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La cría responde

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy

Se dice con frecuencia que la cría no responde a los estímulos del mercado, que es un sector sumergido que no toma las decisiones de manejo y tecnologías (por más baratas que sean) acordes a lograr el principal objetivo de ese eslabón clave de la cadena: producir una alta cantidad de terneros todos los años. Es un error, la cría responde, aunque lo hace a su paso, al ritmo que impone una fase crítica de la cadena ganadera.

Esto lo demostró, una vez más, el resultado del Taller de Gestación que anualmente se lleva adelante por parte de médicos veterinarios de todo el país, con la batuta de INIA Treinta y Tres y de Graciela Quintans. Con una importante muestra de más de 316 mil vacas diagnosticadas, la tasa de preñez fue de 82,1%, la segunda más alta de este siglo, solo detrás del año anterior (2024) cuando había alcanzado el récord de 84,1%.

Considerando un rodeo de cría en el invierno pasado de 4,25 millones de vientres y teniendo en cuenta una brecha histórica entre el dato del Taller de Gestación y el de destete al año siguiente de 9-10%, la cantidad de terneros destetados debería ubicarse en el entorno de 3,05-3,10 millones de cabezas, algo por debajo de la zafra anterior (cuyo dato todavía es estimado, ya que se sabrá en un par de meses), pero por segundo año consecutivo por encima de los 3 millones. No es poca cosa. Hasta el récord de 2024 solamente se habían superado los 3 millones de terneros en 2020 (y por muy poco, fueron 3,015 millones).

Esto no quiere decir que no vuelva a haber años malos desde el punto de vista climático en los que la tasa de preñez se vea afectada; obviamente, eso va a seguir pasando. Pero más importante que lograr altas tasas en los años buenos es lograr que los pisos en los malos sean más altos, que medidas tecnológicas y de manejo actúen como “buffer” e impidan una baja más significativa, la que repercutiría en los años siguientes a lo largo de toda la cadena, desde la recría, la faena y la exportación de carne e ingreso de divisas al país.

Y esto fue justamente lo que se pude advertir en 2023, cuando el entore se llevó adelante bajo una de las peores sequías de las últimas décadas, quizás comparable con la de 1988/89. Pues bien, ese año la tasa de preñez, de acuerdo con el Taller de Gestación de INIA Treinta y Tres, bajó a 71,2% de los 388 mil vientres diagnosticados. Fue la menor desde 2017, por lo que el impacto negativo fue claro. Sin embargo, la tasa fue 12 puntos porcentuales superior al 59% de 2009, cuando también se había dado una sequía, aunque bastante menos intensa y extensa que la de 2023.

Por lo tanto, la senda de mejora de la eficiencia de la cría se advierte tanto en los años buenos como en los malos y es el resultado -aunque algunos no lo quieran ver- de los avances tecnológicos, de la mejora del manejo y de políticas sectoriales que le han quitado volatilidad al precio del ternero, el más sensible de todos los precios ganaderos, porque es lo que toma en cuenta el criador para decidir mantener o no más vacas en el rodeo de cría, definiendo así el ciclo ganadero.

Producción anual de terneros.jpg

Entre estas decisiones políticas sobresale la exportación de ganado en pie. Más allá de que siempre será mejor agregarle valor agregado a la ganadería y exportar la carne de animales formados y no los terneros de menos de 1 año (con la consecuente producción de menos kilos por cabeza), quitarle volatilidad al precio del ternero es esencial para la cadena, fundamentalmente porque el criador es quien no le puede trasladar sus eventuales malos precios de venta a ningún eslabón anterior de la cadena por la sencilla razón de que es el primero.

La exportación de vacunos en pie se habilitó a mediados de la década de 1990, bajo la administración de Lacalle Herrera. Previo a ese momento, se producían en Uruguay, en promedio, menos de 2 millones de terneros por año. En los promedios cada 10 años a partir de entonces, la tendencia es claramente alcista hasta llegar a 2,86 millones en promedio entre 2017 y 2026 (con la salvedad de que los dos últimos datos de este período son estimados). El aumento es de más de 900 mil terneros por año, en promedio. Lógicamente, no todos ellos se deben a las virtudes de la exportación en pie para quitarle volatilidad a los precios de los terneros, pero sin dudas ha contribuido. La suba significativa de los precios de la carne vacuna en el mercado internacional, en especial luego de la irrupción de China como jugador clave desde el lado de la demanda a partir de mediados de la década pasada, es otro factor indudablemente beneficioso para los precios de todo el complejo ganadero, incluyendo el de los terneros.

El ministro de Ganadería, Alfredo Fratti, fue claro en que la exportación en pie seguirá abierta en el caso de los terneros, aunque puso reparos en la venta al exterior de novillos formados, corriente comercial que comenzó a darse en los dos últimos años. Incluso desde la industria, impactada por la salida de animales del sistema antes de que lleguen a peso de faena, se acepta que la exportación en pie es una decisión política beneficiosa en el mediano y largo plazo, más allá de que se recuerda la competencia desleal que implican los aranceles de tres dígitos para la exportación de carne a Turquía que inviabilizan la posibilidad de vender a ese destino.

La exportación en pie llegó para quedarse, como lo ha hecho en todas las ganaderías desarrolladas del mundo. No es la única, pero es una de las variables clave en el desarrollo de la cría y, en definitiva, de toda la cadena cárnica.

Se está llegando a las discusiones clave planteadas para este año: Presupuesto, salarios y los énfasis de la política económica para crecer, manteniendo y mejorando la estabilidad de precios. El problema es la competitividad.

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