Creado por ley a fines de los años 40, el Instituto Nacional de Colonización (INC) desplegó una actividad intensa en sus primeras décadas, pero luego la economía del país entró en declive y crisis. Ya en tiempos más cercanos, el histórico cambio en la demanda externa por productos del campo (China mediante) junto a medidas de apertura en varios agronegocios, cambiaron significativamente el panorama de la producción rural, que se ha multiplicado en volumen y valor. Así, hoy la tierra -lejos de ser un bien de bajo valor y “colonizable”- se valorizó como nunca (gráfica) y es difícil encontrar campos sub explotados. Los hay (incluso en algunas colonias) pero la demanda por campos es alta. La tierra vale.

De manera que el INC como herramienta de política concebida en tiempos del segundo batllismo, hoy luce atávica, sin el escenario ni los fundamentos para cumplir con mínima efectividad los objetivos con que fue creada y con un retorno social bajo. Aún así, en los primeros gobiernos del FA -con una economía más dinámica y convicciones ideológicas avaladas por el voto ciudadano- se retomó la compra de campos por parte del INC, buscándose también actualizar las modalidades, promoviendo más las unidades asociativas. En algunos casos fueron buenas experiencias, en otros no tanto.
Las políticas que implican ayudas o subsidios sociales deberían tener tres condiciones imprescindibles: transparencia, evaluación y un plazo de finalización (con eventual continuación, reforma o culminación). El INC ha tenido poco de todo esto, aunque se han hecho esfuerzos recientes. El nuevo gobierno del Frente Amplio está comprometido -y así lo reafirmó el Presidente Orsi- en comprar 25.000 hectáreas más a la cartera de tierras del INC; tiene la legitimidad política de hacerlo, pues fue uno de sus compromisos de campaña electoral. Esto no quita que sea necesaria una evaluación a fondo de estos procesos.

Porque el retorno económico-social del INC es cuestionable. Los colonos arrendatarios pagan arrendamientos al INC por debajo del precio de mercado (un subsidio para el acceso a la tierra). Un trabajo reciente de la Unidad de Seguimiento y Evaluación de Procesos Colonizadores, publicado en el Anuario de Opypa de 2021*, establece que -en promedio y para el período 2017-2020-, las rentas que cobra el INC fueron del 42% del valor de mercado. Es decir que hubo un subsidio implícito de casi 60%. Considerando que la tierra en arrendamiento del INC es el 75%, se puede estimar entonces que hay un subsidio implícito de entre 20 y 23 millones de dólares anuales a los productores colonos del INC. Por supuesto, esto no es una pérdida contable (el INC tiene resultado positivo). El punto es si el retorno de ese gasto es suficiente en términos socio-económicos. Porque -más ahora con nuevas compras- las inversiones (aunque muchos quieran ignorarlo) tienen costos de oportunidad; más en el caso de Uruguay, con múltiples demandas hacia el Estado y cuentas deficitarias.
Hay experiencias diversas en las colonias, desde las primeras instaladas hasta las más recientes. Pero no puede negarse que, en muchos casos, el resultado no ha sido satisfactorio, con varias parcelas subarrendadas a otros productores que agrandan su explotación. Esto expone las contradicciones que están en el fondo de este asunto y que ponen al INC a contramano de la historia.
Campo-ciudad.
A nivel global la gente, en vez de migrar de la ciudad al campo, ha hecho lo contrario (sobre todo los jóvenes). Ya en 2007 la población mundial urbana superó a la rural y la tendencia sigue. La urbanización ha sido inexorable, si bien las nuevas tecnologías podrían atenuar la tendencia (trabajo online, etc). La idea fundacional del INC de arraigar gente en el campo, tal vez fuera razonable en otros contextos (muchos países basaron su consolidación política en el arraigo de personas en ciertos territorios), pero hoy es como luchar contra corriente.

Se argumenta que hay fundamentos para una “nueva ruralidad”, pero no implica una “vuelta atrás” al arraigo y la parcela, sino una nueva dinámica de las poblaciones (urbanas) en vínculo directo pero moderno con la producción circundante. La forestación ha desarrollado ejemplos interesantes, con varios “pueblos forestales” con buena calidad de vida y la mayoría de su gente viviendo, directa o indirectamente, del rubro forestal, residiendo en el pueblo y trabajando en el campo. Y hay decenas de poblaciones de la “nueva ruralidad” en una dinámica similar con la ganadería, la agricultura y -por supuesto- la lechería. Es una población “urbana” pero de directo vínculo con el trabajo rural, como empleados o en empresas de servicios.
La tierra o las personas.
Otra de las tendencias claras de las políticas agrarias en todo el mundo ha sido virar del apoyo o el subsidio a la producción (indirecto) al apoyo directo a las personas, más efectivo en términos sociales, menos costoso y distorsivo de los mercados de productos e insumos. La experiencia europea en este sentido es clara y también -en menor medida- la de EEUU. Apuntar a subsidiar la tierra sería el caso extremo de apoyo a la producción (subsidiar el factor de producción principal). Aquí también se corre el riesgo de ir a contramano.
Una política inteligente de tierras para favorecer el acceso de nuevos productores puede tener fundamento (otra vez, si es transparente, evaluada y con plazo), para personas que -con experiencia en producción rural, familiar o asalariada- quieran iniciar una producción. Es el concepto que está detrás del reciente comunicado de las gremiales lecheras.

Pero sin perder de vista que la mayoría de los nuevos productores se han hecho un camino sin esta ayuda, arrendando campo (en general con algún socio), plantando, criando y perseverando. El INC ha ayudado a algunos, pero obviamente han ayudado más las familias, algunas agroindustrias, inversores, bancos, cooperativas. Con el imprescindible esfuerzo de la propia persona que busca un futuro mejor.
La reciente discusión sobre la compra de la estancia María Dolores denota otro problema costoso para la sociedad uruguaya: la falta de continuidad en las políticas y la imposición de la discusión político-partidaria de corto plazo, sobre consensos de largo plazo. Claro: hay visiones tan distintas que es difícil articular.
Entre 2013 y 2019 (gobiernos del FA) el INC compró más de 80.000 hectáreas. Obviamente, la adjudicación no es inmediata, pero al comenzar el gobierno de la Coalición, había miles sin adjudicar y a eso se apuntó, reduciéndose drásticamente las compras. Ya en 2023 se adjudicaron más de 10.000 hectáreas de la cartera del INC a unos 100 nuevos emprendimientos. Los detalles de este proceso están en la web del INC **.

Toda esta gestión para promover la producción familiar y nuevos establecimientos, se hace remando contra una corriente abrumadora e inexorable: menos productores, más grandes. En efecto, tomando el caso de la lechería (y se aplica a casi todo el resto de los rubros) el crecimiento ha ido de la mano de la mayor escala (gráfica). Esto no quiere decir que la dinámica social no sea virtuosa: hay decenas de empresas de servicios, trabajadores y profesionales que se suman a los agronegocios. Como me dijo una vez el propio Pepe Mujica: “agrándate o vete” ***. El histórico líder del MPP lo veía con claridad; con la lechería en el corazón buscaba atenuar esos embates, pero era realista.
Ahora el INC anunció una compra en tierras ya totalmente colonizadas. Dicho de otra forma, más que colonizar busca competir contra el agronegocio dinámico y pujante (el campo iba a ser comprado por un productor-industrial frigorífico uruguayo para aumentar la producción de carne… me pregunto si los trabajadores de la industria frigorífica tienen algo para decir).
El anuncio fue en el emotivo discurso del Secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, cuando el féretro del ex presidente Mujica pasó frente a la sede del MLN. Ovacionado por los presentes, fue una suerte de reivindicación histórica. Pero para quienes en el MGAP buscan hoy articular una política de apoyo a la producción familiar más potente y pensada, más que apoyo se les generó un problema. Colonización tiene una reforma profunda pendiente
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* Análisis de las rentas en la tierra en arrendamiento del INAC. Anuario Opypa 2021.
** Datos globales de la política de tierras del Instituto Nacional de Colonización. Unidad Seguimiento y Evaluación de procesos colonizadores. Julio 2024.
https://www.colonizacion.com.uy/documents/20182/44228/240724_Documento_1_1.pdf
*** Es una traducción a “get big or leave”, un enunciado de la discusión sobre políticas agrarias en EEUU en los años 70, que Mujica siguió con particular interés.