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País de Guasqueros 2023

Conozca a los protagonistas de la edición 2023

Milagros Herrera

Podría como otras veces, escribir una introducción para presentarles a Carlos y Daniel, pero en esta oportunidad voy a convocar a Don José Larralde para que, a través de su recitado “Pa usted”, nos aclare la mirada y nos recuerde que: “Esos, esos también son criollos, compañero…”.

Pa usted, señor
Pa usted que sabe tanto
Pa usted que cuando
Llega a una fiesta
De esas fiestas
Gloriosas de mi tierra
O simplemente
Una doma que le llaman
Y que de doma señor
No tiene nada
Porque el que sabe
Le llama jineteada

Pa usted, pa usted
Y pa muchos que
Pa probar a un criollo
Quieren hacerlo
Al volcao de una pialada
O al vellaquear
De un mancarrón mañero
Acostumbrado a que
El hombre clave guampas

A usted quiero
Aclararle la mirada
Le vi'a decir nomás
De cosas que conozco
De lo que me han contado
No diré nada

Pa que vea que no
Me voy del zurco
Pa esquivar el cueverío
Y la vizcachada

Y le voy a contar
De tiempos de aura
No de aquellos tiempos
Que habrá pasado mi tata

Allá en mi pago
Está el que se le sienta la potrada
Y está el que piala
Y el que arrea
Y el que marca
Y el que en un tu
Se deja el apellido
Y el que con tientos
Teje una esperanza

Gente que el tiempo
No logrará borrarla
Porque son hombres
Puntales de mi patria

Pero en mi pago
En mi pago también
Está el que alambra
Y sin saber
Tal vez montar un flete
Monta la pala mocha
La barreta, hace maneas
California y sangra
Ese, también es criollo, compañero

También está el varón
Que haciendo hilacha
Va pechando
Una tropa leñatera

Novillada de piquillin caldenes
Con un pingo al que le llaman
Hacha!, ese
También es criollo compañero

Y hay otros que aguantan vellaqueadas
Y en el tuse de una melga bien cortada
Dejan marcas con letras de semilla
En las noches de fría tracteorada
Esos, esos también son criollos, compañero

Y está el que corta el yuyo
Y el que ordeña, y el que esquila
Y el que cura, y el que baña

El que a fragua y bigornia
Nutre el nervio
El que ama
El que aprende, el que enseña

Por oficio, por oficio
Hay miles pa nombrarle
Y van todos trenzados
Con el criollismo

No pretenda buscarle diferencias
Unifique, es ley de patriotismo

Es por eso
Que quiero que comprenda
Ciertas cosas
A veces duelen fiero
Yo no pialo
Pero he clavado la reja
Y soy criollo lo mesmo
Que el que muenta

Y sepa señor
Que no digo lo que digo
Porque soy maistro
O porque me sobra ciencia

Lo mesmo es criollo
El que puntea la tierra
Que el que hace
Un libro con criolla conciencia

Orgullo limpio de ser argentino
Orgullo macho de honor y decencia

Por eso señor
Pa saber le falta saber
Lo que es prudencia
Y pa aprender señor
Le sobra si tiene vergüenza.

De taxista en Buenos Aires a trabajar el cuero en Minas

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Carlos Suarez nació en Montevideo, se crió en Estación Ortiz, Lavalleja, con sus abuelos y a los 23 años se radicó en Buenos Aires, Argentina, donde formó familia y trabajó en una fábrica de zapatos. Luego, como taxi metrista en Capital Federal, hasta el 2020 cuando volvió al país. Es que “la tierra siempre tira”, asegura.

¿Cómo comenzó con el oficio?

En el campo miraba los libros del almanaque de BPS, tendría unos 11 años, y ya me gustaba. Lo primero que hice fue un sobeo que me quedó espantoso ¡parecía un alambre aquello! Luego, ya viviendo en Buenos Aires, encontré un curso que se daba en San Telmo. Lo daba un soguero muy conocido que se llama Luciano Vicenti y ahí aprendí un poco de lo que sé. Pero además era mi cable a tierra después de las largas jornadas manejando el taxímetro en la ciudad, era un remanso. A través del curso conocí a más gente vinculada al oficio y seguí aprendiendo.

Después de vivir más de 40 años en Argentina y habiendo visto los trabajos de guasquería que se hacen allá, ¿le parece que son muy distintos a los nuestros?

No. Creo que no. Tal vez allá se trabaja más con tientos finos, buscan más el detalle en la terminación. Creo que la razón es que en Argentina nunca se perdió el oficio, siempre se mantuvo y hubo gente que se encargó de eso. Por ejemplo, hay un hombre que se llama Luis Flores, que escribió mucho y enseñó mucho. Fue recopilador de estas cosas para que no se pierdan y eso lo hizo un gran maestro. La mayoría de los grandes guasqueros argentinos fueron sus alumnos.

¿Cómo continuó con el oficio en Uruguay?

Si bien seguí en contacto con los guasqueros argentinos, al tiempo de estar de vuelta en Uruguay me presentaron a Antonio Larrosa, quien me dio una gran mano, es un gran amigo. Me ayudó a seguir en el oficio, a saber dónde buscar materiales y también me invitó para participar de País de Guasqueros el año pasado. Eso fue muy bueno para mí porque conocí mucha gente, aprendí y compartí mucho del oficio. Realmente fue muy bueno para mí y espero que para los que van por primera vez este año sea lo mismo.

De taxi metrista en Buenos Aires a guasquero en Lavalleja…

Si, hoy estoy radicado en Minas y es lo que hago, el cambio de vida fue radical. Estoy muy contento, no reniego de ningún trabajo, creo que lo que uno le toca en la vida lo tiene que aceptar y hacer de la mejor manera. Hago lo que me gusta, eso es muy importante y más a mi edad, es saludable.

Convencido que, a veces, menos es más

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Daniel Beltrán nació en Montevideo, su familia tenía campo en San José, a unos 20 km al norte de la ciudad. Allí sus abuelos eran tamberos. Si bien el tambo no le gustaba, era una manera de estar en contacto con el campo y ayudar a la familia. A los 14 años entró en la Escuela Agraria y en los veranos trabajaba como peón de campo para “agarrar algún peso y experiencia, pero siempre de peón de campo, siempre pal campo, es que el caballo y la vaca es lo mío”, cuenta.

¿Cómo fue la experiencia en las Escuelas Agrarias?

La experiencia en La Carolina fue inolvidable, al punto que si me ofrecieran volver a atrás en el tiempo sería lo que le gustaría volver a vivir. Más allá de las limitaciones económicas, se pasaba buenaso y es una muy buena escuela. Sin despreciar a los que están ahora, en mi época aun estaban los viejos profesores que eran gente excelente, con mucha experiencia de trabajo. La Escuela Agraria es otro mundo, ahí se conoce gente de los 19 departamentos, que a lo largo de la vida uno los va cruzando o conoce a alguien en común, eso es muy bueno para todo.

Se puede decir que del campo sabe hacer de todo…

No sirvo pa nada, pero remedeo pa todo (risas). Hablando en serio, se hacer casi de todo, tractorear, inseminar y muchas cosas. Sin duda el caballo y la vaca es lo mío, pero eso no quita aprenda y haga de todo. Si hay caballo, hay vaca y hay ganas de aprender, hay soga. Por ahí viene mi gusto también por la guasquería.

¿Cómo empezó el oficio?

En la Agraria tenía un compañero de Guichón que trabajaba en cuero, pero no le gustaba que le preguntara mucho, después estando en Flores supe de un curso que daba Oscar Ramos, me anoté y mientras estudiaba y hacía alguna changa, hacía el curso. Después seguí aprendiendo con libros.

Me gusta leer, curiosear en la lectura porque guarda lo que se va perdiendo. Solo pensar que el libro “Trenzas Gauchas” es de 1924, un libro de cabecera para cualquiera que guste de la guasquería, sigue tan vigente como casi 100 años atrás, da la idea de su importancia. La realidad y la práctica están en el campo, así que se complementan muy bien.

¿Qué es lo que más le gusta hacer en cuero?

Lo que más me gusta hacer es preparar cuero. Llegó un momento donde me di cuenta que el material es todo y ahí hay que volver para atrás, para arrancar con el mejor material posible. Con el paso del tiempo, cuando uno empieza a conocer otros trabajos, se da cuenta que el mejor trabajo no es el que es más cargado de costuras y corredores, sino el que está mejor preparado el cuero, porque luce más, aunque tenga solo una costura sencilla. Si el material es bueno y está bien preparado se aplica el dicho de que “a veces menos es más”.

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