La zafra 2023-2024 marcó un hito en la producción de soja en Uruguay, alcanzando las 3 millones de toneladas, cifra que no se registraba desde el ciclo 2016-2017. Este logro se dio en un contexto agroclimático favorable y una mejora en la productividad promedio, pero también en un escenario de desafíos comerciales. Aunque las exportaciones crecieron significativamente, alcanzando USD 1.200 millones, la fuerte concentración en pocos mercados, particularmente China, plantea riesgos para la estabilidad de las ventas externas. La dependencia del gigante asiático, sumada a sus estrictos protocolos fitosanitarios y la incertidumbre geopolítica global, podría condicionar el futuro del sector.
Según el informe de OPYPA, la superficie sembrada superó las 1,2 millones de hectáreas, impulsada por una recuperación en los niveles de productividad que alcanzaron los 2.412 kg/ha. Sin embargo, el exceso de humedad en los granos generó costos adicionales en secado y transporte, estimados en USD 50 por hectárea, afectando los márgenes de los productores. En el mercado internacional, la soja uruguaya se enfrenta a precios a la baja, influenciados por una sobreoferta global proyectada para el ciclo 2024-2025, que alcanzará un récord de 427 millones de toneladas. A nivel local, el precio promedio FOB de la soja se situó en USD 430 por tonelada, USD 100 menos que el ciclo anterior, aunque todavía superior al promedio histórico de USD 350 entre 2014 y 2020.
China sigue siendo el principal destino de las exportaciones, absorbiendo el 85% del volumen total, equivalente a 2,4 millones de toneladas. Argentina, por su parte, incrementó su participación al 9%, mientras que Egipto representó un modesto 4%. El informe destaca un cambio significativo en la dinámica comercial. Aunque las exportaciones de soja han crecido considerablemente, la fuerte concentración en pocos mercados plantea riesgos. La dependencia de China, con sus estrictos protocolos fitosanitarios, y la incertidumbre de las tensiones geopolíticas entre grandes potencias, podrían afectar la estabilidad de las exportaciones uruguayas en el futuro cercano.
Por otro lado, Uruguay ha avanzado en iniciativas para garantizar el cumplimiento de normativas internacionales más estrictas, como la nueva política de “deforestación cero” de la Unión Europea. El desarrollo del Sistema de Valor Ambiental a la Producción Agropecuaria del MGAP refuerza el posicionamiento del país como un proveedor responsable y sostenible de productos agrícolas.
A nivel industrial, el procesamiento de soja en Uruguay se incrementó durante 2024, alcanzando las 150.000 toneladas, un avance significativo frente a años anteriores. Esto generó un aumento en la oferta de harina de soja para alimentación animal, aunque el procesamiento sigue siendo limitado por la ausencia de incentivos locales, como la obligatoriedad de mezcla de biocombustibles, eliminada en 2022.
De cara al futuro, Uruguay deberá enfocarse en diversificar sus mercados, mejorar su logística para competir en precios internacionales y promover el uso de tecnologías que estabilicen la productividad del cultivo, como el riego.