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El mundo se cierra

Con mayores aranceles en EE.UU. y posibles medidas de salvaguarda en China, los principales destinos de exportación para la carne uruguaya se complican

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy
Rafael Tardáguila.

El ex ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, solía recordar que Uruguay, un país con 3,5 millones de habitantes, produce alimentos para más de 30 millones, lo que lo obliga a mirar hacia los mercados internacionales y trabajar por mejorar las condiciones de acceso de los productos que exporta. El problema es que esto es como el tango, se baila de a dos, y si la otra parte se cierra y no quiere tus productos, las posibilidades se restringen.

Esto es lo que está pasando desde que comenzó la nueva era Trump. Estados Unidos, supuesto adalid del libre mercado, se cierra cada vez más al son de la palabra arancel, “la más linda del diccionario”, al decir del presidente estadounidense. Y los demás no le van en zaga, tomando medidas espejo en desmedro de los productos de la principal potencia mundial.

Importaciones de carne vacuna.
Foto: Importaciones de carne vacuna.

La carne uruguaya pagará para ingresar a Estados Unidos 10% adicional de arancel, tanto para lo que se venda dentro de cuota (hasta ahora pagaba US$ 4,4 centavos por kilos) como lo vendido fuera de cuota, que de una tasa de 26,4% pasará a tributar 36,4%. Es un encarecimiento significativo de los embarques a Estados Unidos, ya que el año pasado 80% de lo embarcado fue fuera de cuota. Uruguay exporta otros productos a Estados Unidos, caso de maderas, miel, citrus y carne ovina, pero el grueso de los embarques es de carne vacuna.

Los embarques de carne vacuna de Uruguay a Estados Unidos fueron por US$ 615 millones en 2024, por lo que el arancel recaudará —de mantenerse en niveles similares los volúmenes y los precios— en el entorno de los US$ 60 millones.

Para la carne vacuna la situación se complicó más aún desde que el gobierno de China comenzó a analizar el impacto de la importación sobre los precios domésticos del ganado. El lunes pasado se celebró una audiencia en Beijing a la que concurrió el presidente del Instituto Nacional de Carnes, Gastón Scayola, donde productores domésticos y exportadores manejaron sus argumentos respecto a cuáles son las causas de la baja de los precios del complejo de la carne vacuna en China.

De acuerdo con un documento privado al que accedió la publicación Faxcarne, elaborado por un concurrente chino a la audiencia, las probabilidades de que la potencia asiática tome medidas de represalia para proteger a su ganadería son altas. “La cadena de pruebas está completa. El aumento repentino, significativo y reciente en la cantidad de carne vacuna importada ha causado directamente graves daños a la industria nacional (incluida la cría de ganado), y no existen factores no atribuibles que puedan explicar razonablemente la magnitud del daño. Se recomienda tomar medidas de salvaguardia”, dice la conclusión de ese documento.

¿Se habría dado esta instancia si el mundo no se estuviera cerrando con la política ultra proteccionista de Trump? Es contra fáctico, pero es probable que no.

Durante la audiencia los representantes de los exportadores de carne vacuna a China manejaron otros argumentos que ayudan a explicar la baja en los precios domésticos del ganado. Entre ellos, el impacto de la reciente epidemia de peste porcina africana en el país, que diezmó la producción local de carne porcina —la más consumida en China—, cambios en los hábitos de consumo y las interrupciones en la cadena de suministro. A su vez, tanto los brasileños como los europeos —que, cuando se trata de exportaciones, son de lo más liberales, pero cuando el tema son las importaciones europeas, son los reyes del proteccionismo—, recordaron que las eventuales medidas a ser tomadas por Beijing deben contemplar las reglas establecidas por la Organización Mundial del Comercio, organismo cada vez menos tenido en cuenta en la política comercial internacional. Que Trump diga la importancia que le asigna.

Desde China, un integrante del mercado interno consultado por Faxcarne dijo que ahora resta que una delegación china visite a algún país exportador (seguramente Brasil, que es quien provee cerca de la mitad de la carne vacuna importada por China, pero podría ser algún otro) para evaluar su sistema de producción e investigar si no hay políticas de dumping que permitan que el producto llegue a China a un precio más bajo que el de producción, para luego tomar una decisión que no se dará antes de junio.

China no tiene cuota para limitar el acceso de la carne vacuna, el arancel es de 12% —relativamente bajo en el contexto internacional— y cuenta con tratados de libre comercio con algunos proveedores, caso de Australia y Nueva Zelanda, que les permite ingresar sin arancel.

Seguramente la expectativa de los productores chinos es que la tasa se eleve a niveles más parecidos a los de sus vecinos de Japón y Corea del Sur (38% y 40%, respectivamente), o al de Estados Unidos, ahora de 36,4%. O que se establezca una cuota con un arancel más bajo y tasas superiores al completarse la misma. Se verá, pero si avanza en este sentido —como parece hará— lo que sucederá es que se encarecerá la carne vacuna para los consumidores chinos y la importación perderá competitividad respecto a la producción doméstica, porque una proporción mayor del negocio quedará en la Aduana.

China y Estados Unidos son los mercados excluyentes para la carne vacuna uruguaya y los dos principales importadores mundiales. Las cosas no vienen evolucionando de buena manera para los proveedores de esta proteína en el mercado internacional, ya que el producto se encarecerá respecto a proteínas alternativas, lo que tenderá a reducir su demanda.

La nueva administración de EEUU está dando un giro histórico en las relaciones internacionales, a partir de cambios en los aranceles al comercio. Uruguay y sus agronegocios incorporan el nuevo escenario, atentos a las amenazas y las oportunidades

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