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En Chicago los precios siguen bajo el asedio de factores bajistas, unos más reales que otros

Ejercen presión sobre el valor de los granos el buen estado de los cultivos estadounidenses, las abundantes ventas de soja de Brasil y la posición vendida de los fondos de inversión; persisten las dudas en torno de las cifras del USDA para la cosecha gruesa en Sudamérica

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Soja en Rocha.
María Inés Rovella.

Son varios los factores que generaron una fuerte caída de las cotizaciones en Chicago durante lo que va de julio. De ellos citaremos cuatro. El muy buen clima en el cinturón sojero/maicero estadounidense junto con la muy buena evolución de los cultivos (según el USDA), que plantean la hipótesis de una muy probable recuperación de los stocks en dicha nación (dato clave).

En segundo término, una muy agresiva actitud vendedora de los fondos de inversión en dicha plaza (récord), que puede ser vinculada con la persistencia de altas tasas de interés por parte de la Reserva Federal de EE.UU. (cae el atractivo por las commodities y las cotizaciones de la soja operan “en espejo” con las tasas).

En tercer lugar, la marcada estacionalidad exportadora de Brasil en soja (entre 12 y 14 millones de toneladas mensuales en el período marzo/junio), con guarismos que se ubican por encima de la demanda china en dicho período.

Y, por último, un reporte del USDA del 12 del actual que nuevamente resultó bajista para Chicago, aunque los datos que el organismo maneja para la cosecha gruesa sudamericana sean absurdos (particularmente en maíz).

Podríamos agregar, tal vez, la hipótesis de un triunfo de Donald Trump en las elecciones estadunidenses y una recreación de la guerra comercial con China (impacto negativo sobre la soja).

En semejante contexto, la soja en Chicago no pudo sostenerse y los valores cedieron. Poco importa (por el momento) que la ecuación económica de los farmers estadounidenses haya ingresado en terreno negativo (situación que se repite también en Brasil) o que las cotizaciones de la oleaginosa en Chicago ajustadas por inflación estén por debajo de 1990 (cuando China “no existía”). Pero, como decimos siempre, es necesario saber manejar los “tiempos del mercado”.

En nuestro país las bajas no fueron tan pronunciadas. No obstante, es necesario distinguir entre productos. El trigo disponible continúa divorciado del mercado internacional y evolucionando al compás de la pulseada interna con la molinería y bajo el amparo de las ventajas arancelarias en Brasil.

El maíz también opera ajeno a los avatares de Chicago. Aflojando sí, pero con ofertas muy por encima de las paridades FOB. La soja soportó bien las bajas externas, aunque subsisten las quejas por el tipo de cambio utilizado por los compradores para las operaciones forward (“intervencionismo mata mercado”, versión Milei).

Para la nueva campaña no basta con imaginar el desarrollo del mercado internacional. Si así fuera, el escenario para el ciclo 2024/2025 es más que desafiante. Pero las decisiones que pueda tomar el Gobierno en materia de políticas hacia el sector son cruciales. Así, no va. El productor argentino se ve obligado a evolucionar en clara desventaja frente a nuestros habituales competidores (estadounidenses y brasileros, en maíz y en soja) con grados de discriminación inaceptables en este contexto de precios.

Habrá que estar muy atentos a eventuales anuncios y estar preparados para una toma de decisiones muy compleja. La utilización de ingenierías comerciales se impone claramente y el conocimiento del balance de oferta y demanda interno de cada producto será más clave que nunca.

Fuente: escribe Enrique Erize para La Nación Campo

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