Beltrán Aguerre nació…“hace muchos años”. Así lo dijo él. Precisamente fue en 1932 en la estancia en donde hoy vive, que además fue donde trabajó toda su vida y lo sigue haciendo hasta hoy. ¿Qué le enseñó la vida? Dos cosas: que andando a caballo se sale adelante y que hay que hacerle caso al tiempo y a las personas más inteligentes que uno.
La estancia El Arazá, de la familia Aguerre, se fundó el 21 de junio de 1932 y Beltrán nació el 17 de julio de 1932 en ese establecimiento con una partera del pueblo Cardozo, en Tacuarembó. “Más criollo que yo no hay”, contó Beltrán Aguerre a El País.
A los 12 años su padre lo envió a estudiar a Montevideo, a la Sagrada Familia. Allí estuvo siete años -los únicos que estuvo alejado del campo- y se recibió de Tenedor de Libros, lo que hoy vendría el trabajo que realiza un contador.
En 1950 volvió al campo y allí trabajó, primero, junto a su padre y hoy junto a sus hijos. En 1956 se casó con -la que él definió- “una mujer espectacular” y tuvo cuatro hijos que nacieron “por ahí cerca”, en los alrededores de Tacuarembó.
Hace 33 años que falleció su padre y desde entonces, Beltrán Aguerre se hizo cargo de una balanza muy pesada “que levanta muchos kilos”. Tras la pérdida de sus hermanas, sus sobrinos vendieron parte del campo y eso hizo más difícil las tareas porque se redujo el establecimiento. Hace tres años falleció otra hermana, y si bien el campo es cada vez más chico, “el entusiasmo está intacto”. Así, con la voluntad de levantarse a base de trabajo, la familia salió adelante.
Si bien sus hijos se encargan de administrar y trabajar el campo, Beltrán continúa ayudando en la organización y “haciendo los libros”.
La cabaña El Arazá se fundó en 1950 a sucesión de Bernardo Aguerre, abuelo de Beltrán. Su padre resolvió trabajar la cabaña por su cuenta, y cuando Beltrán terminó sus estudios fue el cabañero oficial. Desde ese momento nunca faltó a la Expo Prado.
Hace algún tiempo, El Arazá había cosechado unos 50 grandes campeones. Hoy deben ser unos cuantos más. Es una vida en el Prado y en las exposiciones del interior, que para Aguerre son más importantes porque allí se venden los carneros, allí está la clientela y la vinculación con el medio. “En Artigas, cuando participamos de las exposiciones, el 50% son amigos míos. Termino en la lona, porque estoy viejo y me canso de estar sentado conversando con amigos”, contó.
La cabaña está ubicada en Cardozo Grande, en Tacuarembó, y está destinada a la producción de reproductores Merino Australiano y Poll Merino.
Hace unos 72 años su padre decidió construir la cabaña pegada a un galpón. A pedido de su padre, Beltrán debía traer las piedras. Para cumplir con la tarea contaba con una carreta, un buey y dos hombres. “Pasamos día y noche acarreando piedras, subiendo y bajando, kilos y kilos. Cuando por fin terminamos la pared estábamos locos de contentos, pero mi padre dijo: ¡Pucha! Quedó buena, vamos a hacer otro metro más. Y a nosotros se nos cayó el mundo. Nos queríamos morir de solo pensar todas las piedras que teníamos que llevar para hacer un metro más de pared”, contó.
A pesar del esfuerzo y de la brutalidad de aquel trabajo, Aguerre no se arrepiente porque, aseguró, sirve de ejemplo para todos los que lo rodean. “El trabajo no mata a nadie. El trabajo es orgullo. Es poder seguir viviendo para contar estas cosas tan lindas de la vida. Lo hicimos con gusto. Mi padre era un hombre bárbaro; muy trabajador. Me hizo mirar el futuro con trabajo y eso me hace no tenerle miedo al futuro. Aún tengo muchas cosas por hacer”, aseguró.
Los Aguerre crían Merino (y producen Hereford) en Uruguay desde 1873, cuando Juan Aguerre vino desde Francia con sus Merino Rambouillet. Juan adquirió un campo en la Unión donde se mantuvo hasta 1877, momento en que se traslado a Rosario, Colonia. Allí nació Bernardo.
En 1886 Juan adquirió la Estancia “El Cerro”, en Cardozo Grande, y desde Rosario Don Juan Salaverry, quien ya desde Francia, trabajaba para Juan (lo hizo hasta adquirir tierras propias), y Bernardo, hijo de Juan, tropearon la majada hasta la nueva locación.
En Cardozo Grande se llego a comprar la extensión de 16.000 hectáreas, las cuales al morir Juan se dividieron entre sus 8 hijos.
Al morir Bernardo en 1925, sus hijos permanecieron trabajando juntos hasta 1932, aquí es cuando Arturo, hijo de Bernardo, da inicio a una nueva etapa en “El Arazá”.
Arturo Aguerre falleció en 1988, dejando en la familia y en el sector una huella muy importante. Arturo fue pionero en Poll Merino Australiano en Uruguay, realizando las primeras importaciones en la década de 1970. El Arazá es continuada por los hijos de Arturo y la dirección está a cargo de Beltrán Aguerre.
Desde su punto de vista, una de las claves para un correcto funcionamiento es planificar todo muy detalladamente. A propósito, contó que los ganaderos pasaron un invierno de lo más difícil, con mucha helada y mencionó la posibilidad de otro año seco, que solamente un hombre que vivió toda su vida en el campo puede reconocer sin mirar ningún pronóstico: “El clima está muy frío, seco, llueve poco… no va ser fácil zafar de la seca. Hay veces que la sequía hace morir hasta el entusiasmo de los productores”, señaló.
Tras varios minutos de conversación con Beltrán, dimos por concluida la entrevista. Nos estábamos despidiendo, cuando recordó algo que quería decirme, porque le pareció importante transmitir.
“Hay una cosa que no le dije”, comentó. “Soy blanco como hueso de bagual”, contó orgulloso.
"Nunca lo dudé", le respondí.