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Bartesaghi: “Primeras medidas proteccionistas de Trump generan incertidumbre en los precios y en el dólar”

El Doctor en Relaciones Internacionales analizó el impacto que podría tener el segundo mandato de Trump en la política internacional, sus consecuencias en los precios de los commodities y en el dólar, la posibilidad de Argentina de firmar un TLC con Estados Unidos, los desafíos en materia de inserción y baja de aranceles del próximo gobierno encabezado por Yamandú Orsi y la importancia de no invitar a Nicolás Maduro a su asunción

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Ignacio Bartesaghi.

—¿Cómo está viendo el inicio del 2025 en el panorama internacional?

—Lleno de incertidumbres, ¿no? Especialmente por el llamador más relevante, que tiene que ver con la asunción de Trump. Las medidas proteccionistas que evidentemente va a aplicar tendrán un impacto fuerte en el comercio internacional, asociado a los aranceles, a México, a Canadá, la continuidad de una guerra comercial con China que es probable que se expanda a otras economías como la Unión Europea u otro país asiático, así como a la propia América Latina. Aquí pueden surgir diferencias, no solo por lo discursivo, lo vimos ya con Colombia. Todo tiene que ver con esa visión de Trump de que al cerrarse va a lograr de nuevo ese “American Great Again”, que desde el punto de vista económico no coincide. Por supuesto que esto va a afectar las lógicas internacionales, como por ejemplo la importancia del multilateralismo o la legalidad. Te das cuenta que todo lo que propone Trump a nivel de proteccionismo termina yendo contra el libre comercio y la legalidad. Hay que ver cómo ese impacto se da en el fortalecimiento del dólar o no. Creo que en su momento se sobre exageró y ahora hay una perspectiva un poco más moderada. Diría que las primeras medidas de Trump en cuanto al proteccionismo y sus efectos en el dólar y la economía mundial son el punto más preocupante y de mayor incertidumbre.

—Trump lleva pocos días en el poder, ¿ya está definitivamente claro su rumbo?

—Sí, definitivamente está claro para dónde va. Esa brecha que hubo en su primera presidencia entre la retórica, entre el antes y el después de asumir, se va a achicar. Estaba previsto y esperable que en su segundo mandato, que es su último mandato además, esté dispuesto a recortar esa brecha. Estos primeros meses vamos a ver a un Trump firme en tres grandes temas: su visión general de las relaciones internacionales, y en este punto vemos cómo resolver los conflictos y su visión de los organismos internacionales, involucrando su relación de fuerza con el resto del mundo; el pilar económico comercial, donde está la guerra comercial como punto central y finalmente el tema de lo migratorio y la seguridad. En los tres pilares vamos a ver a un Trump intentando cumplir en los primeros meses de gobierno lo que anticipó en su campaña.

—¿Es real la posibilidad de un TLC de Estados Unidos con Argentina?

—Primero creo que Estados Unidos sigue mostrando un desinterés general por América Latina. América para Estados Unidos sigue siendo Cuba, México y ahora se agrega la visión de Marco Rubio con algo de Nicaragua y Venezuela. Pero después de eso, el vínculo hoy está roto con Brasil, no se prevé vínculo fuerte con Chile. No hay mucho más allá de eso. Más allá de la incomodidad que le pueda generar a Lula, la conexión mayor que hay hoy entre Estados Unidos y el Mercosur es la de Argentina. ¿Hasta dónde va a llegar la relación? Bueno, ahí hay que separar. La relación fuerte existe, sí, es muy mediática, la hemos visto todos. Eso es Milei con Trump, pero también es con Marco Rubio y con Elon Musk. No es menor. Pienso que eso puede favorecerlo para renegociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, con el apoyo de Estados Unidos. Puede verse concretado con alguna inversión importante de Estados Unidos en Argentina. Puede ser en el tema de la energía, en el litio. Pero después tenemos el TLC... ¿Hay contradicción en cerrar un TLC con Argentina cuando vos tenés una política proteccionista general? Sí, la hay. ¿Estas contradicciones son posibles en el gobierno de Trump? Sí, también. Me parece un error destapar primeramente la posibilidad del TLC, pero de darse, tendría un efecto movilizador en Argentina y el Mercosur. Si Estados Unidos le tira la posibilidad a Argentina de abrir un TLC, no parece ser razonable que Milei le pregunte a Lula si puede. No tendría que hacer lo que Uruguay tuvo que hacer cuando apareció la posibilidad de China, que es preguntar. Si Milei encuentra pareja de baile, se va a tirar a la pileta. El problema es cómo resuelve la interna del Mercosur, qué hace con la tensión con Brasil. No es tan fácil irse del Mercosur.

—¿Qué sucede con Uruguay allí?

—No debería quedarse quieto. Podría aprovechar para insistir en que el Mercosur se flexibilice, pero claro, eso sería en un gobierno de izquierda al que le costaría más seguir el ritmo de Milei, porque se verá más tentado a seguir el ritmo de Lula. Resumiendo, no es lo lógico pensar que si Estados Unidos es proteccionista busque cerrar un TLC. Ahora, por afinidad política o por favores al grupo que quiere armar Trump con algunos presidentes, podría ocurrir.

—¿Y qué sucede si Argentina dice me voy del Mercosur?

—Desaparece el Mercosur. El Mercosur es Argentina y Brasil, después están los otros. La discusión es que si esto se llega a dar, que insisto, para mí está lejos porque hay otros temas previos, el Mercosur se enfrenta a un cruce de caminos de la mayor gravedad desde su existencia.

—Parece difícil pensar que una administración de izquierda como la que ingresará a Uruguay en marzo vaya detrás de Milei en lugar de Lula...

—Lo que habría que ver es quién va a liderar la política exterior de Uruguay. Si va a tener una impronta presidencialista como tuvo Lacalle Pou, si va a ser de Cancillería, si va a ser algo compartido con Economía con la visión de Oddone... A priori, uno podría decir sin miedo a equivocarse que el Frente Amplio tiene una restricción para alinearse automáticamente a Milei, porque esa afinidad automática es con Lula. Evidentemente, esto va a separarte un poco más de Estados Unidos. Pero podemos esperar cierto pragmatismo, porque Orsi ha demostrado mucha cautela a la hora de hablar de Milei, incluso manejaron la opción de verse. Por eso veo que Orsi intenta evitar caer en una discusión que no es nuestra. Las diferencias entre Lula y Milei o entre Brasil y Argentina, que pudieran ser potenciadas por Estados Unidos o por Trump, no son un tema de Uruguay. Y eso de que Uruguay tiene que jugar un rol de mediados, tampoco es correcto. Uruguay tiene que jugar un rol de pragmatismo en las relaciones internacionales, entonces, si Argentina consigue flexibilizar el Mercosur, Uruguay tiene que subirse a eso. Porque sea Milei o porque vaya contra Lula, no podemos decir que sea bueno o malo en sí... Esa es la duda de cuál va a ser el perfil que tome la política exterior de Orsi en su próximo gobierno, algo que todavía está poco claro.

—¿Qué puede suceder con los otros frentes que este gobierno intentó abrir, llámese CPTPP o TLC con China? ¿Qué sucede con el posible acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea?

—Para el posible tratado entre Mercosur y la Unión Europea hay que dejar en claro que no depende de Uruguay. Históricamente, Uruguay ha apoyado este acuerdo junto con Paraguay, Argentina y Brasil han tenido sus reparos dependiendo de qué época fuera. Pero esto depende de Francia, de la discusión interna en Europa. Ahora, con respecto al Transpacífico o China, o a nuevos mercados, ya es una cuestión bilateral. Ahí tenemos la discusión de flexibilización. ¿Qué hará el próximo gobierno? Bueno, yo creo que le va a poner paños fríos. En el Transpacífico ya se pidió el ingreso, si bien para mí aún estamos lejos de entrar. Sigo pensando que todavía no está tan cercana esa posibilidad. Pero si ya solicitamos la adhesión, no vamos a ir para atrás. No es razonable pensar eso. Si se acepta, veremos qué se hace. Ahora, sí creo que puede cambiar el énfasis en los demás acuerdos bilaterales. ¿Se va a seguir insistiendo con el Transpacífico o sobre todo con China? Y no... Yo creo que el gobierno de Orsi no insistirá con eso porque significa flexibilizar el Mercosur, que es lo que no quiere el Frente Amplio, porque es lo que no quiere Lula. Al medio está todo el tema del Mercosur que mencionamos antes con Milei. Yo creo que todos los esfuerzos de bilateralización que Uruguay llevó adelante, es razonable pensar que pierdan un poco de énfasis. Al final la discusión sería si flexibilizar el Mercosur o no. Hay que decir también que este gobierno lo intentó sin resultados concretos, hay resultados en la apertura sanitaria y fitosanitaria pero no lo hay con la baja de aranceles. Se cerró el acuerdo con Singapur que tampoco está vigente. La administración tuvo 5 años de negociaciones, pero se va y seguimos pagando los mismos aranceles. Esa es la realidad de Uruguay, que para el sector agroindustrial es fundamental, porque justamente es el sector más protegido a nivel mundial. Entonces, donde Uruguay es más competitivo, como lo es en el agro, enfrentamos más restricciones arancelarias a nivel internacional. En los dos pilares principales hay mucho por hacer: apertura comercial con baja de aranceles y promoción en el mundo de nuestros productos.

—Con el foco puesto en el precio de los granos, ¿qué puede pasar en este contexto, tanto por situaciones estructurales como por cuestiones que refieran a la política internacional?

—Hay dos formas de analizar los precios internacionales. Una es estructural y tiene que ver con la demanda creciente y los problemas de restricción de oferta vinculados a temas geopolíticos o climáticos. Podemos decir que vamos hacia incertidumbre y caídas en algunos precios internacionales, como estamos viendo, pero las tensiones siempre generan dificultades en la propiedad de los productos. Hay una visión en el largo plazo de que los commodities van a seguir teniendo vaivenes. Ahora, la incertidumbre que propone Trump y los efectos que eso puede tener en la economía internacional, asociada fundamentalmente al dólar, lleva a que los precios internacionales tengan movimientos. Va a haber incertidumbre en los próximos meses, siempre y cuando se mantenga este escenario y no venga un nuevo conflicto, una guerra que genere un bloqueo logístico de dimensión y tengamos el producto disponible. También hay que tener en cuenta el tema climático y su impacto. Uruguay sufre mucho de esto último, entonces hay un montón de vaivenes que no se pueden manejar. Por otro lado, hay una gran cantidad de costos logísticos asociados que Uruguay todavía sigue sin discutir, con determinadas reformas necesarias para bajar los costos de producción del país. La pregunta es: si hay una gran cantidad de variables que dependen de vos, ¿por qué no las haces? Al final, hay una reforma laboral pendiente, una reforma del Estado pendiente, hay trámites asociados al comercio exterior, tasas, mucha carga burocrática y administrativa, y a eso se suma que tenemos pocos acuerdos comerciales.

—¿Hasta qué punto va a incidir la postura que tome el próximo gobierno con el tema Venezuela?

—Es clave, porque lo primero que tiene que decidir es si lo va a invitar a Maduro a la asunción o no. Yo creo que Orsi no va a invitar a Maduro a su asunción. Invitarlo sería tirar por la borda una imagen internacional de Uruguay, y además sería en los hechos, reconocer a Maduro como presidente de Venezuela, algo que todavía el Frente Amplio como fuerza política no ha hecho. Sí lo ha hecho algún actor aislado, como Juan Castillo, pero no el presidente. Creo que la recomendación del equipo más cercano de Orsi es no reconocer a Maduro y no invitarlo. Y ojo, invitarlo te aleja de los actores centrales. Porque tenés que pensar que los que reconocen a Maduro están lejos y lo hacen por otras razones, llámese Putin o China. En eso no es en lo que debe basarse Uruguay. Miren al propio Brasil, que más allá de intentar siempre tener la puerta abierta, no lo reconoce. Ni México ni Colombia reconocieron a Maduro. Entonces, ¿cómo se te ocurre invitarlo? ¿En calidad de qué lo vas a invitar? Es una trampa. Orsi cuando asuma va a ser el presidente de todos los uruguayos y tiene que dejar de lado esta discusión que tanto daño hizo adentro del propio Frente Amplio. Dictadura sí, dictadura no. Maduro sí, Maduro no.

—¿Cómo debería proceder?

— De una vez por todas dar vuelta esa página y como presidente de todos los uruguayos decir yo no reconozco a Maduro. ¿Por qué? Porque las elecciones fueron totalmente fraudulentas y lo sabe el mundo entero. Y punto final, porque hoy se transformó en un dictador. Si vos, frente a un tema tan importante, dudás, después dudas de todo y dudan de vos en todo. Uruguay es un país chico, de reglas claras y los mejores indicadores de respeto a las instituciones. Arrancar la próxima administración invitando a Maduro y reconociéndolo como presidente de Venezuela, es tirar por la borda el trabajo de años en el país.

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