “así de dinámica es la agricultura en Uruguay”, pero el agronegocio de todos modos está saludable

Gabriel Carballal
Gabriel Carballal

—Un año especialmente complejo por la sequía, pero que le sigue a una zafra excelente de verano y varias muy buenas de invierno. ¿Cómo ves la actualidad del agronegocio?

—Venimos de la mejor zafra de la historia y pasamos a la peor en cultivos de verano. Así de dinámica es la agricultura en Uruguay. En mi caso fue la peor zafra como agricultor, y pienso que en la mayoría de las empresas sucede igual. La ventaja es precisamente que fue después de la mejor zafra de verano, no solo en rendimientos sino en precios, la cual fue acompañada por 2 o 3 campañas de invierno espectaculares, con precios buenísimos y rendimientos históricos. Por todo eso, el agronegocio está saludable, aún con este golpe tremendo. Si esto se daba atrás de una zafra promedio o mala, estaríamos contando otra historia. La cadena de funcionamiento se mantiene, los proveedores están con espalda y los propios productores van a zafar con buena letra de este golpe tremendo, al menos en su mayoría. Esto habla bien de cómo se ha manejado el sistema agrícola, con rotaciones articuladas. Hay administración y profesionalismo. De todos modos, ahora necesitamos una buena zafra para recuperarnos de esto.

—¿Cuál es la forma de procesar y aprender de un golpe de estas características?

—Los que estamos hace más años en esto tenemos ventaja porque vivimos situaciones similares. Vivimos secas donde falta el agua y otras situaciones complejas como la aftosa en 2001. Hay un encare muy psicológico. El golpe el productor se lo lleva con el propio desarrollo del cultivo porque tiene una expectativa elevada y a uno le parece que debería ser de otra forma. Nadie proyecta nada pensando en una seca así. Nadie. Viendo el vaso medio lleno creo que son buenas oportunidades para aquellos que queden en pie, que serán la mayoría, de proyectarse a futuro. Esto es una realidad y nos muestra que todo pasa. Cuando todo es un desastre, hay que saber que eso pasa y lo mismo cuando estamos allá arriba, en el mejor momento, parece que sabemos todo y nada sale mal. Está bueno tomarlo como una enseñanza.

—¿Qué sucede con el riego y los seguros agrícolas?

— Toda herramienta tecnológica que nos ayude a producir en condiciones adversas, es decir, que nos de resiliencia, es bienvenida. En las empresas que somos 100% arrendatarios, aplicar el riego es muy difícil a no ser que estés muy alineado con el dueño del campo. Los sistemas de arrendamiento son de mediano plazo y una inversión de esa magnitud requiere algo diferente. Por eso el riego tiene un techo: más de la mitad de agricultura es con arrendatarios. Para seguros agrícolas, Uruguay desgraciadamente hoy es imperfecto, ayuda poco y no es barato. Pienso que deberíamos buscar un seguro que incluso sea más caro, porque yo estaría dispuesto a pagar el doble, pero cuando lo necesito me sirve. Es como tener un Ferrari y usar el seguro de un Fiat. Es fundamental masificar esta herramienta, pero lo que se ofrece hoy tiende a bajar los productores asegurados.

—Si hablamos de fortalecer los seguros agrícolas en el país, ¿considera que el productor uruguayo es celoso de aportar la información de sus cultivos?

—Puede tener algo de cierto, pero el productor agrícola con el que yo tengo contacto no te diría que ve eso como el principal problema. Sí hay empresas que son muy celosas para prestar su información. Con la Agropecuaria de Dolores, gremial en la que yo participo, estamos trabajando en un proyecto de medición de huella de carbono para el ingreso a mercados voluntarios con esta exigencia y uno de los escollos más grandes es ese: para llevarlo a cabo se necesita información hacia atrás y adelante. En los seguros agrícolas podría pasar lo mismo, pero creo que es un sistema que se podría perfeccionar mucho de todos modos y nos va la vida en eso. Por ejemplo el BSE podría establecer seguros con mayor robustez que impulsen a su vez a las compañías privadas. Precisamos un sistema realmente firme y saludable de seguros para que el productor arriesgue a pesar de los eventos climáticos adversos.

—¿Cómo cierra la campaña de verano para soja y maíz?

—En las empresas en las que participo, del total de área de soja sembrada vamos a cosechar un 70%, y de ese 70% tendremos rendimientos en el entorno de 800, 900 o 1000 kilos por hectárea. Todo esto en Flores y Soriano. Del total del área sembrada de maíz, vamos a cosechar un 25% o 30% con rendimientos de 1000 a 1500 kilos por hectárea. Como verás, esta situación es mucho peor. Las chacras que más sufrieron por lejos fueron las de segunda. Esto sucedió porque el cultivo de invierno fue excelente y con rendimientos espectaculares pero se tomaron toda el agua y no dejaron casi reservas, por tanto sembramos y logramos implantar los cultivos de verano con alguna lluvia de fin de diciembre pero después no llovió más. Esos cultivos desaparecieron casi en su totalidad. En mi caso que el maíz es casi todo de segunda es el que más sufre en su globalidad. Esa es la foto, y andando en la vuelta vemos cultivos que se pastorearon, enfardaron o abandonaron, otros que se busca cosechar con 300 o 400 kilos por hectárea y algún cultivo de 1500 o 1600 kilos como récord en esta zona. De Young para arriba hay cultivos razonables, que de todos modos no son nada que ver con el año pasado pero sí un panorama mejor, así como en otras zonas del país.

—Cuando se dice que se busca la revancha con los cultivos de invierno, considerando a su vez los pronósticos de una primavera lluviosa... ¿Es una forma correcta de analizarlo?

—Por eso último que decís el cultivo de invierno está lejos de ser una revancha. Yo hago mi área por una rotación planificada desde hace años, y no es que este año la incremente sino todo lo contrario. El año pasado hicimos mucha superficie de invierno y con los pronósticos de una primavera lluviosa decrece un poco el área. Siempre tenemos que tener cintura, pero no es la respuesta contra el hecho de que nos fue mal en el verano. Por otro lado, la normalización de los mercados, después del alto impacto del año pasado con la invasión rusa a Ucrania, tiene su incidencia. Hoy hay insumos de precios normales a buenos, pero también hubo una caída en el valor de los granos. Hoy tenemos una canola a mitad de precio frente al año pasado. Por eso no debemos hablar de revancha con el cultivo siguiente. De todos modos, si los precios de los insumos se mantienen, tenemos una buena oportunidad para cultivos de verano del año que viene. Con los precios que hoy se manejan, los valores de los fertilizantes y agroquímicos podríamos tener una soja parecida a la de la década de 2010, con valores razonables y rendimientos de equilibrio alcanzables.

—Por tanto no hay revancha en invierno, pero sí una buena chance en el próximo verano...

—Los cultivos de invierno se hacen por rotación y ayudan a bajar los arrendamientos a la mitad. Hay una linda oportunidad para hacer soja en un año Niño con expectativa de buen rendimiento y los cultivos de invierno cubriendo la mitad de la renta, pero no como revancha. Aún con seguros de rendimientos tenemos pérdidas en casi todas las chacras y ningún cultivo de invierno va a tapar todo.

—¿Qué podemos esperar de la colza, luego del crecimiento explosivo que registró en 2022?

—La colza tiene dos patas: una el propionegocio y otra el tándem con cultivos de verano. No hay que analizar invierno por sí solo, porque si no deja hacer cultivos de verano hay que sacar números de nuevo. Hoy el negocio por sí no es bueno. Hablamos de valores con precios fijos de US$ 460 y futuro de US$ 420, y con estos números casi precisas 1800 o 2000 kilos para empatar, y en colza es dificilmente alcanzable en grandes áreas. Tiene la ventaja de que entrega chacras temprano y la implantación de cultivo de segunda en fecha de primera potencia su rendimiento. No hay que pensar ni en nada de colza, ni en otro récord de área. Más bien creo que va a bajar el área un poco. Esto es por el negocio y porque estamos atrasados con cosechas: los cultivos de soja se entregan tarde y desparejo y estamos en la fecha núcleo. El avance de siembra es muy menor, y si nos vamos adentro de junio, perdiendo potencial y con estos números nadie va a arriesgarse a hacer una colza tarde.

—¿Qué puede suceder con el trigo y la cebada?

—Hoy hay rindes de equilibrio razonables con costos viables. El detalle que tienen es el problema potencial de calidad con excesos de lluvia en primavera. Si hubo más de 300.000 hectáreas de colza, significa que hay 300.000 há de buen rastrojo de cultivo de invierno para una gramínea. Depende mucho del avance de esta cosecha, estamos lejos de las mejores fechas de siembra de trigo y cebada y hay lugares donde sigue faltando agua.

—¿Cómo evalúa el tema de los costos y el tipo de cambio?

—Uno puede hacer hoy un cultivo con un 65% del monto que había que arriesgar el año pasado, esto es más fácil para el productor y los proveedores que financian la campaña de invierno que se viene. El tipo de cambio es un tema por sí solo. Hoy al sistema productivo exportador lo tiene en jaque. Estamos continuamente dependiendo de precios y rendimientos muy buenos para rentabilidades acordes al tipo de cambio que manejamos. Se encarecen todo el tiempo los costos en pesos como energía, impuestos. No hay que ir de una punta a la otra. Nosotros no queremos un dólar de 80 pesos que no le sirve al país. Lo que sí buscamos es encontrar un balance donde no haya inflación en dólares, que es algo que arrastramos desde hace años. En un rubro que maneja el 100% de sus ventas en dólares y todos los costos internos en pesos uruguayos es complejo.

—Por último, ¿cómo ve el panorama en materia de inserción internacional? ¿Qué nivel de importancia le da?

—Tremendo, el nivel más elevado. Cuanto mayor libertad de comercio tengamos, al país le hace un favor enorme. Somos exportadores de bienes y de servicios. Nuestro país vive de eso, porque exportamos incluso turismo. Hay que simplificar, eliminar trabas, aranceles, limpiar el mercado. Estoy sumamente convencido que eso hace un bien enorme. Poder acceder a más mercados son más millones de consumidores, pero eso genera un abaratamiento de costos natural, y se viabilizan un montón de producciones. Si tenés un mercado limpio para participar sin tener que pagar muchos aranceles, habrá una caída natural de costos, por tanto mas eficiencia y de ese modo incrementamos las áreas productivas.

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