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La ganadería sorprendió

La faena anual será la más alta en doce años y habrá crecido por quinto año consecutivo.

 

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Por Rafael Tardáguila

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Las expectativas para la ganadería en 2018 eran de contracción. Todas las proyecciones indicaban que, como consecuencia de una menor oferta de novillos, la faena caería y eso haría disminuir los volúmenes de exportación. Pero al finalizar el año los números son bastante mejores de lo que se pensaba.

En efecto, la oferta de novillos para faena bajó. Pero los frigoríficos lograron más que compensar este descenso con un fuerte crecimiento de la matanza de vientres, tanto vacas como vaquillonas. Al pasar raya, el Instituto Nacional de Carnes proyecta una faena anual de 2,36 millones de vacunos, unos 20 mil más que en 2017. Lejos de bajar, aumenta. Los vientres serán la mitad del total faenado, cerca de 1,2 millones, y los novillos el 48%, con un moderado descenso anual que se ubica en 1,13 millones.

La actividad de la industria será la mayor desde 2006, doce años atrás, y la tercera más alta de la serie histórica. Además, habrá crecido por quinto año consecutivo.

El recalentamiento de los precios del ganado gordo permitió un desvío mayor de vientres a los frigoríficos. En los últimos meses el valor de la vaca puesta en planta es alrededor de US$ 90 a US$ 100 por cabeza superior a lo que se paga por las vacas preñadas en las pantallas. A este estímulo para liquidar vientres, se suma la difícil situación del sector lechero que ha mantenido y elevado la liquidación de vacas, contribuyendo a la tendencia.

La preponderancia de China como destino exportador ha favorecido la actividad con vacas, dado que en ese país, en general, todavía no hay mayor distinción o preferencia por carne de novillo.

Esta mayor actividad y precios del mercado mundial, sostenidos por la demanda de China, permitió que la facturación por exportación haya alcanzado en 2018 una cifra récord en términos corrientes de US$ 1.600 millones. China fue el destino de más del 50% del volumen exportado y una proporción mayor en el caso de las menudencias. También el gran responsable del aumento del valor medio de exportación a un eje de US$ 3.500 por tonelada carcasa.

Volviendo al procesamiento de vientres, que alcance niveles excesivos es comida para hoy y hambre para mañana, porque se atenta contra el stock y la futura disponibilidad de animales para faena. Aunque se está lejos de poderse hablar de un período de liquidación, dado que eso implicaría precios, justamente, “de liquidación” -que no es lo que se ha dado este año- es una tendencia a tener en cuenta.

Las expectativas para el 2019 son, nuevamente, de un descenso en la faena. Está todo dado para que eso pase. Los novillos terminados serán todavía menos que este año; así lo indica el dato de existencias vacunas, con la menor cantidad de novillos desde que se llevan registros a principios de la década de los años 1970. Lo que debería hacer que una relativamente alta porción del precio de venta del complejo cárnico quede en manos del sector productor, con márgenes exiguos para los frigoríficos. Parece difícil que vuelva a compensarse con una mayor cantidad de vientres. Si lo hace, comenzarán a sonar alarmas el sobre el rodeo.

Desafíos. Uruguay se mantiene excesivamente caro para la actividad productiva. Los costos impositivos, las tarifas públicas, los salarios y todo lo que sea en pesos uruguayos, al pasarlo a dólares -más allá de la valorización de esta moneda en los últimos meses- siguen siendo altos. Y año electoral mediante, parece difícil que en 2019 se transite por un camino devaluatorio más alto que la inflación.

Guillermo Crampet

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