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Mamá veterinaria: cómo Milagros Irureta combina el campo, la crianza y su vocación

Desde Florida, Milagros Irureta Goyena muestra en redes cómo es criar tres hijos y ejercer la veterinaria rural junto a su esposo. Una historia real que inspira a otras mujeres a no elegir entre familia y profesión

Milagros Irureta Goyena, mamá veterinaria.
Milagros Irureta Goyena, mamá veterinaria.

En el universo digital la conocemos como @mama_veterinaria. Pero detrás del perfil con más de 11.800 seguidores hay una mujer de carne y hueso que se divide entre la crianza de tres hijos, el ejercicio libre de la profesión veterinaria y la vida rural, que corre por sus venas desde la infancia. Su nombre es Milagros Irureta Goyena. Tiene 35 años, está casada con Leonardo Fros, también veterinario, y juntos han construido una forma de vida que fusiona trabajo, crianza y naturaleza. Una vida que no responde a los moldes, pero sí a los valores que marcaron su niñez en San Ramón.

Milagros se crió en una estancia en San Ramón, rodeada de animales, tareas rurales y la calidez de una familia numerosa. “Somos tres hermanas, y todas las mañanas ayudábamos en la estancia. Íbamos a clase de tarde, pero lo nuestro era el trabajo de campo: las mangas, el caballo, las ovejas. Desde que tengo uso de razón me gusta ese mundo”, recordó.

Su padre, sin hacer distinciones por género, las integró plenamente a las actividades del campo. “Siempre nos involucró, nos enseñó, nos valoró. Nos trató como si fuéramos varones, pero con ternura. Y eso me marcó. El valor del trabajo, el respeto por la familia y el deseo de formar algún día mi propia familia en ese ambiente quedaron sembrados muy temprano”.

¿Siempre quiso ser veterinaria?

La respuesta no es un sí rotundo, aunque la vocación se asomaba temprano. “No tenía ningún veterinario en la familia. Me gustaban los animales, sí, pero no tenía claro qué implicaba realmente ser veterinaria”, admitió. Hubo un momento en que la sedujo también la comunicación —escribía, hacía poemas, canciones— e incluso la medicina. Pero la vida la llevó de nuevo al campo: eligió Veterinaria y nunca más se bajó del caballo.

Estudió en Montevideo, en la Facultad de Veterinaria de la UDELAR. Allí conoció a Leonardo, su actual esposo y compañero de ruta. “Nos conocimos en Cimarrón (un boliche de aquella época). Después terminamos cursando juntos. Él se atrasó un poco y coincidimos desde tercero. Terminamos la carrera en Paysandú, con orientación en producción animal. Ese último año fue el mejor: con mucha práctica, mucho campo, mucho vínculo con productores”.

Porque para Milagros la veterinaria no se agota en el saber técnico. “Es una carrera muy amplia, tiene medicina, números, comunicación, pero sobre todo es un trabajo con personas. Hay que entender al productor, lo que busca, lo que necesita. Y respetar también sus tiempos, su tradición, su forma de vivir”.

Leonardo, Milagros y sus tres hijos.
Leonardo, Milagros y sus tres hijos.

Antes de ser madre trabajó en una empresa grande, con horario fijo. Pero cuando nació Jacinto —su primer hijo— todo cambió. “Tuve que dejar ese trabajo. Era imposible sostener esa rutina. Ahí empezamos a trabajar de forma independiente con Leo. Lo organizamos de forma que podamos trabajar juntos, planificar, prevenir, no estar siempre corriendo detrás de emergencias. Eso nos permitió organizarnos como familia”.

Hoy atienden productores chicos, medianos y grandes. Recorren Florida, Canelones, Lavalleja, Maldonado, Durazno. “Trabajar así nos permite involucrar a los chicos, que nos acompañen, que estén cerca de lo que hacemos. Adaptamos la familia al trabajo y el trabajo a la familia. No siempre es fácil, pero es posible”, contó.

“Mamá veterinaria”: cuando la vida se vuelve contenido

La cuenta de Instagram surgió de forma espontánea. “Cuando nació Jacinto, la gente me veía con él arriba de la camioneta, acompañándonos al campo, y me decían: ‘Tenés que mostrar esto’. Y empecé a hacerlo. Mostraba cómo trabajábamos, cómo organizábamos la rutina con un niño, después con dos, ahora con tres”.

Lo que empezó como algo informal fue creciendo. “Empezaron a escribirme chicas que estudiaban Veterinaria y me decían que pensaban dejar la carrera porque no veían cómo compatibilizarla con la maternidad. Algunas retomaron después de verme. Ahí entendí que lo que yo mostraba podía inspirar a otras mujeres. Y eso me emocionó”.

Con el tiempo, la cuenta también se volvió un canal profesional. “Mostramos lo que hacemos, los servicios que ofrecemos, cómo trabajamos. Y eso también nos ha traído clientes. Es un canal de comunicación y de conexión con gente que vive lo mismo”.

Milagros y Leo buscan transmitir a sus hijos los valores que los formaron: el respeto por la naturaleza, la importancia del esfuerzo, la convivencia familiar y el amor por el trabajo. “Salir con tres niños al campo no es fácil. Hay que llevar comida, ropa, prever mil cosas. Pero vale la pena. A ellos les encanta. Y cuando no vienen, preguntan cuándo vamos”.

Hoy viven en la ciudad por razones logísticas —“colegio, cumpleaños, deportes”— pero todos los días tienen alguna ida al campo. “Queremos que tengan su vida social, sus espacios, pero que no pierdan el vínculo con la tierra, con lo que hacemos”.

Milagros es consciente de lo que implica mostrar su vida familiar en redes sociales. “Lo conversamos con Leo. Pusimos en la balanza los riesgos, pero también el impacto positivo que tiene. Yo me cuido, me fijo quién me sigue, mantengo el perfil lo más familiar posible. Nunca recibí una crítica. La gente valora lo que mostramos, porque es real”.

El crecimiento de la cuenta también le permite trabajar con algunas marcas, siempre dentro del rubro agropecuario. “El nicho es claro: gente del campo, mujeres del rubro, estudiantes. La comunidad es muy linda. Es como una red de apoyo”.

La realidad de su día a día.

¿Qué le dirías a otras madres o veterinarias?

“Que no hay que dejar una cosa por la otra. Sí, cuesta. Requiere logística, organización, y a veces se hace cuesta arriba. Pero se puede. Hay que buscarle la vuelta, hacer las cosas por etapas. Y no conformarse: uno merece disfrutar de sus hijos y de su trabajo. No es fácil, pero es posible”.

También habla del rol de los compañeros. “Yo tengo mucha ayuda de Leo. Y lo digo: las mujeres solemos cargar con todo, y está bueno pedir ayuda, repartir tareas, explicarle al otro lo que necesitamos. Para que podamos disfrutar, no solo sobrevivir”.

Si pudieras hablar con la Milagros de 18…

“Le diría que no tenía ni idea de todo lo que iba a lograr. Que no imagine que un día iba a estar criando tres hijos, trabajando con su compañero, haciendo lo que le gusta. Que siga siendo como era: positiva, mandada, feliz. Porque la vida es eso. Hoy estamos, mañana no. Hay que disfrutar”.

No compraron casa, no tienen grandes ahorros. Pero construyeron algo más difícil de conseguir: una forma de vivir en armonía, donde el trabajo es parte de la vida, los hijos crecen en libertad y el campo es una extensión del hogar.

Milagros no solo es veterinaria. Es madre, comunicadora, emprendedora y mujer de campo. Y en cada una de sus publicaciones hay un pedazo de esa historia que decidió compartir para que otras también se animen.

Licenciada en Comunicación por la Universidad ORT (2017) y máster en Dirección de Comunicación Corporativa (2024). Desde agosto de 2020 forma parte del equipo de Rurales El País. Actualmente colabora con la revista de la Asociación Rural y produce el programa #HablemosdeAgro, que se emite los domingos por Canal 10. Además, acompaña a empresas del sector agropecuario en el diseño y la implementación de sus estrategias de comunicación. Anteriormente trabajó como periodista agropecuaria en El Observador y fue productora del programa radial Valor Agregado, en radio Carve.

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