Ing. Agr. Pablo Carrasco

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Un constructor cobra por una obra un millón de dólares, lo deposita en un banco y el banco se lo presta a alguien que quiere poner una panadería. El futuro panadero requiere los servicios del constructor al que paga el millón de dólares por su trabajo y éste nuevamente lo deposita en el banco.
Hasta el ortodoxo más liberal tiene en su caja de herramientas el subsidio sectorial flagrante y explícito. Claro que, a la vez, en tanto liberal, resultará exigente sobre las condiciones imprescindibles y garantes de que lejos de ser un costo, sea una inversión rentable para el particular y la sociedad. Seguramente en una escala de valor, el impuesto al gasoil para subsidiar al transporte capitalino sea el cero mientras que el subsidio a los inicios de la forestación se encuentre en un podio virtual.