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Nelson Ledesma: “La simbiosis entre ganadería y forestación es sumamente productiva”

El Ing. Agr. Nelson Ledesma, secretario de la Sociedad de Productores Forestales, se refirió a la situación actual del sector forestal en nuestro país, e hizo referencia a los beneficios de integrar la forestación con la ganadería. Ledesma dijo que “el precio de la celulosa ha caído, situándonos en los niveles más bajos de los últimos 2 años”, y aseguró que hay “expectativa en el Ministerio de Medio Ambiente”, ya que “Uruguay necesita redefinir las políticas ambientales”. Respecto de los principales desafíos, el secretario de la Sociedad de Productores Forestales dijo que “nos está faltando más inversión en los proyectos de transformación de madera, que hoy no se dan por una razón de competitividad del país”.

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Hernán T. Zorrilla.

¿Cómo viene observando la situación actual del sector forestal en nuestro país?

Estamos viendo movimientos que buscan limitar la forestación, sin una razón válida y lógica desde nuestro punto de vista, por lo que significa el sector como oportunidad de desarrollo hacia el futuro. El sector forestal, hasta el año pasado, ocupó el segundo lugar a nivel de exportaciones. Genera algo así como 25.000 puestos de trabajo, a nivel de impuestos es de los sectores que más paga por hectárea y ocupa el 6% del territorio en suelos de baja productividad, es decir, de prioridad forestal. Como sector existe una aspiración de llegar a un 9% del territorio en 30 o 40 años más, aún así siendo difícil. Si vemos el escenario internacional, Nueva Zelanda tiene un 12% y quiere seguir forestando. Respecto al resto del mundo vemos una consolidación del sector de la celulosa, y nos está faltando más inversión en los proyectos de transformación de madera, que hoy no se dan por una razón de competitividad del país. Tenemos buena calidad tanto en pino como en eucaliptus, pero transformarla a productos finales, en vez de agregarle valor, le va restando a los sucesivos eslabones de la cadena, por una cuestión de costos. Hasta no arreglar eso va a ser difícil que proyectos de transformación de madera se puedan implementar, pero es el gran desafío existente. Como oportunidades, sabemos que Uruguay es positivo en emisiones de gases de efecto invernadero y el sector forestal puede contribuir a su neutralización, y esto es importante para acuerdos a futuro como el que se puede dar con la Unión Europea. Las cuestiones ambientales están sobre la mesa y van a tener su lugar en el futuro.

¿Qué visión se tiene de parte de la Sociedad de Productores Forestales del proyecto de Cabildo Abierto?

Tenemos una visión muy crítica. Es un proyecto que busca limitar, demostrando desconocimientos y prejuicios sobre el sector forestal. Si uno analiza el primer artículo, ya se deja fuera de los suelos de prioridad forestal unas 1.200.000 hectáreas, que en muchos casos ya están plantadas y asignadas a proyectos industriales, por ejemplo en zonas de Rivera y Tacuarembó. No tiene sentido dejar afuera suelos de prioridad forestal, que además de estar plantados, tienen bajas posibilidades de explotar con otras actividades. En general pensamos que el proyecto desconoce la realidad de la forestación. Creemos que es un error, no solo para el sector forestal, sino para el país como oportunidad. El sector forestal generó el año pasado divisas por cerca de 1900 millones de dólares, sumado a las fuentes de trabajo. No es verdad que la forestación compite con la producción de alimentos, porque Uruguay tiene otros 15 o 16 millones de hectáreas donde se podrían producir alimentos y hoy no se hace por cuestiones estructurales de costos. Por más que haya incentivos o el mundo cambie, el sector forestal no va a ocupar más del 9% o 10% del área productiva del país de aquí a 30 o 40 años.

¿Qué ha sucedido con el precio de la celulosa?

Uruguay no es ajeno a lo que está pasando en el mundo. El precio de la celulosa ha caído, situándonos en los niveles más bajos de los últimos 2 años. Según estimaciones que hemos hecho con base en información que la Sociedad de Productores Forestales recibe por parte de Uruguay XXI, si se comparan los primeros 7 meses de 2019 con los primeros 7 meses de 2020, podemos ver que el volumen de exportación se incrementa en un 5%, pero ha caído el volumen de ingresos en el orden de un 30%. Eso es explicado exclusivamente por el precio de la celulosa. La pandemia ha hecho que en la mayoría de los países los colegios no funcionen, las oficinas funcionen menos, al igual que los organismos estatales, con lo cual el consumo de papel, sobre todo el papel de impresión, ha bajado mucho. Esto ha afectado a la demanda. Las plantas en el mundo siguen produciendo y son pocas las que cierran por falta de competitividad. De a poco se va regulando la oferta de celulosa, pero es un proceso que lleva meses o algunos años, por eso la oferta se ha mantenido y la demanda ha bajado mucho. Hay mucho stock en el mundo y esto ha ocasionado una baja en el precio de la celulosa. Hay papeles de uso domiciliario como las servilletas o el papel higiénico que han aumentado en su consumo, pero obviamente las plantas no pueden reconvertirse de producir papel de impresión a papeles de este tipo. La reconversión no es fácil.

En el marco de la pandemia existente, ¿qué perspectivas hay para el mercado mundial de la madera?

La incertidumbre es el primer dato que tenemos. Ha sido variada la suerte de los distintos nichos de mercado. Analizando los primeros 7 meses de 2020, en productos de madera de Uruguay y sin considerar la zona franca, hay una disminución de volumen del 8% en el nivel de exportaciones, y una disminución de ingreso en dólares del orden del 20%. En productos de remanufactura ha aumentado un 7% el volumen de lo exportado, y en ingresos ha bajado un 1%. Si se analiza la exportación de rolos de pino, por motivo de la pandemia Nueva Zelanda tuvo un tiempo de cuarentena obligatoria y se paró la producción. Esto generó un nicho para Uruguay. La pandemia generó un efecto comercial positivo ya que China tuvo que salir a buscar ese volumen. De esta forma aumentó los precios, y cuando llegan a cierto nivel Uruguay se hace competitivo y puede ingresar. Eso permitió retomar las exportaciones de pino este año. Hoy andamos más o menos en el millón de metros cúbicos sólidos, pero hemos visto una fluctuación de precios. Cuando Nueva Zelanda recompone su actividad, se transforma de nuevo en el principal proveedor de China por calidad, cercanía y competitividad. Nos empieza a desplazar de a poco porque el precio empieza a caer. Lo otro que ha pasado en ese mercado, desde 2017 cuando el pino se empezó a exportar, es que China se llevaba prácticamente el 100% de las exportaciones. Hoy surge India como una alternativa y ocupa el 30% del volumen que Uruguay está exportando. Es un mercado diferente, con mayor estabilidad en el precio pero con otras exigencias en cuanto a la cantidad de productos que hay que suministrar y los costos logísticos.

A su vez, Estados Unidos está siendo una alternativa interesante para productos remanufacturados. La actividad de pandemia y el incremento en la construcción en Estados Unidos produjo un desequilibrio en la demanda y oferta interna, y abrió posibilidades para que ingresara madera o tableros producidos por Uruguay. Para los chips es una situación opuesta: al caerse el precio de la celulosa, la actividad de los chips cayó y estimamos que en el año la caída va a rondar el 75%. No se vislumbran negocios para el resto del año.

¿Qué opinión les merece el nuevo Ministro de Medio Ambiente, Adrián Peña?

Hay expectativa del Ministerio en general, y obviamente de las personas que ocupan los cargos. Desde nuestro punto de vista, Uruguay necesita redefinir las políticas ambientales. Como sector estamos súper regulados, y nos parece bien, pero hoy un alambrado puede definir la política ambiental de un ecosistema, y racionalmente parece increíble. De un lado se puede realizar una actividad agrícola y no se necesitan permisos ambientales, pero del otro lado un forestal necesita las habilitaciones previas. Lo ideal sería definir una política ambiental para decidir qué conservar. Somos un país agroexportador, con lo cual cualquier decisión sobre temas de conservación va a afectar a la producción. Está bien, pero tenemos que poner la puntería en conservar lo que valga la pena y no generar articulados o leyes que hablen de conservación sin criterio técnico. El 90% de las empresas forestales están certificadas internacionalmente, y esos son estándares muy altos. Hay auditorías anuales donde se demuestra la sostenibilidad del sector. Esperamos que el nuevo Ministerio pueda generar esas políticas donde el sector privado trabaje en conjunto con el sector público. Para nosotros sería bienvenida esta discusión de redefinir las áreas a conservar.

Desde la Sociedad de Productores Forestales, ¿qué visión se tiene del rol que puede jugar UPM 2?

Como Sociedad de Productores Forestales, no nos metemos en el contrato entre UPM y el gobierno. Es una empresa privada que hizo su negociación. Además, esto ha generado mucha distorsión de lo que significa el proyecto en sí. Respecto del proyecto forestal, lo vemos como positivo. Hay una creencia de que Uruguay es solo celulosa, pero hay porcentajes interesantes para la producción de madera sólida, fibras para exportación y otros usos como la energía. El proyecto de UPM 2 genera una dinamización en el resto de la economía. Se dice que la planta contrata solo 200 o 300 personas, pero todo lo que necesita para funcionar no baja de 3000 o 4000 personas dedicadas a la actividad. Genera oportunidades de trabajo de calidad, ya que el sector ha demostrado que se ha tecnificado y ha levantado el estándar de calidad de trabajo. También tiene un componente de descentralización, ya que la actividad forestal está radicada en el interior del país. La gente puede seguir viviendo en el interior, desarrollándose laboral y personalmente.

¿Cómo se viene trabajando en la sinergia entre ganadería y forestación?

Se va trabajando mejor. El productor agropecuario, a través de estos 30 años que han pasado desde la ley, ha cambiado su foco. Al inicio veía a la forestación como un competidor en la producción. Hoy se ha dado cuenta, y la ciencia lo respalda, que la simbiosis entre ganadería y forestación es sumamente productiva para ambas partes. La parte ganadera se beneficia del abrigo y la sombra que dan los bosques, y a todo eso lo transforma en carne. Para el sector forestal, permite mantener las áreas verdes con menos pasturas, obteniendo un beneficio para disminuir el riesgo de incendio y logrando mayor productividad en un campo donde se hacen las dos actividades. Hay también una oportunidad con el carbono, ya que la forestación puede ayudar a neutralizar los gases de efecto invernadero. La exigencia ambiental en los futuros acuerdos que Uruguay firme puede ser una medida no arancelaria, pero va a estar sobre la mesa.

¿Cuáles son los principales desafíos de la forestación en Uruguay hacia adelante?

En primer lugar, la posibilidad de generar inversiones en la transformación secundaria de madera, como pueden ser los aserraderos, las plantas de remanufactura o las plantas de tablero, que lamentablemente por problemas de competitividad hoy no es viable. Tenemos una materia prima de excelencia, dicho por extranjeros que visitan nuestros bosques. Hoy exportamos materia prima por una cuestión estructural de competitividad. Es difícil acceder a mercados de gran consumo y de buenos precios, si no agregamos valor de una forma competitiva. En segundo lugar, tenemos que seguir investigando en productos derivados del bosque, como puede ser la producción de aceites y combustibles a través de la madera. La nano celulosa por ejemplo, tiene muchos usos nuevos, y debemos invertir en tecnología porque puede ser otro nicho de mercado. También existe la fibra de carbono obtenida de componentes de la madera, que tiene mucho potencial. Vemos que el mundo tiende hacia la sustitución de materiales provenientes de la industria petroquímica por usos de fibras naturales, y la madera tiene un potencial enorme de futuro en el mediano y largo plazo.

 

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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