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No dio ni para sacarse el poncho este año 2020.

Se define como Poncho Patria a: el poncho por excelencia, sirviendo para abrigo contra las inclemencias del tiempo; el que lleva el tropero, el carrero y todo aquel que tenga que hacer un viaje largo a través de la campaña, pues sirve contra la lluvia y es la mejor cobija para su cama.

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Milagros Herrera.

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Este año 2020 fue un largo viaje, para todos y sin excepción .Todos como cuando se  anda en el campo y se ve venir el agua, nos pusimos el poncho allá por marzo sin saber cuándo nos lo íbamos a poder sacar.

Al igual que lo hace esta prenda campera, limitamos nuestros movimientos, nos quedamos mas quietos.

En mi caso, como una forma de poner orden a través del humor, inventé las “Medidas prontas de seguridad en el marco de la supervivencia en cuarentena“  las cuales fueron leídas a mis hijos en tono militar. Me pareció una manera divertida de arrancar algo difícil para ellos que tenían de 10 y 14 años.

Medidas que dieron un parcial resultado, pero, esperado para hacerlo más fácil.

Seguimos recorriendo algunos meses de este año como si fueran grandes potreros.

Como algo que considerábamos imposible, los potreros cambiaron. Todo lo que creíamos obvio y natural ya no lo era. Como si en el potrero del arroyo ya no se encontrara el arroyo, o en el de las mangas no se encontraran las mangas. Así, la sed de los afectos y vínculos sociales tratamos de calmarla utilizando la tecnología, y las actividades las limitamos a lo mínimo sabiendo, que no teníamos estructura para trabajar como estábamos acostumbrados. Al mismo tiempo tratamos de dar ejemplo y nos preocupamos y ocupamos de los más veteranos.

Y seguimos recorriendo los meses en un trancón y sin galopear fuerte por miedo a la rodada.   Hasta que la lluvia se convirtió en llovizna, y el frio menguó lo suficiente como para tirar el poncho por los hombros y seguir con él a cuestas.

Llegando casi al final de la recorrida, porque dicen que estamos entrando en el último potrero, tener alguna certeza cambia el ánimo.

Si paramos caballo sobre el cerro mas alto y miramos para atrás,  parece cerquita el lugar de donde partimos, pero lo cierto es recorrimos campos quebrados que tienen muchos más kilómetros de los que parecen. Si, sin duda, se hizo largo.

Algunos, tristemente quedaron por el camino. Su recuerdo lo guardamos para siempre en la maleta atada a los tientos, para que nos acompañen, y podamos echar mano a lo mejor de ellos cuando toque desensillar para hacer noche. Y acostados sobre el pelego mirando al cielo, por ellos, nos volvamos a comprometer a vivir el día siguiente de la mejor manera.

Parece que llegó el momento de sacarse el poncho, pero solo para cambiarlo por el de verano, porque el sol quema y tenemos que cuidarnos. Hay que seguir recorriendo el ultimo potrero, sabiendo que el poncho de verano es más liviano, pero también, que al primer vientito  vuela y el medio bagual en el que andamos se puede espantar en cualquier momento. Asique sigamos al trancón para tener tiempo de asujetarlo.

Aprendimos mucho, medio a tientas y a veces talenteando. Aprendimos que de alguna manera tenemos la vida que queremos dentro de lo que podemos. Que depende de nosotros, pero que lo que hagamos también afecta a los demás de la manera más dura.

Que se puede seguir con el poncho puesto, pero no sin  ilusión. La ilusión de volver a ser casi lo mismo, pero mucho mejores. De que llegue el momento de guardar el pocho y más que nunca, disfrutar la vida siendo mucho más conscientes del valor que tiene ésta.

Es que el poncho no es cualquier poncho, es el poncho Patria, el que nos protege como Orientales que somos, el que llevamos en este caso y más que nunca, para protegernos a todos, ese es el sentido nacional, de  la Patria que formamos todos y cada uno de nosotros con su accionar.

Ojalá, el 2021 nos permita dejarlo guardado como un mudo testigo de lo que pasó, pero también como un recordatorio de lo que lo que somos capaces cuando nos emponchamos con El Poncho Patria.

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Pablo Mestre
Pablo Mestre

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