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Agro: ciclo y fundamentos

El dólar se está fortaleciendo a nivel global y eso incide en las finanzas y precios internacionales. Pero los mercados de productos agropecuarios tienen sus propios fundamentos de oferta y demanda, y los agronegocios uruguayos han tenido profundos avances en productividad

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Se está procesando un cambio muy significativo en la marcha de la economía global y las finanzas internacionales, con impacto directo en los mercados de productos y por lo tanto en los agronegocios. Para Uruguay -una economía relativamente pequeña y altamente dependiente de la situación de los mercados internacionales- es un asunto de primera importancia.

Son varios los factores globales en movimiento, aunque seguramente el principal es la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (su Banco Central) de aumentar la tasa de interés para combatir la inflación (gráfica). La tasa de interés es un indicador clave de la economía, pues opera como árbitro entre el ahorro -por un lado- y el consumo y la inversión, por otro. Una economía equilibrada trabaja con una tasa de interés suficientemente alta para estimular el ahorro, pero suficientemente baja como para estimular el consumo y la inversión. Saber cuál es ese nivel no es sencillo: a largo plazo la tasa de interés se debe acercar a la tasa de crecimiento estructural, pero ese dato también puede ser algo esquivo. Varios analistas internacionales estiman que la tasa de crecimiento global será menor en las próximas décadas, pero hoy las tasas suben.

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Al salir de la pandemia hubo un empuje de demanda que superó la oferta, y la inflación global comenzó a remontar, acelerada luego por la invasión rusa a Ucrania que elevó los precios de alimentos y energía. Entre otras cosas, la inflación es –precisamente- un síntoma de desbalance entre demanda y oferta, que EEUU se propone ahora reequilibrar. Sube la tasa de interés para reducir la circulación de dinero, aun a costa de afectar la actividad económica.

El aumento de la tasa de interés fortalece al dólar, la moneda dominante a nivel global. Es aquí donde empiezan a verse los primeros impactos directos en la economía uruguaya: el yuan chino se devaluó más de 10% en el último año frente al dólar; la depreciación del euro ha sido aún más aguda (20%). A la devaluación de su moneda, China agrega el serio problema que enfrenta su mercado inmobiliario, con una caída en el precio de los inmuebles de 30% en el último año, al tiempo que aún lidia con el Covid estableciendo cuarentenas, lo que golpea la actividad.

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Con este panorama, no es de extrañar que los precios de exportación de carne hayan tenido un retroceso, aunque no hay que olvidar que venían de valores máximos históricos. El desafío es ahora ver dónde quedan los nuevos puntos de equilibrio para el agronegocio cárnico, donde -además de las finanzas globales- entran en juego el clima y los competidores.

Fríos y preocupados 

Ya entrada la primavera, persisten heladas tardías que afectan los cultivos y pasturas. Pero lo más preocupante es la falta de agua: mientras la demanda atmosférica aumenta con el avance de las horas de sol, los campos van perdiendo humedad y la situación puede volverse muy complicada.

La ganadería ha desarrollado sus propios mecanismos de ajuste, a través de la alimentación estratégica y el manejo más eficiente de los rodeos, anticipando producción y faena ante restricciones climáticas. Pero es difícil evitar problemas serios si el clima se vuelve extremo. Toda la fortaleza acumulada en el ejercicio 21/22 -tanto productiva como económica- se está poniendo en juego en este nuevo ejercicio.

Y mientras Uruguay procesa está caída en los valores de la hacienda, el precio local se va acercando a los valores de sus competidores, principalmente Brasil. Nuestros vecinos norteños han tenido precios del ganado inferiores a los de Uruguay en los últimos meses y -por tanto- se muestran más competitivos en el mercado internacional, aunque también los afecta la situación en China. En cierta medida, Brasil constituye una referencia “piso” para el mercado uruguayo (gráfica).

Salto productivo

Las próximas semanas serán particularmente movidas para el sector cárnico, pero no hay que perder de vista los cambios profundos ocurridos en los últimos años, con un aumento impactante de la productividad.

En un reciente trabajo, el Ing. Agr. Esteban Montes (Plan Agropecuario) analizó la evolución de la superficie ganadera y la producción cárnica. La primera tuvo un descenso relevante por el avance de la agricultura y la forestación, en especial “perdiendo” áreas de campo de alta productividad. La producción cárnica, sin embargo, aumentó. Y cuando se cruzan ambas variables el resultado es un notable crecimiento de la productividad de carne por hectárea, de casi 50% (gráfica).

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En este avance son varios los factores explicativos. Al subir el precio de la tierra, hay un estímulo implícito a aumentar la producción de forraje por hectárea, con pasturas, fertilización y manejo. Además, la ganadería de carne es el principal consumidor de granos forrajeros, por lo que la producción cárnica tiene un fuerte complemento de energéticos extra prediales, usados estratégicamente para el mejor desempeño. Y además –como lo analizamos frecuentemente- el desempeño reproductivo y la eficiencia del stock han subido sensiblemente.

Por todo esto, más allá de las fluctuaciones coyunturales, el sector cárnico sigue robusto. Las nuevas relaciones de precio seguramente habilitarán mayores exportaciones en pie y, por otro lado, la baja en el precio de la carne puede dar una mano para bajar la inflación, luego de que fuera uno de los factores alcistas recientes. Pero lo importante, ahora, es que llueva.

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