El sector vitivinícola nacional ha experimentado un importante crecimiento en los últimos años.
Probablemente impulsado de forma aún más importante desde la pandemia a esta parte, con el empujón del enoturismo nacional, las distintas bodegas situadas en nuestro país han puesto sus máximos esfuerzos en producir vinos de calidad que rayen en los estándares más altos de los más importantes certámenes del mundo.
A su vez, los veranos secos que hemos venido experimentando, entregan el clima ideal que la vid necesita en esta etapa del cultivo, ya que no es que la uva necesite clima seco, pero sí necesita ausencia de lluvias excesivas en verano por aspectos sanitarios de relevancia.
Por tanto, un verano como el que estamos atravesando aparece como más desafiante para la producción.
En términos generales, los viñedos vienen con buenos desarrollos, y si bien las lluvias han estado por encima del promedio los controles han sido exitosos, especialmente aquellos para patógenos, sobre todo hongos.
Se han necesitado algunos tratamientos más que el año pasado, pero las plantas en general respondieron bien a la salida de la sequía anterior.
“Hay brotaciones buenas, salvo excepciones de viñedos que quedaron demasiado deteriorados”, expresó Sebastián Ariano, productor vitivinícola uruguayo.
Si bien no se pretende llegar a niveles extraordinarios, se espera que la cosecha tenga buenos volúmenes.
En cuanto a la sanidad, todavía quedan dos o tres meses para las cosechas y el clima se ha presentado muy inestable.
“La vid está entrando en el envero, que es donde cambia el color del grano, y si bien se hace menos sensible a algunas enfermedades hay otras que se presentan con mayor potencia, como las podredumbres del racimo”, expresó Ariano.
Con certeza, comienza la etapa del partido donde se juega la calidad, ya que el rendimiento en kilos está.
Es importante que no se presenten entonces granizos ni tormentas fuertes.