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El fuerte aumento del área, junto a un excelente rendimiento, llevan la cosecha de arroz a un nuevo máximo.

Un nuevo récord arrocero. Pero el precio vuelve a los promedios históricos.

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Cuando ya estamos en los días finales de la cosecha arrocera, está plenamente confirmado un rendimiento promedio nacional excelente, que los productores estiman que se ubicará cerca de 9.300 kg por hectárea. Con un área confirmada de casi 183.000 hectáreas se estima una producción de 1 millón 700 mil toneladas, un nuevo máximo histórico que supera el récord anterior, registrado en la zafra 2010/11 (gráfica).

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El hecho de alcanzar un récord puede resultar anecdótico. Lo importante es la trayectoria de mejora continua que sigue transitando la producción arrocera en nuestro país, con un permanente aumento de rendimientos. En efecto, la tendencia de las últimas dos décadas indica que el rendimiento arrocero -más allá de las lógicas variaciones por clima u otras circunstancias de cada zafra- avanza a un ritmo de casi 100 kilos por hectárea por año. Así, el rendimiento pasó de unos 7.300 kg/ha a mediados de la primera década del siglo, al entorno de los 9.200 kg/ha que pueden lograrse hoy por hoy, en un año con clima razonable.

Este consistente avance se logra por la acumulación de varios factores. De arranque, es preciso acumular altos niveles de inversión en maquinarias, para desplegar capacidades de siembra y cosecha a gran escala; la evolución en tecnología y precisión de sembradoras, aplicadoras y cosechadoras ha sido notable y explican buena parte de los avances. Además, obviamente, hay que acumular inversiones en los propios sistemas de producción, con la infraestructura para el riego, caminería, etc..

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Asimismo, es clave incorporar y combinar la mejor oferta de insumos disponibles año a año, adoptando los avances que se van ofreciendo desde las empresas y los propios centros de investigación. En este plano, el rol del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria es clave; por un lado en el seguimiento y registro de los logros y limitaciones que año a año va concretando el cultivo, analizando el desempeño de los distintos insumos y manejos, en las distintas circunstancias productivas. Y por otro lado -claro está- en el aporte clave del programa de mejoramiento genético arrocero del INIA, que no en vano ha sido destacado en el último informe de evaluación del Instituto en su aporte a la producción agropecuaria de nuestro país. Precisamente, el informe -que se presentó hace pocos días- destaca como ejemplo ilustrativo el rol que han tenido las variedades de arroz generadas por INIA, en especial el INIA Merín, que ha sido protagonista en las últimas zafras. Es un ejemplo de este proceso de mejora continua en el que, más que aferrarse a un determinado material exitoso, se busca siempre responder con nuevas investigaciones a los desafíos que enfrenta el cultivo, en lo sanitario, plagas, cambios climáticos, calidad, etc.. En ese proceso también aportan técnicos independientes, empresas, LATU y otros.

El permanente aumento de la productividad no es simplemente una vocación por ambicionar producciones cada vez mayores: es una necesidad competitiva, en la medida en que los mercados globales del arroz exhiben una competencia muy agresiva y, por otro lado, los costos internos en Uruguay son altos y han tendido también a un alza permanente en las últimas dos décadas. De manera que, sin los referidos aumentos en los rendimientos, es prácticamente imposible sostener la producción en las condiciones en que está hoy. De hecho han sido varios los productores que quedaron por el camino en este proceso. Los alrededor de 500 productores que hoy hacen el cultivo, aún con las importantes diferencias por tamaño y región, se mantienen y crecen en base a productividad y competitividad. En muchos casos, combinando la producción arrocera con otros rubros, factor clave también para la rentabilidad y sostenibilidad.

Precios y mercados.

Mientras seguía a pleno la actividad de cosecha en las chacras, se definió esta semana el precio convenio definitivo del arroz para la zafra anterior 2023/24, en el acuerdo habitual entre la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) y los molinos arroceros. Se alcanzó un récord histórico en dólares corrientes de 17,05 U$S/bolsa. Hubo una leve corrección a la baja respecto al precio provisorio, respondiendo a las tendencias del mercado exterior. En efecto, la zafra anterior comenzó a comercializarse a precios casi inéditos, impulsados por la salida de India del mercado exportador de arroz. Esa decisión del país que habitualmente es el principal exportador global, se revirtió en la segunda parte de la zafra comercial, con la consecuente y esperable caída en los precios internacionales.

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De todas formas la retirada transitoria de la India fue muy bien aprovechada por el sector arrocero uruguayo. Ahora el escenario cambió totalmente, pero eso no sorprende a productores y molineros del sector, que sabían que los excepcionales precios del año pasado eran circunstanciales y transitorios.

Así, la nueva zafra enfrenta desafíos mayores en el plano comercial, pues la colocación ha sido más lenta y los precios claramente inferiores, cercanos a los promedios recientes. Como referencia de mercado, el precio de la bolsa en Brasil Río Grande do Sul) ha corregido en el último año de 21 a 13 U$S/bolsa.

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Hay una lógica preocupación por avanzar en los negocios, ante el impactante volumen cosechado. El sector arrocero ha abierto un interesante abanico de opciones en los últimos años y apunta seguir ese camino, abriendo nuevos mercados y captando nuevas oportunidades. No es casualidad que, en el primer viaje al exterior que hizo el presidente Orsi a Panamá, estuviera acompañado de una delegación de productores de la ACA para buscar más colocaciones en Centroamérica, donde Uruguay tiene oportunidades interesantes. En un escenario global signado ahora por la guerra comercial y donde los organismos multilaterales quedan cada vez más relegados, la pericia y constancia -tanto del sector como de las autoridades- para mantener y abrir nuevos mercados y conseguir nuevos compradores, es tan importante como los esfuerzos que se hacen en las chacras para aumentar los rendimientos.

Perspectivas.

En este contexto de precios en baja, la presión sobre los márgenes será más fuerte, aún con los excelentes rendimientos, que ayudan a diluir costos fijos;. será una nueva zafra con buenos márgenes, a pesar de los menores valores del producto. Pero es clave que los costos de insumos acompañen también la tendencia -en varios casos lo han hecho- y también que los costos locales evolucionen en el mismo sentido. Esto es más complicado y las señales, en algunos casos, son preocupantes. Los cambios que se insinúan en la definición de los precios de los combustibles, por ejemplo, han puesto en alerta al sector arrocero en particular y al agro en general. Está el riesgo de que -por necesidades fiscales- se aplique un precio del gasoil superior al de paridad de importación, como ya sucedió en los últimos ajustes.

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Según estimaciones de ACA, el costo promedio este año habría tenido una disminución de alrededor del 5% respecto al año anterior (se estima en 2.150 U$S/ha). Sin embargo, se mantiene por encima de los 2.000 U$S/ha y supera el promedio de los últimos diez años. Sin altos rendimientos, los números se pintan de rojo.

Asimismo, más allá de la positiva evolución de la producción y la productividad en las chacras, es insoslayable el hecho de que ha habido un aumento en la proporción de exportaciones de arroces con menos elaboración (las exportaciones de arroz pulido, blanco, están por debajo del 50% del total). Esto no es algo malo en sí mismo, pero refleja las dificultades para articular un procesamiento agroindustrial competitivo en el Uruguay, algo que se ve también en otros sectores. Los costos internos, las relaciones laborales y también los obstáculos que en el exterior se le ponen al comercio de productos de mayor elaboración, complican a la agroindustria. Sobre lo último, es difícil incidir; sobre lo primero, es clave mejorar si se pretende mantener una cadena agroindustrial articulada y dinámica.

Uruguay se debate entre la comodidad de pertenecer al Mercosur y el deseo de emanciparse de una familia regional disfuncional. Con Brasil y Argentina en agendas opuestas, crece la tensión sobre el futuro del bloque y el lugar del país en el mundo

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