Mientras Uruguay hoy comienza a definir cuál será su próximo gobierno, a nivel global en los últimos días se han acumulado novedades relevantes para el contexto externo de la economía y de los agronegocios, al tiempo que se incorporan nuevos datos de mercado que van perfilando el desempeño de los distintos sectores, algunos con buenas noticias otros no tanto.
En la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), el organismo divulgó sus nuevas proyecciones de crecimiento económico en las principales economías (2024 y 2025) y también en la región, así como las proyecciones de las principales variables de cada país. Como era esperable volvió a reducir las perspectivas de crecimiento de la zona Euro (0,8 y 1,2%), mejoró las de Estados Unidos (2,8 y 2,2%) y redujo levemente las proyecciones para China, que crecería menos de 5% este año (4,8% en 2024 y 4,5% en 2025). Esto confirma lo que se ha estado observando en los propios mercados de productos que Uruguay exporta en las últimas semanas: una mejora en las ventas de carne Estados Unidos, la caída de los precios de la soja por el afloje en la demanda China y la incertidumbre que genera Europa, más allá de que sigue siendo un mercado muy relevante para Uruguay.
En este punto hay que mencionar, una vez más, el posible acuerdo de libre comercio Mercosur-UE. Sigue lejos de concretarse, a pesar de declaraciones optimistas de diversos actores acerca de que podría firmarse antes de fin de año. Muchos agricultores europeos -en especial los franceses- se oponen, y pasan a la acción. En concreto, la principal gremial de agricultores galos, la Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FNSEA) anunció que hará una serie de protestas a nivel nacional, a partir de mediados de noviembre, en rechazo al acuerdo. No ha colaborado el hecho de que el sector agropecuario ha estado en conflicto con las propias autoridades de la UE, por el exceso de regulaciones, costos y exigencias, principalmente ambientales.
Al mismo tiempo, en la ciudad rusa de Kazán (capital de Tartaristán) en el corazón del mapa ruso, Vladimir Putin convocó a una nueva reunión del grupo BRICS, incluyendo al líder chino Xi Jinping, al primer ministro de la India Narendra Modi y otros líderes de Asia y Medio Oriente. Brasil integra el grupo, si bien Lula no concurrió por un accidente doméstico; aún así, Brasil logró frenar las aspiraciones de Venezuela de ingresar al grupo, a pesar de la presencia de Maduro en la cumbre.
En lo que fue la decimosexta reunión del grupo BRICS, Putin se planteó el objetivo clave de mostrar poder de convocatoria, ante el duro conflicto con occidente por la guerra en Ucrania. Pero además, los países del grupo apuntan a hacer un contrabalance de la influencia global de occidente. Que la cumbre sea simultánea a la del FMI no es mera coincidencia.
El lector podrá preguntarse qué tiene que ver todo esto con los agronegocios. Obviamente no hay efectos directos, pero sí puede haber cambios relevantes en términos de amenazas y oportunidades de mercado. Sin sobrestimar la influencia del BRICS (es más un foro de diálogo que un organismo con compromisos mutuos), tampoco hay que soslayar su importancia dados los actores participantes. En el documento final, por ejemplo, el grupo respalda la iniciativa rusa para establecer una nueva plataforma de comercio de granos (BRICS Grain Exchange), desarrollarla y extenderla a otros sectores agropecuarios. Por ahora es solo una declaración; hay que ver hasta dónde llega. Con tan solo un pequeño movimiento, estos grandes países pueden sacudir cualquier mercado de productos del agro de un día para el otro. Volvemos a reiterar el ejemplo de India con el arroz (ahora ha vuelto a exportar).
A estas tensiones geopolíticas se suma a la incertidumbre que genera el proceso electoral en Estados Unidos, con la posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, con políticas proteccionistas aún más radicales que antes. Entre otras consecuencias, esto ha motivado una baja en los bonos de EEUU y -en consecuencia- un aumento en la tasa de interés (gráfica). No es la mejor noticia para las finanzas de los países; si bien Uruguay tiene grado inversor y vencimientos largos, el escenario claramente ha cambiado.
La agenda del sector
Las del FMI y el BRICS no fueron las únicas reuniones relevantes esta semana. En París hubo una nueva edición del SIAL, donde INAC presentó la plataforma de Uruguay para certificar que sus productos se originan en establecimientos que no han deforestado (una nueva exigencia de la UE que entraría en vigencia en el correr de 2025 o en 2026). En cuanto a mercados, se confirmó la mejora en los precios de exportación a China y cierta baja en los precios del Hilton; pero lo principal sigue pasando por EEUU, con precios cercanos a máximos históricos que han elevado el precio medio de exportación de Uruguay en los últimos meses (gráfica).
En la agricultura se está entrando en etapa de definiciones para los cultivos de invierno. Las últimas lluvias, seguidas de días soleados y con temperaturas relativamente bajas, son una buena combinación para apuntalar los potenciales de rendimiento de trigo y cebada, sin riesgos sanitarios. Si bien aún no está el producto en el silo, las perspectivas son buenas. Y los precios son razonables como para tener márgenes interesantes si el rendimiento es bueno.
Más complejo es el escenario para la soja, con precios que -si bien esta semana levantaron- no son particularmente atractivos (gráfica). El área sojera tendría cierto retroceso, pero hay que plantar igual, buscando cierto margen para completar el año agrícola y cubrir al menos parte de las necesidades financieras que tienen muchos productores.
En el escenario general, mientras el país define su futuro político, hay algunas cuestiones básicas claras. El sector agropecuario ha sido clave en las últimas décadas como motor de la economía, en todos sus rubros. Los precios van y vienen, pero lo clave ha sido el aumento de la productividad y la producción; para eso, fue fundamental el mantenimiento de ciertas reglas básicas en la economía y unas políticas que han buscado fomentar la inversión y abrir mercados.
Ante los cambios globales descriptos, mantener esos fundamentos es condición necesaria para responder con éxito a nuevos desafíos. Pero también es necesario mejorar la competitividad ante costos que no bajan como si lo hacen los precios de venta. En especial si se aspira a productos de mayor valor, con procesos de transformación de alta calidad y que incluyan más trabajo. La economía uruguaya logró superar la pandemia, la sequía, la crisis argentina y otros impactos, y está en un camino positivo. Los últimos datos de empleo muestran una tendencia positiva (gráfica). Para que el proceso siga, el próximo gobierno deberá atender algunas materias pendientes. Sea cual sea.