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Agricultores, ¿qué hacemos en 2019?

Las empresas deben tener escenarios probables y planes de contingencia.

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Es vital contar con un plan “B” en caso que el escenario planteado no se cumpla.

Por Fimix Agrofinanzas

En nuestro último artículo hicimos un resumen de los eventos más destacados en 2018. Todos los casos trataron de distintas situaciones que tomó el mercado de futuros, en primer lugar, y el de físico, después. Además, con los agentes económicos definiendo en dónde dejar su dinero.

En el caso de aquellos cuya lectura previa de los eventos y su estrategia coincidió con el mercado, hoy pueden contar las ganadas. Pero otros tuvieron una lectura errónea. Es que uno puede tomar decisiones buenas en un contexto, pero mañana quedan obsoletas si no se actualiza la estrategia ni se hace un seguimiento diario del mercado.

En marzo de 2018 la soja se pagaba en los puertos de Brasil a 210 centavos de dólar por bushel, equivalente a US$ 77 por tonelada superior a la cotización de Chicago. Tomando un precio de US$ 330 allí, en los puertos brasileños cotizaba a US$ 410 la tonelada.

El agricultor brasileño recibe pagos en reales por la bolsa de 60 kgs, en la moneda norteamericana logró alrededor de US$ 370 por tonelada, en promedio. Y esto sin considerar que los pagos en los últimos años anduvieron en el entorno de US$ 310-US$ 320 por tonelada, y menos también.

El chacrero vendió y decidió retener otra parte de su producción, convencido que la propia escasez llevaría a los compradores y exportadores de su país a pelearse por la mercadería y hacer subir más los valores.

Con lo que no contaba Joao Pedro (nuestro agricultor), es que China y EE.UU. estaban en las puertas de una guerra comercial de proporciones desconocidas. Porque de la noche a la mañana el precio de la soja, y de un montón de otros productos, se vino a pique. Y no hubo efecto escasez, clase media china, ni falta de harina argentina que hiciese posible evitar el porrazo.

El mercado corrige los efectos generados por las fuerzas que actúan en él. Los precios de la harina de soja subieron, efectivamente, por efecto de la escasez.

De hecho, China no le compra a nadie harina de soja, sino que procesa internamente con importaciones de poroto, por lo que la escasez fue un problema del mercado harinero, en el cual China no participaba, al comprar casi todo entre Brasil y EE.UU..

Los importadores de harina en el mundo, de alguna forma se abastecieron de productos sustitutos o cambiaron sus números vía menores stocks o ventas. Pero la suba de la harina era inevitable hasta el punto que apareciera un producto competidor.

En principio, la lectura de Joao Pedro es correcta, porque nadie tiene la bola de cristal para saber por dónde andarán los precios y, si hay alguien que se anime a sugerir los precios a los que cotizarán los productos primarios, entonces cabría preguntarle si invierte su capital bajo ese convencimiento. En caso contrario, uno no puede evitar quedarse mirando la fiambrera.

Los modelos matemáticos y econométricos manejados por quienes operan en la bolsa, fueron inservibles para predecir lo que ocurriría con los precios mundiales, dado que éstos se limitan a dar una visión de corto plazo de los movimientos técnicos del mercado, y no hacen una lectura de los fundamentos de oferta y demanda.

Este año, Brasil sufre una seca de grandes proporciones, con Estados como Paraná, el segundo mayor productor de soja del país, con una pérdida calculada en casi 6 millones de toneladas, lo que representa 30% menos que en 2018. Uruguay perdió 60% en la última zafra versus el año anterior.

La Reserva Federal de EE.UU. subió las tasas en diciembre y programaba más subas en 2019. Pero entre Trump y la realidad, ahora están cortando varillas, porque un aumento fuerte podría agravar el anémico crecimiento económico mundial.

Qué tiene que ver Joao Pedro con todo esto. Pues bien, este año su soja rendirá poco, los precios por el momento no invitan a vender, pero el crédito para aguantar las ventas se le está encareciendo. El problema no es que el precio suba, ya que eso pretende todo aquel cuyo ingreso depende de la cantidad y del precio.

Y acá no consideramos que Joao Pedro tiene que empezar a evaluar también sus ventas y los valores a los cuales activarlas, con lo que pueda terminar sembrando su colega John Peter, en Iowa, la próxima primavera boreal. Aunque si no vende, con cuáles opciones cuenta, y a cuánto, para cubrirse en Chicago.

El problema radica en cuál es el plan B en caso que el escenario que uno se planteó no se cumpla. Es primordial contar con las herramientas para poder afrontarlo, sin recurrir a medidas que puedan hacer peligrar la viabilidad de la empresa.

Qué pasa si falla lo que nos pintan los economistas y meteorólogos, así como es bueno dedicarse a lo que uno le gusta, es mejor todavía tener formas de enfrentar escenarios adversos para poder mantenerse, crecer y apostar a seguir produciendo.

Los escenarios más probables y los planes de contingencia deberían estar sobre la mesa de cualquier empresa. La estrategia lo es todo. No hay recetas, no hay más fórmula que el trabajo a conciencia. Así como se tiene prolijita la chacra de chinches, arañuela o cualquier otra plaga, también se debe cuidar y revisar los de una empresa, que depende de dar ganancia para poder seguir funcionando.

Guillermo Crampet

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