Publicidad

El campo, la seca y la inflación

La seca se agrava día a día y las lluvias que aparecen son tardías, aunque valiosas. El desafío es mantener las estrategias de mediano y largo plazo, porque el escenario de mercados es positivo. Adaptar el crédito y corregir el atraso cambiario son asuntos clave.

Nicolás Lussich.jpeg

Son días de múltiples preocupaciones en el campo, en los que se intenta que no gane la desazón por la seca y mirar a largo plazo. No es fácil: por más que se levante la mirada al horizonte, en buena parte del país lo único que se ve es campo seco, aguadas sin agua o mermando y cultivos golpeados, algunos ya secos. Los ganados empiezan a perder estado seriamente en algunos pagos.

La lluvia de este fin de semana vale oro, aunque llega tarde. Los maíces ya están casi todos jugados, pero varias chacras de soja aprovecharán los milímetros para mantener el ciclo y -si se engancha otra agua- rendir al menos algo que cubra parte de los costos. Cualquier monedita sirve.

El golpe de la sequía es difícil de estimar, pero lamentablemente pinta para ser histórico. Las cosechas previas fueron muy buenas y compensarán -al menos parcialmente- el duro golpe de este verano. Pero es clave tener apoyo financiero razonable para que la actividad siga adelante. El antecedente de la seca 2017/18 es una referencia para tomar: en aquel momento se actuó -en general- con criterio razonable desde las instituciones financieras, postergando amortizaciones, alargando plazos y permitiendo que las siembras sigan. Hubo mayores costos financieros, pero la actividad siguió y la agricultura pudo llegar a este nuevo ciclo de crecimiento, hoy afectado por la sequía.

El panorama de mercados mantiene un perfil auspicioso: la demanda global de granos sigue creciendo, con las fluctuaciones habituales, y la oferta de los productores de todo el mundo brega para cubrir dicha demanda. En cuanto hay un problema serio con algún productor relevante -como es el caso hoy de Argentina- los precios reaccionan. Es el caso particular de soja y maíz. En trigo las cosechas de Rusia y Australia son muy buenas y se espera más siembra en EEUU, por lo que el precio está más presionado. Pero no son niveles malos y hay opciones.

Agridulces

La sequía ha golpeado duro a la ganadería, en especial en algunas zonas del norte y centro. La preocupación no es solo por el pasto disponible ahora (mínimo) sino por la oferta que puede armarse para el invierno. Se vuelve imprescindible hacer verdeos lo más temprano posible, pero es fácil decirlo: hay que pagar los insumos (semillas, fertilizantes, etc.) y los costos -si bien se han moderado en algunos casos- pesan a la hora de hacer las cuentas.

Con la vuelta de China a la movilidad, el consumo de carne se está reactivando y los precios de exportación mejoran. El consumo de carne vacuna es mayoritariamente fuera del hogar y por eso es tan relevante que se haya superado el Covid 0 en el principal mercado. Además, en Europa el Hilton está firme, en parte porque Argentina tiene poca oferta, en parte porque -también- el consumo de carne vacuna se asocia a mercados de alto poder adquisitivo, con cortes valiosos, mucho del cual se hace fuera del hogar.

El precio externo se va trasladando al ganado para faena (gráfica). En este escenario irrumpió el caso de vaca loca en Brasil, que encendió todas las alarmas y obligó a dicho país a suspender las exportaciones. Es posible que la salida del mercado sea más breve que en la ocasión anterior, porque ya hay experiencia acumulada y Brasil reaccionó rápido y de manera transparente.

1 Precios de la cadena cárnica US$.jpg

En cualquier caso es un dato alcista, pero no como para festejar: ganaderos y empresarios de la industria local reiteran siempre que no es bueno que el producto que los involucra esté comprometido por un caso sanitario, por más que sea en otro proveedor.

2 Precios de la cadena cárnica $.jpg

Pero lo más relevante es que, si no se genera la oferta, el efecto alcista del episodio no rendirá mucho y -por el contrario- puede ser más inflacionario que productivo: los buenos negocios y el desarrollo de los sectores se concreta cuando oferta y demanda crecen juntas con productividad y rentabilidad.

La preocupación inflacionaria viene al caso porque estamos con un problema de precios relativos que se está poniendo complicado. Ante el pico de inflación del año pasado, importado y exacerbado por la guerra, el Banco Central reaccionó subiendo la tasa de interés. El asunto tiene su precisión técnica, pero -visto a grosso modo- es sencillo: se aumenta la tasa de interés para que circule menos dinero, haya menos crédito y más ahorro. Es una decisión que afecta el crecimiento económico en aras de bajar la inflación. En Uruguay (economía bi-monetaria) el efecto asociado es una caída del dólar, con un retraso cambiario reconocido por el propio Banco Central y por el Consejo Fiscal Asesor.

A la política monetaria le está faltando una base mayor: que los uruguayos usen más (mucho más) su moneda. La idea de ir a fondo con la tasa y no intervenir en el mercado, tiene implícito el concepto de que -a la larga- los actores aprenderán a que no hay compromiso cambiario y hay que hacer coberturas o usar pesos. La letra con sangre entra. Sin embargo, esto puede tener costos muy altos, no solo para los exportadores de bienes y servicios, también en el mercado inmobiliario y la economía en general.

En los próximos meses confluirán sobre los precios al consumo dos tendencias opuestas: una caída de las variaciones interanuales porque la base era alta (pico de inflación el año pasado). En este sentido, la carne debería ayudar, porque se compara con el aumento del año pasado (gráfica). Los precios externos mejoran pero la caída previa fue muy fuerte y no parece razonable que suba mucho al público. Si falta, la importación tendrá un rol.

Pero al mismo tiempo aparecerá el efecto de la sequía en varios alimentos, no solo frutas y verduras. Es especialmente aguda la suba en el maíz, lo que tendrá repercusiones en varios derivados de producción animal (gráfica). Para el productor es un magro consuelo, porque lo que falló es la producción.

3 Precio del maíz.jpg

Y en Uruguay la indexación está a la orden del día: se ajustan precios (incluyendo salario) por inflación pasada y los aumentos de precios transitorios se vuelven, en buena medida permanentes. En consecuencia, el riesgo es que -ante un aumento de precios por sequía- el Banco Central siga manteniendo el sesgo contractivo, con un panorama de precios internacionales ya no tan auspicioso como el año pasado y con un dólar que seguiría aflojando, lo que hará que los costos en dólares sigan subiendo. En una economía que ya muestra síntomas de frenada, no parece lo mejor.

4 Uruguay, salario en dólares.jpg

El Banco Central no puede estar solo en esta estrategia de ampliar el alcance de su política monetaria. El problema es que des indexar en Uruguay no es sencillo: hay que trabajar en la política salarial, en las tarifas, en mercados de servicios. Y estos asuntos suelen ser más conflictivos que definir la tasa de interés (tarea ya desafiante de por sí). Pero solo los cambios que cuestan valen. A la larga, la cuestión es si la economía (la sociedad uruguaya) puede sostener el nivel de los salarios locales (el costo no transable por excelencia) en los récord que exhibe hoy medidos en dólares (gráfica). Sin duda Uruguay ha avanzado en varios planos y se destaca en la región. Y es cierto que el dólar ha perdido fuerza por la gran expansión monetaria que ha hecho EEUU ante las crisis. Pero ahora el billete verde se muestra más firme porque su banco central (la Fed) aumenta su tasa de referencia. En este nuevo escenario el riesgo es quedar fuera de competencia.

Publicidad

Publicidad