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Como la rana en la olla: dólar atrasado le cuesta al campo más de USD 1.000 millones

La Federación Rural advierte sobre el impacto del atraso cambiario en el agro

Dólar
Dólar.
Foto: Archivo El País.

El campo uruguayo está enfrentando una situación crítica: desde hace tres años convive con un tipo de cambio sistemáticamente atrasado, sin señales de corrección, que afecta especialmente al sector agropecuario. Así lo señala un reciente informe de la Federación Rural, que compara el fenómeno con la fábula de la rana hervida: si se calienta el agua lentamente, la rana no salta y termina muriendo sin advertir el peligro.

El informe señala que entre 2011 y 2021 el tipo de cambio en relación con la Unidad Indexada mostró cierta estabilidad, con ciclos de apreciación y corrección. Sin embargo, a partir de 2022 el patrón se quebró, iniciando un proceso sostenido de atraso sin reversión. Esta situación implicó que los productores agropecuarios deban enfrentar un costo invisible que ya se estima en más de 1.000 millones de dólares.

Ese monto, según la gremial, es incluso conservador, ya que no incluye todos los aumentos internos de costos, como fletes, logística o tarifas portuarias, que se pagan en dólares. Como ejemplo, mencionan un aumento del 13% en dólares en las tarifas del Puerto de Montevideo en agosto de 2023.

El deterioro en los términos de intercambio golpeó también a los productores agrícolas. El precio de la soja cayó de 501 dólares por tonelada en enero de 2022 a 361 dólares en junio de 2025, una baja del 28%. En paralelo, el índice Dólar/UI bajó un 22%, lo que implica que hoy se necesitan más dólares para mantener el mismo poder adquisitivo. El resultado combinado, según el documento, es una pérdida real del 42% para los productores.

En el caso del sector cárnico, el cálculo del desvío cambiario acumulado entre 2022 y 2024 indica que el sobrecosto promedio por cabeza fue de 180 dólares, con un total estimado de 1.063 millones de dólares en tres años.

El informe también advierte que este fenómeno no es nuevo, pero sí más agudo y persistente que en ciclos anteriores. Entre 2004 y 2011, el peso uruguayo se fortaleció gradualmente frente al dólar como parte de la recuperación tras la crisis de 2002, pero a partir de 2011 el tipo de cambio comenzó a estabilizarse. Lo preocupante, según la Federación Rural, es que en el período reciente se quebró el equilibrio intertemporal: el dólar quedó desalineado por un tiempo prolongado sin señales de corrección, generando un deterioro continuo en la competitividad del agro.

Además del impacto económico directo, la gremial alerta sobre las distorsiones estructurales que provoca esta situación. El sistema tributario uruguayo mantiene exoneraciones e incentivos a ciertos sectores vinculados a la inversión, pero estos beneficios no alcanzan al productor agropecuario tradicional. Por eso, reclaman una política de Estado que incluya al campo en la ecuación del desarrollo económico, reconociendo su papel estratégico en la generación de divisas, empleo y arraigo territorial.

La consecuencia más visible ha sido el aumento del endeudamiento: entre 2014 y 2021, el promedio del sector ganadero fue de 670 millones de dólares, mientras que hoy supera los 1.100 millones. Ante este panorama, la Federación Rural llama a implementar una gestión más cuidadosa, predecible y transparente del mercado de cambios, así como políticas compensatorias y regulatorias que ayuden a sostener la competitividad del agro.

Si no se actúa con rapidez, los daños podrían volverse irreversibles, concluye el documento. La metáfora de la rana hervida no es solo un recurso narrativo: es una advertencia clara de que, mientras el agua sigue calentándose, el campo uruguayo corre el riesgo de no sobrevivir a este entorno económico.

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