Gonzalo Ducos | Director de Agrofocus | [email protected]

Sabían ustedes que los toros en los finales del 1770 eran utilizados para recaudar en eventos públicos y a través de esa recaudación se construían obras públicas como hospitales y mejoras urbanas como el empedrado de las calles y que el lugar de esos espectáculos era en la plaza matriz? Después del año 1796 los espectáculos de las corridas de toros se movieron a la Plaza de toros de la Unión, que permaneció activa hasta que la ley 2017, del 1890 prohibió en todo el territorio nacional el espectáculo publico designado “corridas de toros”.
Está comenzando una nueva zafra de toros, con expectativas positivas climáticas para la ganadería y con algunas incertidumbres en los precios que, sumado algunos otros factores, hacen que el negocio pase por un momento de stress complicado.
En el gráfico, según datos del Inac, se aprecia cómo viene siendo la relación hacienda exportación de los últimos dos años. Desde julio del 21, a setiembre 22 vemos un periodo en donde esa relación estuvo más favorable a la hacienda (el precio del novillo estuvo por encima del promedio histórico); desde setiembre 22 a setiembre 23, se nota un cambio de esa “tendencia” donde los picos de momentos a favor de la hacienda son menores, pero además se ven varios momentos por debajo del promedio, en donde el novillo valió menos que lo que indica esa relación histórica. Diría un amigo: se terminó un momento muy bueno y ahora volvemos al electrocardiograma de siempre.
Ahora, analicemos algunas cosas. China, el principal mercado de nuestras carnes, ha devaluado cerca de un 10% en dos meses. Una forma de mejorar su competitividad afuera, pero si quieren comprar carne al mismo precio en yuanes, la tonelada en dólares vale 10% menos, algo que incide de manera real en los precios. La cadena de distribución de carne, según operadores que actúan en el mercado chino, está saturada de mercadería, por lo que la presión de compra está lenta. Brasil ha sido una máquina de exportar carne a precios muy competitivos, lo cual nos afecta directamente. Los costos no transables de la industria (lo que no es hacienda) vienen teniendo ajustes al alza, por la baja del tipo de cambio interna y los aumentos de costos internos. Y, si además miramos que la evolución del endeudamiento de la industria frigorífica, según la Cámara de Industrias, aumentó un 20% en el último año y medio, vemos que son todas cosas que condimentan un escenario desafiante para los próximos meses, en donde hay un mercado de la carne entreverado como decíamos y una situación en donde la industria deberá acomodar algunos de sus indicadores, lo cual inevitablemente se transfiere a precio. Una luz en el túnel al menos son los precios en EE.UU. y en Australia que son mejores que los que actualmente obtenemos nosotros y que el clima nos sería favorable durante la primavera y el verano.

La zafra de toros que está comenzando, tiene todos estos desafíos por delante, teniendo que vender los algo más de 7 mil toros que se ofrecen en los remates y exposiciones, sumados a una larga lista de negocios que se dan a nivel de campo. La clave para cualquier cabañero, más allá de los precios, es que su genética se venda, que se disemine. Después viene el tema de los precios a los que cada uno comercializa esa genética, existiendo cabañas destacadísimas y otras no tanto. En general, los toros se comercializan con Datos (información para la toma de decisiones) y lo que se ve cada vez más es que esa inversión en genética se paga y rápidamente, vemos en los remates de reposición que los lotes de ganados buenos, más allá de su raza y del corazón que cada uno de nosotros tenga, presentan diferencias significativas en los precios que se obtienen por ellos.
Datos de la producción nos permiten ver que cuando pesamos recrías o invernadas donde permitimos que la genética se exprese, se ven diferencias. Es sencillo, animales comiendo lo mismo, con manejos iguales, presentan ganancias sistemáticas muy marcadas. Hace muchos años, un conocido consignatario que ama ser productor de buenos animales para la industria y que pesaba con una rigurosidad envidiable, tenía bien claro qué DICOSES él debía comprar sí o sí para sus invernadas y cuáles prefería no llevar a su campo. Tenía claro que había eficiencias bien distintas y que la genética era una parte bien importante de esas diferencias.
¿A dónde queremos ir con esto? Es como se dice habitualmente: la genética es una inversión, el uso de buenos toros, sanos y certificados por su calidad es relevante, más allá de la raza que me guste o del cruzamiento que piense que tenga que hacer en mi empresa. El Uruguay debe seguir aumentando y mejorando el entore, de la mano de una genética que nos permita cada año ver más y mejores animales en nuestras pampas, que nos permita alcanzar los 3,5 millones de terneros y que, sumado a todos los avances que se van dando en la mejora de nuestra ganadería, nos siga permitiendo ser uno de los mejores productores de carne vacuna del mundo. Hasta la próxima.