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China: tan lejos y tan cerca

La visita de Estado a China que realizó el Presidente de la República trajo avances de interés en lo comercial y -tal vez lo más importante- abona una relación clave para Uruguay. Las implicaciones para los agronegocios y las posibilidades de un TLC

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Nicolás Lussich /Ing. Agrónomo MBA / Periodista

El Presidente de la República desarrolló una importante visita de Estado a China, en el marco de la cual ambos países decidieron avanzar en su relación, conformando una Asociación Estratégica Integral. La diplomacia china mide con precisión cada paso y el que ha dado con Uruguay es especialmente significativo, no solo por lo que permitiría avanzar en varios planos (entre ellos el comercial) sino por lo que asegura.

En un mundo que ha dado un giro hacia un ambiente comercial más ríspido, sin una agenda multilateral activa que promueva el libre comercio, que el país afiance su relación con una potencia mundial la que -además- se ha constituido en el principal destino de los bienes uruguayos de exportación, es muy relevante.

Con China hay un horizonte de expansión potencial de negocios de enorme magnitud, pero no hay que soslayar que ya hoy es destino principal de varios de los principales productos de exportación. Asegurar esa base comercial ya desarrollada es muy relevante y este viaje ha sido clave en ese sentido. Esto no implica resignar la agenda con EEUU, con cuyo Presidente, Joe Biden, también estuvo reunido Lacalle Pou en los últimos días.

El hecho de que un pequeño país como Uruguay -muy lejos geográficamente del gigante asiático- tenga el tiempo y la consideración diplomática que China le dispone, es reflejo de que Uruguay tiene mayor relevancia de lo que su estricto tamaño permitiría. Y es también una muestra de que cuando se actúa con coherencia histórica el impacto del trabajo diplomático es mayor y va más allá de la dimensión económica o geográfica del país.

Hay que recordar que el acercamiento a China partió de una decisión que -con cierto riesgo- apuntaba al largo plazo. En la primera administración del doctor Sanguinetti -con Enrique Iglesias en la cancillería- vieron que la perspectiva de desarrollo del Uruguay se jugaba, entre otros asuntos, en alcanzar a los grandes mercados de Asia. Hubo que resignar la relación con Taiwán y apuntar a la China continental. Eran tiempos en que la lana era el principal producto de exportación. Los gobiernos subsiguientes, de todos los partidos, siguieron y profundizaron la estrategia.

Hoy, mucha agua ha pasado bajo el puente y China procesó reformas y cambios profundos en su economía, que la llevaron a un crecimiento de un ritmo y magnitud nunca visto a nivel global (gráfica). Un gigante demográfico y geográfico como China creciendo durante más de dos décadas a tasas en el entorno al 10% anual, literalmente cambió al mundo y -con él- también a Uruguay.

Hoy se exporta a China celulosa (segundo destino después de Europa) diversos granos y -por supuesto- carne, siendo el gran dinamizador del sector cárnico uruguayo en los últimos años. También se exportan lácteos, otros productos forestales y otras mercaderías, muchas de ellas con potencial de crecimiento. Por cultura y distancia, el intercambio en servicios es mucho menor, pero también puede tener oportunidades de desarrollo.

China

Agronegocios. La habilitación para la exportación de mondongo y librillo es un paso importante, aunque para alguien que esté fuera del sector pueda sonar anecdótico. Son vísceras que se venden, hasta ahora, a precios muy bajos (de no mucho más de 2.000 US$/ton). El ingreso directo a China puede multiplicar eso por dos o tres, según el optimismo de la proyección.

La habilitación reafirma a China como destino principal en el sector cárnico porque tiene demanda en todo el abanico de cortes y subproductos de la Industria frigorífica, lo que es clave para el negocio de las plantas. La industria tiene que buscar ganancias y negocios en cada una de las piezas que componen la res y sus subproductos; y cuando una pieza o corte pasa de casi descarte a una exportación de valor, es pura ganancia y un hecho valiosísimo del punto de vista comercial. Más todavía cuando el auge de precios (incluyendo en la propia China) quedó atrás, y ahora los valores de referencia para las carnes son menores, aunque Uruguay mantiene un muy buen precio promedio de exportación.

Mayor impacto -aunque difícil de calibrar- tendrá la reducción del tiempo de espera mínimo en establecimiento previo a faena, que bajó de 90 a 46 días. Esto le dará mucho más margen de maniobra al negocio del engorde, incluyendo los feed lot, que han estado pasando por meses muy difíciles. En los corrales esperan que este cambio ayude a compensar la paulatina reducción de la cuota 481, entre otros efectos.

Menos auspiciosa resultó la reunión de autoridades oficiales con representantes del grupo chino Sundiro, que está en cesación de pagos con sus frigoríficos en Uruguay (Rondatel y Lorsinal). Transmitieron que buscan una capitalización, pero no hubo más detalles.

También hubo contactos de Conaprole con el grupo Yili, cliente de la cooperativa en los últimos años, así como la firma de un protocolo para ampliar las compras de cítricos por parte de China, incorporando los limones. En todos los casos hay que recordar que China es lejos y los fletes marítimos son largos: 55 a 60 días. Esto reduce los tiempos para exportar mercadería fresca, tanto en cítricos como en la propia carne, la mayoría de la cual va congelada. Por eso es clave la eficiencia logística y la conectividad portuaria.

¿Libre comercio? Mientras Lacalle Pou preparaba su visita a China, Javier Milei fue electo Presidente en Argentina. De explícito perfil liberal, con Milei la posibilidad de que el Mercosur flexibilice sus posturas en aras de habilitar a Uruguay a acuerdos comerciales propios, aumenta, aunque aún no hay señales concretas.

Con este escenario, Lacalle Pou y Xi Jinping explicitaron en su reunión cumbre (que duró 2 horas) la vocación de ambos países de establecer un acuerdo de libre comercio. En la declaración conjunta reafirman “su disposición a promover la construcción de una asociación de libre comercio”, aunque en seguida agregan que “ambas Partes están dispuestas a promover el diálogo en materia de libre comercio entre el Mercosur y China”.

En las próximas semanas veremos qué grado de avance en este sentido se logra. Que un pequeño país como Uruguay siga pagando aranceles en sus lácteos y carnes del entorno del 10 a 12% para entrar a China no tiene el menor fundamento y es un perjuicio gratuito a una sociedad que -como la uruguaya- pretende seguir avanzando en su economía y su calidad de vida.

Tierra firme. Aun con las limitaciones comerciales conocidas, y luego de un año difícil, los agronegocios siguen teniendo una proyección positiva a futuro y el precio de la tierra es un reflejo de esas buenas perspectivas. Esta semana el MGAP divulgó los datos del mercado de inmuebles rurales correspondiente al primer semestre. Con más de 600 transacciones de campos, el precio promedio fue de 3.928 US$/ha, superior al del año previo y cerca de los máximos históricos (gráfica).

Es un promedio general, que no pondera por calidad de campo, pero indica bien la evolución del precio y muestra que -más allá de los vaivenes coyunturales de cada rubro- el capital tierra confirma su rol de inversión de alta calidad. Esto es una buena noticia para los agronegocios. Más allá de las subas y bajas anuales de la oferta en granos, carnes, lácteos, etc. (donde incide permanentemente el clima), la demanda global por alimentos sigue firme, y con ello el precio de la tierra.

El aumento en las tasas de interés globales podría afectar en los próximos meses la valuación de los activos inmobiliarios, pero en los últimos días la baja en la inflación en EEUU y otros datos aumentan la probabilidad de que esas tasas dejen de subir y -eventualmente- comiencen a bajar. De manera que el impacto en el precio de la tierra -si ocurre- no sería de magnitud.

Los buenos campos agrícolas del litoral no bajan de 10.000 US$/ha, en particular si están cerca de los puertos. Los campos mixtos agrícola ganaderos tienen un eje de 6.000 US$/ha, con variaciones grandes según la porción de tierra cultivable. Son ejemplos de un mercado en el que es difícil “acercar las puntas” y concretar negocios. Hay poca oferta y alta demanda. El campo vale.

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