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SARU: Un clásico de solidaridad y compromiso en la Expo Prado

Con más de seis décadas, SARU es un emblema del Prado que canaliza esfuerzos para brindar oportunidades a jóvenes rurales de todo el país

Expo Prado es, sin dudas, el escenario más importante para SARU. La participación no solo es una fuente crucial de financiamiento, sino que también permite conectar con el público y mantener viva una tradición de servicio.

En el vasto paisaje de la ruralidad uruguaya, el Servicio de Ayuda Rural del Uruguay (SARU) se erige como una de las instituciones más emblemáticas y duraderas, con un legado que se remonta a la década de 1940. Fundada con el propósito de brindar oportunidades educativas a las niñas del campo, SARU ha evolucionado a lo largo de los años, adaptándose a las necesidades cambiantes de las comunidades rurales y convirtiéndose en un actor clave en el desarrollo de estas zonas. Hoy, SARU es conocida por su destacada presencia en la Expo Prado, donde su trabajo en la parrilla y el kiosco no solo ofrece deliciosos platos, sino que también financia una labor social invaluable.

Beatriz Methol, presidenta de SARU, relató cómo comenzó esta organización que ha marcado la diferencia para tantas jóvenes rurales: “SARU empezó hace muchísimos años, a mediados de los años ‘50. Unas mujeres, señoras y matrimonios vinculados al medio rural, veían que las chicas de los hogares del campo, de la gente que vivía allí, no tenían acceso a liceo; terminaban en la escuela rural. Entonces, SARU hizo, construyó y alquiló hogares en los pueblos cercanos donde había Liceo y UTU para que fueran las niñas”. En aquel entonces, los varones tenían mayores oportunidades de empleo en el medio rural, pero las chicas quedaban en casa, sin opciones de continuar su educación. Así, SARU surgió para llenar ese vacío, ofreciendo hogares donde las jóvenes podían alojarse y estudiar.

La Conexión con la Expo Prado. Inés Uría, integrante de la comisión de SARU, destacó el momento en que la organización comenzó a vincularse con la Expo Prado, una relación que se ha convertido en fundamental para su financiamiento. “En 1962, aunque desde antes tambiém, Coca-Cola donó el kiosco aquí en el Prado, y la ARU nos dio los predios. La parrilla en su momento no tenía ni techo; era al aire libre, bien a campo, con unos fardos y mucha creatividad”, recuerda Inés. A partir de esos humildes comienzos, SARU ha logrado construir una infraestructura sólida en la Expo Prado, que incluye el icónico kiosco y la parrilla, donde año tras año se sirven comidas para recaudar fondos destinados a sus obras sociales.

La parrilla y el kiosco en la Expo Prado son más que simples puntos de venta de alimentos; son el corazón financiero de SARU. Como señaló Claudia Rossi, colaboradora e integrante de SARU, “es la fuente de financiamiento más importante”, aunque mencionó también que cuentan con el apoyo de socios, colaboraciones, donaciones... “Este año, la ARU nos ayudó con unas canaletas y unas chapas en la parrilla, lo que fue un gran alivio”, contó.

La participación en la Expo Prado no solo permite recaudar fondos cruciales, sino que también refuerza la visibilidad de SARU y atrae nuevos colaboradores y voluntarios. Una de las características distintivas de SARU es que toda su operación en el Prado se realiza gracias al trabajo voluntario. “Somos 40 más o menos las mujeres más activas. Y somos todas nosotras las que trabajamos. No se contrata personal, es totalmente voluntario”, enfatizó Claudia Rossi. Este compromiso voluntario no solo maximiza los recursos, sino que también fortalece la comunidad que rodea a SARU. “Participan nuestros hijos, familia, amigos... por eso nos rinde el dinerillo, porque no se derrama”, añadió entre risas.

El espíritu de SARU se refleja en la dedicación con la que estas mujeres preparan los alimentos que se sirven en el Prado. “Hoy estamos haciendo cazuelas. y congelando para tener para el Prado”, comentó Inés Uría, subrayando la labor constante y organizada que hay detrás de cada plato que se ofrece al público.

A lo largo de los años, SARU ha ampliado su misión más allá de la educación secundaria para niñas. Hoy, la organización apoya a jóvenes de ambos sexos en su formación técnica y profesional, con el objetivo de que regresen a sus comunidades y contribuyan a su desarrollo. “No es solo liceo; nosotros los apoyamos en toda la parte terciaria, en lo que quieren hacer en la UTU, carreras... Profesorados también, maestras... todo con la condición de que vayan quedando allí, no emigren a las capitales”, explicó Beatriz Methol.

Este enfoque en la educación técnica y la retención de jóvenes en sus comunidades rurales es fundamental para el desarrollo sostenido del interior del país. “Un chico que hizo una tecnicatura en arreglar celulares y computadoras hoy por hoy tiene su local en el pueblo, en Guichón”, señaló Inés Uría, como ejemplo de los logros que se pueden alcanzar cuando se brinda apoyo a los jóvenes del campo.

Claudia Rossi, colaboradora e integrante; Beatriz Methol, presidenta de la institución; e Inés Uría, integrante de la comisión durante el lanzamiento de la Expo Prado.

Más Allá de la Educación. Si bien la educación es el pilar central de SARU, la organización también se ha involucrado en otras áreas de necesidad en las comunidades rurales. “Aparte de los hogares que estábamos hablando y los becados que hay, después en Tacuarembó, en dos hogares, en el hogar estudiantil, que es municipal, siempre ahí tenemos cinco o seis becados”, comentó Beatriz Methol.

SARU también apoya iniciativas como el Club del Niño en lugares donde no hay escuelas de tiempo completo, y hogares juveniles en Carlos Reyles. Uno de los proyectos más antiguos de SARU es el apoyo al hogar de ancianos en Fraile Muerto, una obra que ha estado en marcha durante más de 65 años. “También tenemos hace seis años la Facienda de la Esperanza Femenina, que justo hoy cumple años, apoyamos a las chicas que están tratando de salir de la drogadicción y de las adicciones”, añadió Inés Uría.

Este amplio espectro de actividades demuestra el compromiso de SARU con el bienestar integral de las comunidades rurales, abordando tanto las necesidades educativas como las sociales.

La labor de SARU no se limita a pequeños grupos, sino que tiene un impacto significativo en la vida de cientos de jóvenes. “Adolescentes, te diría que son más de 500 las que acceden”, afirmó Claudia Rossi, al referirse a los beneficiarios directos de los programas educativos de SARU. Estos jóvenes no solo reciben apoyo para continuar sus estudios, sino que también son preparados para integrarse rápidamente al mercado laboral y contribuir al desarrollo de sus comunidades.

La Expo Prado es, sin lugar a dudas, el escenario más importante para SARU. “SARU es un clásico dentro del Prado y de la Expo Prado”, subrayó Beatriz Methol. La participación en este evento anual no solo es una fuente crucial de financiamiento, sino que también permite a la organización conectar con el público, ganar nuevos seguidores y voluntarios, y mantener viva una tradición de servicio que ha perdurado por más de 70 años.

Aunque la Expo Prado sigue siendo el evento central para SARU, la organización no descarta expandir su presencia a otros eventos. Sin embargo, como explica Inés Uría, “hasta ahora no hemos evaluado ir a la Expo Melilla... Es mucho el esfuerzo y el movimiento, y son poquitos días y es más lejos”. Aun así, SARU sigue explorando nuevas formas de recaudar fondos y ampliar su impacto, siempre con el objetivo de apoyar a las comunidades rurales.

A medida que SARU se aproxima a su 75° aniversario, la organización continúa evolucionando, adaptándose a los tiempos modernos sin perder de vista su misión original. “Es una obra muy antigua, de muchos años, que está vigente, que está actualizada y que las obras se pueden ver, que pueden ir y pueden verlas”, destacó Claudia Rossi. Con una base de voluntarios dedicados y una misión clara, SARU sigue siendo una fuerza vital en el desarrollo rural de Uruguay.

La historia de SARU es una historia de compromiso, de trabajo arduo y de solidaridad. A lo largo de las décadas, esta organización ha demostrado que, con dedicación y esfuerzo colectivo, es posible generar un cambio real y duradero en las comunidades rurales del país. Mientras siga existiendo SARU, las niñas y niños del campo uruguayo seguirán teniendo oportunidades para crecer, aprender y contribuir al desarrollo de su país.

<bsp-line>SARU realiza un impacto significativo en la vida de la juventud rural uruguaya, apoyando anualmente a unos 500 niños y adolescentes. Su labor se ve respaldada por más de 120 voluntarios que contribuyen a la misión de integrar a estos jóvenes al circuito educativo formal. Colabora con más de 13 instituciones educativas en áreas rurales, ofreciendo apoyo en el desarrollo integral de los estudiantes y sus familias. SARU se enfoca en superar barreras económicas, pedagógicas y psicológicas, proporcionando acceso a recursos educativos, asesoramiento jurídico y asistencia básica como alimentos y ropa. La misión de SARU es proporcionar herramientas necesarias para su desarrollo personal y futura inserción laboral en un entorno cada vez más tecnificado.</bsp-line><bsp-line></bsp-line>

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.
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