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Alberto González: “El secreto de Las Piedras es el trabajo”

Frigorífico Las Piedras S.A. está celebrando 40 años de trayectoria, momento que encuentra a la empresa, 100% nacional y familiar, ubicada en el liderazgo de varios rubros en un sector altamente competitivo y donde abundan los emprendimientos de capitales extranjeros. Sus propietarios, tres generaciones todas en actividad, explicaron los secretos de una firma que nació a fines de 1978, en una factoría mínima en infraestructura, y que hoy se distingue por contar con las instalaciones y las tecnologías más modernas en todas sus operaciones industriales, para destacarse tanto en exportaciones como en el abasto del mercado local.

 

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Tres generaciones. Los González: nieto, abuelo y padre, una línea de continuidad que celebra el camino transitado y asegura redoblar el esfuerzo para continuar creciendo.[/caption]

 

“No pensamos en vender, siempre hay que seguir adelante”.

José Florentino González, “Pocho” para quienes lo conocen, heredó de su padre Francisco, carnicero e impulsor para que mucha gente ingresara a la profesión, el amor por la profesión. Pero con el paso del tiempo fue seducido por otro aspecto del negocio, el matadero como se decía entonces.

“Mi padre tenía carnicerías. Ya de chico lo acompañaba a los mataderos, al Frigorífico Nacional, y siempre me gustó ese ambiente. Él me compró mi primera carnicería y, ya casado con Olga, alquilábamos y comprábamos otras. Pero mi sueño siempre estaba en tener un frigorífico. Sabía que iba a terminar en uno”, relató.

Con el tiempo, Pocho y Olga fueron propietarios de Carnicería Argentina, en Carrasco.

“Se vendía mucha carne. Nosotros la producíamos matando a façón en el Nacional o en otros mataderos. Siempre novillos, siempre buenos animales. También le comprábamos a otros distribuidores. Y así volví a estar en ese ambiente, en el de los frigoríficos, que tanto me gustaba”, continuó.

El salto que pudieron dar fue adquirir Industrial Pando (IPSA), un matadero habilitado para cerdos y terneros, y con el paso del tiempo e inversiones la planta fue habilitada para faenar vacunos adultos.

“A fines de los 70 se remataba en forma judicial Frimasur. Fuimos con Olga y, tras una dura puja con otro interesado, llegué con el pique hasta donde sabía que podía llegar, pero nos superaron en la oferta. Fue Olguita quien me convenció de hacer una más y así fue que nos quedamos con la planta”, relató.

Aquel pequeño matadero, con una sola y pequeña cámara de frío, fue el inicio de Frigorífico Las Piedras S.A. que comenzó rápidamente a hacer abasto, luego fue habilitado para exportar a Brasil y más tarde a otros mercados, mientras fue mejorando su infraestructura.

“Tuve la suerte de que me acompañara mucha gente que había trabajado conmigo en Carnicería Argentina o en IPSA. Hasta sumé algunos jubilados del Frigorífico Nacional a quienes conocía. Hoy todavía quedan hijos de aquellos primeros trabajadores en nuestro personal”.

Al preguntársele si valió la pena tanto esfuerzo, González dice que sí. “Gracias a Dios, el tema del frigorífico le ha gustado tanto a mi hijo como a mi nieto. Para tener un frigorífico hay que querer mucho a la carne. Hay que poner mucha pasión a lo que se hace. La carne es un alimento noble y hay que cuidarlo, mejorarlo...”

“Siempre pensé y pienso en cómo mejorar la empresa, en incorporar lo más nuevo, lo que nos lleve a seguir creciendo. Ese fin siempre lo perseguimos con Olguita y se lo pudimos inculcar a Alberto y a Alejandro”, dijo emocionado al recordar a su fallecida esposa. “Es que ella siempre fue un puntal para mí y la familia”.

Hablando del futuro de la empresa, de esta suerte de catedral que construyó, afirmó que “de ninguna manera dejaría el frigorífico. Mi hijo y mi nieto me respaldan. Nunca se los pregunté, pero estoy seguro que ellos tampoco quieren dejarlo.

No pensamos en vender, sino en seguir adelante. A pesar de las dificultades, de que siempre hay muchas piedritas en el camino, sabemos que hay que seguir adelante. Y así vamos”.

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CARLOS PAZOS

Las Piedras es la planta que más novillos procesa cada año y la que más abastece al mercado local.

“Si se tiene un sueño hay que mantenerlo y luchar para conseguirlo...”

“Pienso en el futuro y muchas ideas vienen a mi cabeza. No nos toca un partido fácil, pues la industria cárnica es muy sensible al pensamiento popular y el mundo, los mercados y los consumidores, avanzan a pasos agigantados con mayores exigencias. Hoy el consumidor final exige saber dónde y cómo es procesada la carne que compra. Uruguay es el único país en el mundo que puede hacerlo gracias a la ley de trazabilidad individual, lo que representa una gran ventaja comparativa. De todas formas, todos los eslabones de la cadena, desde los productores hasta las plantas frigoríficas y las autoridades, debemos seguir innovando y explotando las cualidades de la carne uruguaya”.

Alejandro González tiene 25 años, es economista y ya conoce todos los ámbitos de la empresa familiar. Hizo su carrera mientras en paralelo asistía al ingreso de hacienda o a la faena, y se metía en los temas contables y comerciales. Asistió ya a varias ferias internacionales en Europa y Asia en representación de la firma.

“Debemos seguir trabajando en una mejor inserción internacional. Como empresa tenemos que continuar con todo lo hecho en calidad, sustentabilidad, bienestar animal, procesos, inocuidad alimenticia y transformación y estrategia comercial. Nos enorgullece y nos responsabiliza, saber que estamos a la par de las mejores plantas frigoríficas del mundo, y es nuestro objetivo que siga así por otros 40 años más. Los uruguayos debemos estar orgullosos de la carne que vemos en las vitrinas y góndolas de los comercios de nuestro país, pues créanme es la mejor del mundo”, afirmó.

Los desafíos “para los que me estoy preparando desde el día en que empecé a formar parte del equipo de Las Piedras, representan un gran reto. También me motivan a seguir luchando e innovando, a continuar vistiendo con orgullo la camiseta de Las Piedras y, más que nada, a seguir por el camino que mi familia transita hace ya 89 años, cuando mi bisabuelo llego a este país y comenzó a trabajar en una carnicería en la calle Misiones”.

Cuando se le consulta sobre cómo estima que se presentará el futuro de la empresa y del negocio, dijo que hay que considerar una vieja receta.

“Hay que mirar en nuestro pasado. Me refiero a nuestro ADN. Mis abuelos me demostraron que si se tiene un sueño, hay que protegerlo y trabajar día a día para conseguirlo. No importa que a veces la vida te dé en la cabeza con un ladrillo. Estoy convencido que el amor por lo hacemos es lo que nos define y nos ayudará a mantenernos siempre juntos y a flote. Si queremos seguir haciendo de Las Piedras una empresa líder y vanguardista, debemos trabajar como lo hacemos desde el inicio: con amor, pasión, humildad y por sobre todo, con mucho esmero y perseverancia”.

A su criterio, los buenos resultados son fruto de varias circunstancias.

“Si hay algo que he aprendido es que es vital rodearse de gente que comparta nuestra visión, ambición y pasión por el trabajo. Un buen asado comienza con un buen productor que busca la mejor genética, un consignatario que le da el mejor valor a esa genética y un trabajador, como cada uno de los 900 que formamos parte del equipo de Las Piedras, que lo trabaje con amor y dedicación. ¿Cuál es el denominador común que lleva al éxito? Luchar por hacer realidad nuestros sueños y levantarnos del suelo tantas veces como sea necesario”.

Más allá de los logros, está convencido de que lo mejor está aún por llegar.

“Los González como equipo, pero más que nada como familia, vamos a seguir pensando en grande, vamos a seguir apostando en grande, pues esto es lo que sabemos y amamos hacer”.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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