Impresionan por su porte. No se han visto -hasta ahora- máquinas de este tipo en Uruguay. Cuestan US$ 7 millones cada una, pesan unas 120 toneladas y tienen unos 4.000 HP de potencia. Son 7 locomotoras de última generación, fabricadas por la empresa Stadler en España, y están destinadas a llevar la celulosa de UPM 2 al Puerto de Montevideo, trayendo (a la vuelta) químicos y otros insumos para la fábrica.
En Juanicó (Canelones) con presencia de autoridades nacionales y departamentales, la firma PorTren (que invirtió en el mencionado material rodante para dicha tarea) inauguró su centro logístico y de mantenimiento de estos gigantes, uno de los cuales hizo una demostración circulando por las nuevas vías. La empresa está integrada por Cointer (del grupo español Asvi) y la uruguaya CHR group (conocida históricamente como Christophersen). Estas dos empresas junto con la reconocida alemana DB (Deutsche Bahn) serán los operadores de la carga para UPM (bajo la firma DBCC).

Además de las locomotoras, la flota de PorTren incluye 120 vagones para pulpa y 20 vagones tanques (que llevarán los productos químicos a la planta de Paso de los Toros). Junto al centro logístico y de mantenimiento y otras infraestructuras, la inversión total del grupo es de casi U$S 100 millones. Semanalmente realizará entre 21 y 31 viajes.
Mientras, se están culminando las obras que permitirán comenzar a usar el Ferrocarril Central para llevar la celulosa de UPM 2 a Montevideo. Restan, básicamente, completar trabajos en los últimos 3 kilómetros hacia el Puerto y se trabaja contrarreloj para inaugurar antes de fin de año. La nueva planta está trabajando ya a un 80% de capacidad y por ahora envía la producción a puerto por camión.
Con el tren ese tráfico de camiones mermará, pero además se abren oportunidades logísticas para otros rubros y empresas. El trasiego de mercadería de UPM (celulosa y químicos) ocupará solo 50% de la capacidad de uso del Ferrocarril Central. El resto está abierto a otros operadores. Hay varios polos logísticos en torno al tren e incluso acopiadores de granos y otros productos del campo, que podrían usarlo con eficacia. Y también está la posibilidad del transporte de pasajeros, en particular considerando que entre Progreso y Montevideo el Ferrocarril Central tiene doble vía.
El rubro forestal sigue desplegando encadenamientos y externalidades positivas en la economía, aunque las circunstancias recientes de mercado no han sido fáciles. El precio de la celulosa bajó, aunque ahora está recuperándose y se acerca a los 600 U$S/ton. Mientras, el resto de los negocios forestales tiene un escenario más difícil: los precios externos han bajado y los mercados no se muestran tan fluidos. El precio de la madera aserrada cayó casi 30% respecto al año pasado y el de los tableros 25%. También para estos negocios contar con logística eficiente puede ser clave. Si el Ferrocarril Central tiene un buen desempeño, podría dar lugar a la renovación de otras líneas, pero eso será a largo plazo.
Hoy, la madera puede recurrir a camiones tri trenes (zorra y dos vagones) para un transporte más eficiente de los rolos. La producción agrícola pide lo mismo, aunque las autorizaciones aún no están. Tener tri trenes para transportar grano ahorraría muchos costos; por algo las forestales los usan, así como la producción agrícola en todo el mundo, incluyendo países de la región (p.e. Brasil). La buena logística ahorra costos y “acerca” las zonas productivas a los puertos. Son cuestiones de mediano y largo plazo que hay que resolver. Pero ahora, lo inmediato es levantar las cosechas de trigo y cebada, que ya comenzaron en el norte, al tiempo que se definen las áreas de soja, maíz.

Más margen.
Luego del histórico golpe que propinó la sequía en el último verano, la soja y el maíz van por la revancha. El área sojera se ubicaría en torno a 1,2 millones de hectáreas, un avance de casi 20% respecto a la última zafra, aunque persisten diferencias entre las cifras oficiales y las estimaciones de las empresas y agricultores.
El precio de la oleaginosa ha mejorado en las últimas semanas, aunque sin dar saltos abruptos. Es casi una certeza que la producción brasileña no alcanzará las estimaciones más optimistas que se realizaban hace unos meses, por los retrasos en las siembras que impuso el clima (seca en el norte y exceso de lluvia en el sur). Brasil seguirá asombrando con grandes cosechas, afirmándose como líder sojero global, pero los problemas logísticos de la última zafra y los problemas climáticos en ésta le han moderado los impulsos. Aun así, la Conab mantiene una proyección de cosecha sojera de más de 160 millones de toneladas.
Por otra parte, el informe de oferta y demanda mensual del USDA, que se divulgó esta semana, elevó la estimación de cosecha en EEUU y bajaron los precios. Los stocks globales de soja están en niveles altos (gráfica), aunque en EEUU son notoriamente más bajos (6% del consumo), lo que hace que en el mercado internacional de Chicago, haya una mayor “sensibilidad” a datos alcistas y propensión a subas.

Pero la traducción de los precios de Chicago a los valores de los puertos regionales seguramente no será tan directa y habrá (como ha sucedido en las últimas zafras) variaciones importantes en las denominadas “primas” (descuentos sobre Chicago), en especial cuando la cosecha comience a salir. Por eso, varios consultores recomiendan aprovechar los precios actuales y cerrar negocios a futuro. El negocio enfrenta -como siempre- oportunidades y desafíos. El precio del petróleo está bajando (¿bajará el gasoil?), mientras China ajusta sus protocolos de compra, exigiendo más a sus proveedores.
De las chacras al pasto.
Mientras la forestación y la agricultura se proyectan para sumar más exportaciones en el próximo año, la situación en el sector cárnico es diferente. Al tiempo que la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia comienza su trabajo para analizar el negocio de Minerva con Marfrig, los productores siguen pugnando por mejoras en los precios del ganado para faena, con el argumento de que el precio de exportación daría para pagar más.
En este contexto, en el Consejo de Salarios para el sector rural se acordaron los ajustes para julio 2023 (retroactivo) de 2,94%, y para enero próximo de 4,63%. Proyectando una inflación de 6% este año, el salario real rural en enero 2024 habrá subido 2,5% anual, quedando 3% debajo de los máximos de 2019.

Para la ganadería, es de interés comparar la evolución del costo laboral en términos de producto. De este análisis, surge que el costo del trabajo está en su máximo histórico: se precisan casi 250 kg de novillo (a la carne) para cubrir un salario nominal de peón especializado (sin considerar alimentación y vivienda). La productividad de la ganadería puede sostener eso en buena parte de los casos, aunque no en todos. El ingreso de los trabajadores rurales ha mejorado notoriamente y la calidad del empleo en el campo (por ingreso y condiciones) se compara favorablemente con otros sectores. El desafío es sostener estos avances, en momentos en que los precios retroceden y los costos suben.