Publicidad

La nueva normalidad en el agro

Un ejemplo de cómo se vive en la campaña en tiempos de cuarentena por el Covid-19.

imagen-dsc-0143.jpg

Pablo D. Mestre.

Ya no se trata del “día después”, todos debemos adaptarnos a “la nueva normalidad”, que vendrá tras esta pandemia, como aseguró el presidente Luis Lacalle Pou hace unas horas.

Es que esta realidad hará que se vayan ajustando las ya famosas tres perillas que menciona el primer mandatario: la sanitaria, la social y la económica, pero seguramente nada será igual que antes.

O sí.

Algunas cosas no cambian en la campaña uruguaya.

Sino, vale repasar este ejemplo de un productor del departamento de Treinta y Tres, Diego M. Rodríguez, que se puede extrapolar a todo el Uruguay.

Dijo que en la campaña del siglo 21, cuentan con casi las mismas comodidades que en cualquier ciudad del país. “Estamos atentos a la realidad del mundo del Coronavirus y la evolución del día a día”.

La medida que tomaron desde que se instaló el virus fue trabajar a porteras cerradas, “nosotros no salimos, pero tampoco entra nadie”.

Es aquí donde entra en juego la confianza.

Comentó que días atrás fue un consignatario a mirar un lote de novillitos, “se lo dejamos en la manguera encerrados, y fue él quien los movió y los miró sin la participación de nuestro personal”.

Por esas horas recibieron también un camión de gasoil para la chacra, “dejamos la cisterna en una calle y el camionero bajó el gasoil solo y no tuvimos contacto”.

En ambos casos, Rodríguez contó que confiaron. “En el consignatario que no nos robó un kg en la balanza y en el camionero que no se lleva un litro adentro del tanque”.

Quizás la cuarentena la viven distinto, porque continúan trabajando igual que todos los días, “pero estamos comprometidos con la causa como lo están en la ciudad”.

Y puso un ejemplo que pinta la realidad. Nació el primer nieto de un funcionario del campo, muy gaucho, de unos 55 años de edad. “Nos enteramos y fuimos a felicitarlo y a librarlo para que se fuera a conocerlo. Sorpresivamente nos contestó que le habían mandado una foto de su nieto, y que iba a pasar un tiempo sin poder verlo porque el país estaba en crisis. Y dijo que si él iba a conocerlo podía traer “la bichera” para la estancia: “Eso debe ser peor que la garrapata”, me dijo con los ojos llenos de lagrimas y con el pucho en la boca”, contó Diego Rodríguez.

Otro ejemplo. El establecimiento se encuentra en costas del Río Cebollati, en la 7ª baja de Treinta y Tres, por lo cual reciben a muchos pescadores y cazadores. “El fin de semana pasado, los propios funcionarios se encargaron de pedirles amablemente a los pescadores (conocidos la mayoría), que evitaran arrimarse a la estancia al menos por estos meses”.

El productor, que sigue el día a día de la pandemia, del valor dólar, la caída del ganado gordo, la suba de los granos, y todos los vaivenes de la economía de estos días, dijo haberse emocionado al ver las colaboraciones de parte del sector agropecuario. “Porque, no sólo es quien va a sacar el país adelante, sino que lo haremos en forma silenciosa, para que nadie nos agradezca y nos pase la mano por el lomo. Porque no la necesitamos. El hombro lo vamos a poner igual”.

Y afirmó: “no sé cuándo ni cómo. Pero estoy seguro que vamos a salir”.

Este es sólo un ejemplo, que ilustra lo que se vive en el campo. Que será distinto el día después, no hay dudas. Ya los escritorios rurales están implementando cambios para que no se corte el mercado ganadero y a la vez cumplir con las exigencias sanitarias. Lo mismo en todos los rubros.

Pero una cosa es segura, la “nueva normalidad” seguirá manteniendo los valores de la gente de campo.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

Publicidad

Publicidad