El país está atravesando uno de los inviernos más fríos de los últimos años, y los trigos, cebadas y colzas también lo vienen sintiendo. Si a esto sumamos las complicaciones que hubo al momento de la siembra, con cosechas de verano extremadamente demoradas, sobrecosto de los trabajos, chacras rotas y ventanas de siembra cortas y tardías, el panorama aparece bien desafiante.
En los últimos días no solamente subieron en algo las temperaturas, dejando atrás aquellos días con termómetros que se acercaban al cero o incluso rompían esa barrera y heladas fuertes que pintaban de blanco los campos al amanecer, sino que también llegaron algunas precipitaciones en distintos puntos del país. Si bien fueron escasas en muchos lugares, ayudaron a darle un empuje interesante a los cultivos.
Estas lluvias permitieron activar algo del nitrógeno aplicado en el suelo y el estado general de las chacras mejoró. Por su parte, los fríos intensos y las heladas de las últimas semanas tuvieron su afectación, no solo con perjuicio desde el punto de vista productivo, sino enlenteciendo de forma importante el desarrollo de los cultivos.
La colza ha sido el más perjudicado de esta zafra. Con un precio que en la semana osciló entorno a los US$ 450, el negocio marca una situación realmente distinta a la de un par de zafras atrás, cuando los valores en casos se acercaron incluso a los US$ 700. A esto se debe agregar que es el cultivo que se siembra más temprano, y en un año con tantos inconvenientes climáticos seguramente tuvo más contratiempos, con chacras que no se instalaron del todo bien y otras que finalmente se sembraron de trigo o cebada.
Para las gramíneas de invierno por su parte, tradicionales en la agricultura uruguaya, el panorama es distinto. El trigo volverá a ser el principal cultivo en superficie, superando incluso el área del año pasado, y se espera que la cebada supere las 200.000 hectáreas.
Las lluvias y el ascenso de las temperaturas favorecieron las chacras y entusiasman al productor con el potencial.