Publicidad

De la Bichera al Riego

Pablo Carrasco.jpg
CAMILA_ALDABALDE

¿Por qué un sector que genera 1 de cada 4 dólares que produce Uruguay tiene en el transcurso de esta década una agenda tan baladí? Ya que más allá de la semántica de las propuestas, los candidatos convergen al riego como al santo grial para cuando haya quedado atrás el paradigma de la erradicación de la bichera.

La complejidad de la situación agropecuaria por estos tiempos contrasta con el “abracadabra” de los programas electorales y bien valdría la pena detenerse a razonar sobre lo que hay detrás de este frívolo tratamiento.

“Pero aquí abajo, abajo el hambre disponible recurre al fruto amargo de lo que otros deciden” decía Benedetti. Entonces veamos lo que está ocurriendo aquí abajo.

Por aquí abajo, los productores de menos de 500 hectáreas tienen fecha de vencimiento a la vista y son incapaces de huir hacia adelante mediante la inversión.

Por aquí abajo deben solventar con el resto de la sociedad, un estado que pesa 35 puntos del producto y que no obstante ello pide prestados 3000 millones de dólares por año. Lo debe hacer vendiendo sus productos con un dólar minusválido y con un 60% de impuestos ciegos.

Por aquí abajo el sector agropecuario paga sus impuestos con una cantidad creciente de su producción constituyendo el único sector al que se le ha subido la presión fiscal sin solución de continuidad.

También por aquí abajo hemos sido señalados con el dedo del Banco Central para ser uno de los perdedores. Es verosímil la defensa que realiza el BCU sobre no intervenir en el valor del dólar porque en realidad manosea de todas las formas posibles el valor de la otra moneda: el peso, y con ello se ha vuelto un agente decisivo en la distribución de la riqueza que nadie autorizó.

Porque aquí abajo nuestra gente tiene que tolerar una maraña de regulaciones, permisos, inscripciones y otras barbaridades que se basan en la falsedad socialista histórica de que la tierra no es de su propietario, es de todos. Deberá abrir su portera para que le pongan un chip a su maquinaria, para que le digan lo que sembrar, vean donde guarda los remedios y como trata a los perros. Deberá viajar kilómetros por pésimos caminos para que un administrativo policial le ponga un sello a su guía sin tener la menor idea de que se trata lo que está haciendo.

Porque aquí abajo todavía no estamos enterados que tenemos las llaves del reino para cualquier contribución a la mitigación del cambio climático y para cuando la política se percate lo veremos cosechado por gente recién llegada al sector.

Porque aquí abajo tenemos que soportar que una parte enorme de lo que exportamos se lo queden las aduanas de nuestros importadores. Aquí abajo, abajo, no podemos tener sociedades anónimas que nos ayuden a integrar capital.

¿Qué nos pasa? ¿Por qué esta grosera y flagrante separación entre la política y la producción? ¿Es la cantidad de votos? ¿La incapacidad de nuestros voceros de entenderlo y transmitirlo? ¿inconsciencia de la política sobre la importancia del agro?

Demasiadas preguntas sin respuestas. Lo que puedo asegurarle al lector es que mi vida empresarial por su escala está fuera de prácticamente todos los riesgos. Si mañana nuestro país se recorre por avión o si los citadinos sustituyen a nuestros productores, allí estaré. Mi único desvelo es que no es el país que sueño.

Publicidad

Publicidad