-¿Cómo evalúa el avance de la investigación pública en los últimos años?
- Luego de la pandemia, se ha tomado mayor conciencia sobre la importancia de la investigación pública para un país como Uruguay. En el ámbito agropecuario, esta relevancia es igualmente fundamental, aunque muchas veces menos visible. Sin embargo, la investigación pública aplicada al agro en Uruguay es de excelencia, con una base sólida que la hace reconocida tanto a nivel nacional como internacional.
Un ejemplo concreto de este impacto es el trabajo del INIA, cuyo retorno de inversión es altamente positivo: por cada dólar invertido en investigación, el país recibe un retorno estimado de 8 a 10. Dentro de sus contribuciones más destacadas, el sistema arroz-ganadería de INIA ha sido clave en la generación de tecnologías que han permitido mejorar la productividad del arroz sin comprometer la sustentabilidad del sistema.
La calidad científica que existe en Uruguay, en conjunto con la madurez alcanzada en la relación entre la investigación, el sector productivo y la extensión de tecnología, ha permitido que el país sea nuevamente sede del Congreso Internacional de Arroz de Clima Templado en 2027, después de 24 años.
- ¿Cuáles considera que son los principales desafíos hacia los próximos años?
- Un aspecto clave será la incorporación de herramientas como la inteligencia artificial, el uso de imágenes y el sensado remoto, entre otros, que pueden transformar la forma en que se gestiona la producción agrícola y ganadera, proporcionando orientaciones claras para la toma de decisiones. En el caso del arroz, estos avances permitirán un monitoreo más preciso de grandes extensiones en tiempo real, mejorando la eficiencia productiva y, entre otros beneficios, minimizando los potenciales impactos ambientales. Además, es fundamental seguir profundizando en los avances genéticos, no solo para acelerar los procesos de mejoramiento, sino también para identificar y seleccionar características deseadas en el arroz que complementen el rendimiento y la calidad.
Esto incluye aspectos clave como la resiliencia climática y la eficiencia en el uso de recursos. Un desafío creciente es continuar garantizando la inocuidad de los productos del sistema. Asimismo, es fundamental cambiar el enfoque hacia una tecnología de procesos en lugar de centrarse únicamente en tecnologías de productos.
Muchos de los avances en tecnologías y prácticas amigables con el medio ambiente no solo contribuyen a la sustentabilidad del sector, sino que también pueden convertirse en un diferencial clave para posicionar nuestros productos en mercados exigentes.
La demanda global está cada vez más orientada hacia sistemas de producción responsables y con menor impacto ambiental, por lo que fortalecer este aspecto permitirá mejorar la competitividad y el acceso a nichos de alto valor, fundamentales para un país agroexportador como Uruguay.
Por último, el sector arrocero es el principal usuario y posee el mayor know-how en cuanto al manejo del riego. La contribución de la investigación en INIA ha sido desde la asociación con empresas privadas para el desarrollo conjunto de tecnologías de nivelado de precisión del suelo para optimizar el riego en distintas modalidades, hasta la evaluación y desarrollo de variedades de soja con mayor tolerancia a suelos de drenaje imperfecto o bajo riego suplementario
- ¿Cómo describirías la actualidad del sector arrocero nacional en cuanto a la aplicación de las nuevas tecnologías en consecuencia de la investigación?
- Un claro ejemplo de este vínculo es que actualmente más del 70% del área arrocera en Uruguay se siembra con variedades desarrolladas por INIA, lo que refleja la confianza del sector en la investigación nacional.
En los últimos años, la generación de tecnología privada también ha cobrado relevancia en el sector, lo que ha permitido robustecer aún más sus capacidades. La coexistencia de investigación pública y privada abre oportunidades de complementariedad, potenciando la innovación.
