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Cambio de tendencia

Lo que suceda de ahora en adelante seguirá dependiendo de las condiciones climáticas, pero a esta altura parece claro que la expectativa que había de que la relación de reposición superara este año el pico histórico de 1,47 alcanzado en setiembre de 2022 difícilmente se dé

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy

Los precios máximos de los terneros fueron muy oportunos para los criadores, porque se dieron en el pico de la zafra de ventas, pero luego se produjo una corrección a la baja de relativa importancia que, dado que no se dio en las referencias de los animales a faena, repercutió en un quiebre de la tendencia alcista en la relación de reposición.

Los terneros en las tres principales pantallas que se realizan en el país (Plaza Rural, Lote 21 y Pantalla Uruguay) promediaron US$ 2,56 el kilo en mayo, 13 centavos menos (4,7%) que en abril y 14 centavos por debajo del máximo mensual en lo que va del año (marzo), de US$ 2,70. En los primeros remates de junio se mantuvo esa corrección.

En abril se comercializaron en las mencionadas pantallas 27.823 terneros —la mayor cantidad mensual de la zafra—, que se redujo a 15.603 en mayo. Por lo tanto, no fue un crecimiento de la oferta lo que motivó la baja en el precio medio, sino los excesos hídricos que impactaron en la condición de los animales y en la capacidad de aprovechamiento de pasturas sembradas.

El pico en lo que va del año en la relación de reposición (cociente entre el precio del kilo de ternero y el del novillo a faena) se dio a principios de abril, de 1,405, de acuerdo con las referencias semanales de la Asociación de Consignatarios de Ganado (ACG). O sea, 40,5% más caro el kilo de ternero que el del novillo en pie. En la primera semana de junio, dos meses después, cayó por debajo de 1,30. Lógicamente, este quiebre de la tendencia alcista mejora la ecuación de los invernadores.

Graficas.

De no haber mediado las complicaciones climáticas mencionadas, no se hubiera producido esa corrección a la baja en el índice de reposición. Esta generación de terneros es la del entore de la sequía, por lo que es más reducida que las anteriores. El dato se sabrá cuando se procesen las declaraciones juradas con la cantidad de animales al próximo 30 de junio, pero seguramente rondará los 2,5-2,6 millones, unos 300 mil menos que el promedio de los últimos años. La demanda desde la exportación se mostró activa, lo que les dio impulso adicional a los precios. Pero las dificultades para sembrar y para aprovechar lo sembrado redujeron la demanda, con el consecuente impacto en las cotizaciones de referencia de la categoría.

Lo mismo sucedió para otras categorías de invernada. Los novillos de 1 a 2 años promediaron US$ 2,08 en mayo, por debajo del entorno de los US$ 2,20 en que se habían ubicado entre febrero y abril. Las vacas de invernada sufrieron una caída menos acentuada, pero mantuvieron la tendencia, pasando de un pico de US$ 1,57 en marzo a US$ 1,52 en mayo.

Lo que suceda de ahora en adelante seguirá dependiendo de las condiciones climáticas, pero a esta altura parece claro que la expectativa que había de que la relación de reposición superara este año el pico histórico de 1,47 alcanzado en setiembre de 2022 difícilmente se dé. La generación sigue siendo chica, pero la demanda desde las invernadas se vio resentida por la dificultad de generar forraje en un momento clave del año como es el otoño. La única forma de que ello suceda sería con un descalabre en el precio del gordo que hoy, aunque las condiciones del mercado internacional no son nada fáciles, no parece un escenario probable.

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