¿De qué se trata Climit?
Climit es una consultora uruguaya especializada en cambio climático y sostenibilidad. Brindamos servicios a empresas en relación a la medición de la huella de carbono, inventario de gases de efecto invernadero o proyectos que precisamente generen créditos de carbono. Hoy en día somos 4 consultores y estamos tratando de crecer porque por suerte hay mucha actividad. Vemos con buenos ojos la posibilidad de trabajar en aspectos relacionados al combate del cambio climático. En mi caso, soy ingeniero agrónomo y fundador de la empresa. Tengo estudios de maestría en la Universidad Sueca de Ciencias Agrarias y un máster en administración de empresas de la Universidad de Montevideo. Desde 2009 estoy trabajando con estos temas.
Hablan de soluciones basadas en la naturaleza, ¿esto qué sería?
Son actividades enmarcadas dentro de la naturaleza. Todas tienen que ver con ayudar a la mitigación del cambio climático basándose en distintos ecosistemas y distintas actividades como puede ser la restauración de los humedales, plantar árboles, evitar la corta de los mismos, el manejo de pastizales para la captura de carbono en el suelo… Hay teorías respecto al tema, pero en términos prácticos hay actividades que precisamente ayudan a mitigar el cambio climático basándose en cuida ecosistemas.
¿Desde qué año están con estos proyectos?
En 2018 empezamos a trabajar más fuerte. Yo soy asesor del Banco Mundial para proyectos que eviten la deforestación, y me ha tocado participar en este tipo de soluciones desde antes. En 2018 empezamos con Climit con más fuerza, pero antes me tocó trabajar en proyectos en Indonesia, Costa de Marfil, Mozambique, Etiopía, Nicaragua, El Salvador, ver cómo hacer para evitar la deforestación de los bosques en estos países. Ellos proponen cómo hacerlo y nuestro trabajo es evaluar si la estrategia está bien diseñada.
Hablemos de huella de carbono y una posterior eventual carbono neutralidad…
Una cosa es medir la huella de carbono que es saber cuántos gases de efecto invernadero se emiten por producto, evento o empresa. Hay métodos internacionales claros de cómo hacerlol En el caso de una empresa, se cuenta por año calendario. Pero en productos, como puede ser una lapicera, una computadora o la carne, se analiza desde que el producto nace hasta que muere. La huella de carbono permite medir, y medir sirve para gestionar: es un indicador. En función de eso se puede reducir, mitigar y gestionar. Conociendo las producciones puedo ver dónde tengo que apretar las clavijas y producir más, pero emitiendo menos gases por kilo de carne. En grandes términos, primero medimos, luego gestionamos y el tercer paso sería lograr la neutralidad. Toda actividad humana emite gases de efecto invernadero, es decir, siempre van a haberlos. El tema es qué hago con todo aquello que no puedo llevar a cero. Entonces hay actividades basadas en la naturaleza que se realicen en otro sitio que absorbe todo ese carbono que yo emito. Pero también existe un mecanismo de mercado que consta en comprar créditos de carbono. Puedo trabajar en medidas de reducción, eficiencia energética, autos eléctricos, pero llego a un punto donde no puedo bajar más. Entonces se pueden comprar créditos de carbono, por ejemplo, la cantidad de créditos por toneladas que me faltan para llegar a la neutralidad. El que mide la huella puede generar la demanda, pero del otro lado está la empresa que genera la oferta.
¿Es un mecanismo de mercado basado en la oferta y la demanda?
El crédito de carbono se origina porque hay una actividad. Las plantaciones de árboles generan la captura de un gas en la atmósfera que a través de la fotosíntesis se transforma en madera, y eso se puede contabilizar y gestionar. Pero es importante decir que solo plantar árboles no genera créditos de carbono, hay que pasar por procesos con estándares internacionales, y estos exigen muchos requisitos. El más importante de ellos es el de la adicionalidad. Si soy una empresa plantadora de árboles para celulosa o aserradero, mi negocio es precisamente ese y no califica aunque se capture el carbono. Tiene que ser algo que vaya más allá de la práctica común.
¿Cuál es la posición de Uruguay con respecto a estos temas?
Hay muchas actividades que se pueden realizar, como las forestales que cumplen con el criterio de adicionalidad. En el manejo de la ganadería regenerativa también, para que se capture más carbono en el suelo, la agricultura regenerativa también, los proyectos de energía renovable y otros con mucha potencialidad. Uruguay es chico y no tiene volumen, por lo tanto nunca vamos a ser un gran proveedor. Tenemos experiencias de haber hecho proyectos y actividades nuevas, como el pastoreo racional donde Climit está trabajando para que se generen créditos de carbono.
¿Uruguay puede llegar a ser un país carbono neutro?
Uruguay tiene más emisiones de gases que los que captura. La forestación y un par de actividades más ayudan al propio secuestro. En nuestro país se hace un informe cada 2 años midiendo los gases. Al respecto de estos, hay varios pero hay 3 principales: CO2, metano y óxido nitroso. Uruguay plantea ser neutral en CO2 porque las emisiones de los combustibles se capturan con la fotosíntesis de la forestación. De hecho, ya hay más capturas que lo que se emite por el uso de los combustibles y la energía. Hay otros gases que se emiten en agricultura y en ganadería. Para ser carbono neutro en todos los gases tengo que empezar a jugar con las emisiones de la ganadería, y es un poco la apuesta. Somos productores de carne y alimentamos al mundo, y debemos hacerlo cada vez más y mejor. La apuesta es producir más, pero emitiendo menos gases por cada kilo de carne.
Plazarural llegó a la carbono neutralidad, ¿cómo se logró?
Midieron la huella de carbono de la empresa, no así del ganado que rematan. La empresa mide sus emisiones y tiene técnicos que van a los campos y hacen inspecciones tomando información y haciendo fotos y videos. Se midió la huella de las actividades relacionadas a la empresa. Es un ejemplo más del avance que estamos viviendo, como sucedió con Montes del Plata, que también es público, y auditó su huella de carbono por una entidad independiente. Hay muchas emisiones y también mucha captura. Esta última no genera créditos de carbono pero sí los propios árboles lo capturan.
¿En qué otros proyectos exitosos se encuentra trabajando la empresa?
En Colombia estamos con un proyecto que se aprobó y generó créditos. Es un país especial porque allá se generó un impuesto al carbono, entonces las empresas como puede suceder con las refinadoras de petróleo pueden optar por no pagar el impuesto y comprar créditos de carbono. Se dio la chance de este proyecto, con una plantación forestal de unas 5.000 hectáreas en la Orinoquia, que es una zona no forestal, como Uruguay en los 90s, con pastizales degradados. El proyecto genera en el largo plazo 2 millones de toneladas, que se venden a 10 dólares, lo que significa 20 millones de dólares para abastecer el mercado de empresas que miden la huella, reducen y lo que no pueden bajar, lo suplen de esta forma. Estos créditos o bonos los puede comprar persona o empresa de cualquier país. Nadie obliga a las empresas a medir su huella, es voluntario, pero es un mercado de varios millones por año en el mundo. Además, hay acuerdos internacionales entre países como sucedió en Paris en 2015. Uruguay por ejemplo podría generar créditos y venderlos a Brasil en este marco, porque a nosotros nos sobró captura de carbono y a Brasil le fue mal. Esa necesidad puede llevarlos a comprar créditos y decir a la comunidad internacional que cumplió su meta.
¿Cuáles son los desafíos hacia adelante en este respecto?
Hay que ir paso a paso a través de las empresas privadas que miden su huella de carbono y generan productos diferenciados. Ya está pasando, porque BPU es otro ejemplo. Se puede vender al mundo un producto demostrando que su impacto es neutro, o que fue gestionado, reducido y mitigado. Aplica también en otros sectores: arroz, leche, miel o cualquier commodity. El atributo ambiental del carbono es uno, pero hay que considerar otros también. Uruguay habla de huella ambiental y estamos trabajando en eso y poder medir otros impactos: suelo, agua, aire y no solo los gases de efecto invernadero. Debemos hablar de un producto sostenible en su todo. Uruguay está desarrollando y demostrando que la producción sostenible va a jugar un partido en los commodities y su manera de producir.