Representantes de diversos ministerios, la Universidad de la República, organizaciones sociales, ONG y expertos en biodiversidad se reunieron el pasado martes 27 en la Torre Ejecutiva convocados por el Comité de Especies Exóticas Invasoras. El motivo: coordinar acciones urgentes frente al avance del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), un insecto que desde 2022 amenaza las palmeras del país.
La directora nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente, Estela Delgado, explicó que la especie habría ingresado por vía acuática en ejemplares de palmeras vivas. Aunque no representa riesgos para la salud humana, su impacto en el ecosistema es severo: se trata de un escarabajo que perfora los troncos y destruye el tejido interno de las palmeras, provocando su muerte en pocas semanas si no se detecta a tiempo.

Frente a esta amenaza, el gobierno activó un plan de contingencia inicial, pero ahora se busca avanzar hacia una estrategia nacional de largo plazo. En ese marco, se definieron cinco líneas de acción prioritarias:
- Diseño de una hoja de ruta común, a través de una coordinación interinstitucional sólida.
- Elaboración de un registro nacional de datos, para contabilizar las palmeras afectadas y su distribución geográfica.
- Desarrollo de modelos predictivos, que permitan anticipar la evolución y dispersión de la plaga.
- Creación de un protocolo único de control, para unificar criterios y procedimientos en todo el territorio.
- Prevención del ingreso a ecosistemas nativos, como los palmares de Rocha, y de su expansión a otros países.
Actualmente, el picudo rojo ya se encuentra presente en ocho departamentos: Durazno, Florida, Lavalleja, Maldonado, Colonia, San José, Canelones y Montevideo.
Delgado destacó la necesidad de sumar al trabajo a los gobiernos departamentales, municipios y a la ciudadanía adulta, especialmente en la vigilancia y denuncia de ejemplares afectados. “La colaboración de la población es clave para evitar su propagación”, advirtió.
El grupo volverá a reunirse en un mes para evaluar avances y consolidar el esquema de control. La amenaza sobre los palmares no solo pone en riesgo un componente valioso del paisaje y la biodiversidad del país, sino que también podría tener consecuencias sobre el turismo y otras actividades asociadas al entorno natural.
La lucha contra el picudo rojo se convierte así en un nuevo desafío de política ambiental, que pone a prueba la capacidad del país de actuar de forma coordinada frente a una amenaza silenciosa pero letal.