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Movimientos globales y regionales

Ha sido una semana agitada, con nuevos datos y definiciones en los mercados y la política global. Para los agronegocios, China está en el centro del análisis, pero no está sola

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Los últimos días han ofrecido un sabor agridulce en cuanto a noticias para los principales mercados de productos agropecuarios. Por un lado, el USDA (Departamento de Agricultura de EEUU) aumentó la proyección de importaciones de carne vacuna de China. Los chinos vienen comprando más carne vacuna de lo esperado este año, y se debió actualizar la proyección al alza para el total del 2024; de manera que ahora se estima que las importaciones crecerán respecto al 2023 (gráfica). Asimismo, se está vislumbrando cierta mejora en los precios internos de la carne vacuna importada en China, lo que también es alentador. Si bien estamos lejos de los récord de hace un par de años, son novedades positivas para el sector ganadero, que sigue teniendo en China un mercado clave.

En el caso de la soja, contrariamente, las noticias son malas: los precios no hacen pie y se mantienen debajo de los 380 US$/ton puesta en puerto. Los chinos siguen comprando grandes volúmenes año a año, marcando récords, pero el crecimiento de la demanda se ha enlentecido (gráfica) y compran a menores precios. Además, tanto en la carne como en la soja hay un país productor oferente que ha convalidado los precios que pagan los chinos, por su gran competitividad: Brasil está procesando una exportación histórica de soja y también altísimos niveles de exportaciones de carne vacuna en los últimos meses y años.

Crecimiento PBI anual

Estos datos del escenario externo se trasladan a los establecimientos uruguayos. Para la carne vacuna el escenario es más estimulante, porque -además de las mejores noticias desde China- el sector tiene opciones de mercado, con las cuotas europeas y la mayor demanda desde los Estados Unidos; además INAC y el MGAP están en plena tarea de apertura de otros mercados asiáticos prometedores. Cabe remarcar que la carne vacuna -en especial la de base pastoril- es un producto de alto valor y relativamente escaso respecto a productos con perfil más asociado a commodities, como los granos. La gráfica de importaciones cárnicas chinas muestra tendencias opuestas entre carne vacuna y porcina, lo que podría estar ilustrando esta excepcionalidad de la carne vacuna, habitualmente asociada a consumidores de mayor poder adquisitivo.

En el caso de la soja China es más predominante como destino y ha aprovechado la competitividad-precio de la cosecha brasileña, lo que deriva en un fuerte ajuste en los precios, con consecuencias sobre los números del negocio agrícola uruguayo. Al cierre de la semana, el precio se mantiene debajo de los 380 US$/ton puesta en puerto. La cosecha se ha recuperado después de la seca y todo indica que quedará por arriba de las 3 millones de toneladas, pero ha sido una zafra difícil, con casi la totalidad de la producción que ha debido pasar por secadoras, con los costos y complicaciones asociados. Algunos productores lograron captar precios mayores en meses previos, pero eso no alcanza ni la mitad de la producción: con el antecedente de la sequía pasada, pocos se atrevieron a anticipar mucha venta, por el riesgo de quedar sobrevendidos.

En foco. Ponemos a China en el centro del análisis por su rol esencial en el despegue y consolidación de los agronegocios competitivos del Uruguay actual. Por ello es clave seguir de cerca lo que sucede con el gigante asiático, más allá de las coyunturas de mercado. Esta semana culminó el tercer plenario del vigésimo Comité Central del Partido Comunista Chino (CCP), con un comunicado final donde delinea estrategias de mediano plazo. Allí se plantea que la seguridad es tan importante como la economía, incluyendo seguridad interna y externa. Esto se ha leído negativamente por quienes abrigaban la esperanza de que China retome la dinámica de mercados, con mayor apertura. Se señala que con Xi Jinping el gigante asiático ha entrado en una etapa muy distinta a la de la expansión con fundamentos de mercado que imperó luego de las reformas de Deng Xiaoping (y que están en la base de la mencionada expansión de la demanda que impulsó los agronegocios aquí).

Ahora China apunta a ser el líder global, con la pretensión explícita de conducir la gobernanza mundial. Pero no aparecen fundamentos contundentes para proyectar un impulso económico mayor; en su último informe de Perspectivas Económicas Globales el FMI ajustó al alza la proyección de crecimiento de China de 4,6 a 5,0% para este año, pero la tendencia sigue siendo de desaceleración (gráfica). Además, el yuan chino está en niveles históricamente bajos frente al dólar y la economía aún no supera los problemas financieros de la crisis inmobiliaria y el alto nivel de endeudamiento de los gobiernos locales.

Yuanes por dólar

Asimismo, la modalidad de conducción política del liderazgo chino hace más difícil el acceso a la información de mercados relevante para la toma de decisiones. Las propias idas y vueltas del USDA con sus estimaciones en granos y carnes pueden ser, en parte, reflejo de esto. Hay que recordar que China mantiene su pretensión de autoabastecimiento alimentario, algo que -por ahora- parece lejano.

Competencia. Las aspiraciones globales chinas van de la mano con las debilidades que ha mostrado Estados Unidos, por un contexto político de alta incertidumbre. En pocos meses habrá elecciones y Donald Trump -luego de sobrevivir al atentado- se reafirma como favorito. Con él vendría un nuevo impulso proteccionista, apuntando a fortalecer el sector industrial tradicional del medio oeste estadounidense. Esto va en línea de choque directo con China, mala cosa para pequeños países como Uruguay que están entre los más perjudicados cuando los grandes entran en conflicto. Aún así: ¿puede abrirse alguna oportunidad con China, si vuelven las represalias y la guerra comercial desde EEUU? Difícil saberlo; por lo pronto, y ante la frustración con la UE, el Mercosur -con la presidencia pro témpore de Uruguay- retomará las negociaciones comerciales con China. Pero el bloque está en su peor momento, con Brasil y Argentina con prioridades muy distintas, y agendas discordantes.

En Argentina la semana arrancó con un aumento en la brecha cambiaria que fue parcialmente neutralizado por ventas de dólares del Banco Central, a costa de menores reservas. El gobierno de Milei está dando una batalla por la estabilidad de la economía, a costa de una histórica recesión que, sin embargo, podría estar llegando a un piso a partir del cual recuperarse. Las idas y vueltas con el tipo de cambio llevaron a que el comercio de granos se vea afectado, con jornadas en las que hubo muy pocos negocios; es lógico: recordemos que Argentina exporta a través de una combinación de cotizaciones, que en la jerga vecina se conoce como “dólar blend”: 80% se vende a dólar oficial y el 20% a dólar financiero (CCL); si éste tiene una baja abrupta, se frena las ventas. Con este panorama, parece obvio que el Mercosur está lejos de ser prioridad para Milei, quien -por el contrario- mira permanentemente a EEUU, esperando que, de confirmarse la victoria de Trump, lleguen dólares.

China importaciones de carne

En Brasil el escenario económico también tiene sus desafíos, pero lejos de la profunda incertidumbre argentina. Los norteños tienen su propia regla fiscal (arcabouço), pero el déficit sube, por lo que deben aplicar contención de gastos y recortes, algo que Lula acepta a regañadientes. Esto genera incertidumbre cambiaria (el dólar volvió a subir en Brasil), con el consiguiente impacto en los mercados donde Brasil es protagonista.

Pero con Brasil Uruguay tiene problemas más concretos y urgentes: en los últimos días una delegación del MGAP, encabezada por el titular de Servicios Ganaderos, Diego de Freitas, viajó a Brasilia para dialogar con su contraparte brasileña, con el objetivo de superar las permanentes trancas en frontera a productos uruguayos. Habrá más reuniones; los productores esperan soluciones.

China: importaciones de soja

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