Los problemas y novedades permanentes que van surgiendo en torno al caso Conexión Ganadera, han puesto a la producción cárnica en el centro de las noticias, y no por buenas razones. La dimensión del caso es inaudita y la justicia está actuando a varios niveles.
El caso ha soslayado, sin embargo, el buen momento que atraviesa la cadena cárnica. Los precios del ganado para faena están en máximos de casi dos años y alcanzan niveles históricamente muy buenos. Las últimas cifras que surgen del INAC, así como las referencias que semana a semana marcan los consignatarios de ganado pone los valores entre 15 y 20% por arriba de un año atrás medidos en dólares.
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Como suele suceder muchas veces, los procesos virtuosos de desarrollo y crecimiento se basan en mejoras permanentes que se van acumulando; algunas de las cuales se concibieron hace ya mucho tiempo y otras que se suman más recientemente. En el caso de la cadena cárnica, no dejo de recordar los importantes cambios que se realizaron con el enfoque de liberalizar mercados, en los años 90. Asuntos que -es de interés decirlo- en Argentina recién ahora empiezan a incorporarse, como la habilitación para la exportación de ganado en pie. Son medidas que -más allá de su impacto inmediato- equipara la posición de las partes en toda la cadena, dan más garantías a los productores, abren los mercados y sanean la formación de precios. Es algo esencial y que debería trasladarse a otras áreas de la economía.
Luego llegaron los avances sanitarios posteriores a la crisis de la aftosa, aquella que irrumpió porque quisimos ir más rápido de lo posible (dejando de vacunar), y nos hizo retroceder varios casilleros). Uruguay retomó la vacunación y comenzó a acumular avances, año a año, abriendo diversos mercados. El estatus sanitario como país libre de aftosa con vacunación, fue clave y permitió -al menos en parte- superar las limitaciones comerciales que aún imponen la falta de acuerdos comerciales amplios y el quietismo del Mercosur.
Aún así, se ha logrado un interesante margen de maniobra en la canasta exportadora uruguaya. Hoy, a pesar de cierto afloje de la demanda China (que seguramente es el asunto que más preocupa a nivel externo), Estados Unidos tomó la posta y está liderando las compras. Con ese destino tenemos una cuota de 20.000 toneladas libre de arancel, que obviamente va camino a cumplirse y superarse, debiendo Uruguay pagar aranceles muy altos por los volúmenes que queden por encima de ese tonelaje, que son la mayoría. Por supuesto, también sigue siendo importante el mercado europeo y otras decenas de destinos secundarios, componiendo un abanico de múltiples posibilidades. Esto permite hoy que el precio medio de exportación -datos de INAC- esté ya superando los 4.700 US$/ton eq. carcasa.
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Hay también cuestiones de oferta y lo que está sucediendo en Argentina tal vez sea uno de los puntos más trascendentes: la reversión de los precios relativos en el país vecino, con un aumento de los precios internos en dólares, le impone a la exportación argentina unos costos internos muy difíciles de sobrellevar y la complica en sus ventas externas; además, la oferta interna está muy acotada después de muchos años de políticas muy negativas para la producción ganadera. Brasil sigue siendo una potencia exportadora de carne vacuna, pero está con precios elevados y compite más fuertemente en China que en los otros mercados.
Frigoríficos en problemas.
Con este escenario positivo, la pregunta surge de inmediato: ¿Cómo es entonces que hay tantos frigoríficos en problemas?. Lo importante a destacar es que no se trata de un problema sectorial, general de la cadena cárnica, sino que son casos puntuales por las circunstancias de cada empresa. Esto hay que advertirlo, porque desde ciertas miradas políticas hay una inclinación a “sistematizar” todo y ver problemas más grandes de los reales. En toda economía (y en todo sector) hay empresas que crecen, se mantienen, se achican, se crean o desaparecen. Por supuesto, hay que estar atentos a las causas, pero un “activismo político” no fundamentado puede traer más problemas que soluciones. Dicho esto, la preocupación más grave e inmediata es por los trabajadores que quedan sin empleo. Se han implementado seguros de paro especial, una ayuda valiosa pero seguramente insuficiente en la mayoría de los casos.
Yendo a los frigoríficos en dificultades, seguramente el caso más notorio es el del Frigorífico Casablanca, de Paysandú, una empresa con una trayectoria virtuosa en los últimos años, conducida por el recordado Eugenio Schneider. Es bastante obvio que su difícil situación actual es consecuencia directa de la crisis de Conexión Ganadera, no de problemas de mercado o del sector. El hecho de haber quedado expuesto a una concentración de compras de ganados que proveía el escritorio Basso, hizo que la caída de Conexión Ganadera la impactara; tiene mucho ganado por cobrar y el resto de los consignatarios han retirado la provisión, cayendo a pique la faena. Esperemos que con el concurso de acreedores que convocó la empresa (concurso voluntario) su situación se pueda re encauzar; para eso está el concurso como herramienta legal.
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El caso es especialmente complicado también por su impacto local. La pequeña población de Casablanca está hoy en vilo por el futuro del frigorífico. Es un recordatorio de lo trascendente que resulta para las localidades del caso la suerte que la agroindustria local pueda tener: cuando su desempeño es positivo y crece, enseguida los trabajadores y los servicios del pueblo en cuestión lo sienten y lo valoran. Cuando cae, la localidad lo sufre.
El caso de Frigorífico Somicar también es especial porque esta empresa venía sobrellevando problemas desde hace ya algún tiempo, no es una situación que responda a la coyuntura de mercados y menos a Conexión Ganadera. Acreedores de la planta han pedido que entre en concurso (concurso necesario), y está en proceso. Tanto Somicar como Casablanca son frigoríficos medianos en la industria, respondiendo por 1,6 y 2,1% de la faena (ver tabla).
El cese de actividades del frigorífico ovino de Paso de los Toros (Bamidal) está directamente vinculado a la crisis de Conexión Ganadera, en la medida que Gustavo Basso era su principal accionista. Representó en el último ejercicio cerca de 14% de la faena total de ovinos (Somicar representaba casi 6%). Es una mala noticia para la producción de carne ovina que necesita, precisamente, de plantas especializadas que puedan darle continuidad al procesamiento y los negocios.
La irrupción de estas situaciones y algunas otras también ha sido un sacudón imprevisto para el propio sindicato de trabajadores de la industria cárnica (FOICA). Hace poco más de dos meses se había instalado una situación de conflicto con la industria por reclamos salariales que los empresarios juzgaban fuera de fundamento; el Poder Ejecutivo laudó por decreto. Ahora el sindicato, lógicamente está preocupado por los puestos de trabajo que se pueden estar perdiendo por las situaciones descritas.
Aún con estos problemas, las principales plantas de la Industria frigorífica están trabajando y exportando. En este marco, surgió la novedad de que Minerva insiste con la compra de las tres plantas de Marfrig que había intentado antes; la novedad es que se desprendería de una para pasarla al grupo indio Allana. La posibilidad de que llegue un grupo indio de giro global y prestigio muestra a las claras el atractivo del sector cárnico uruguayo. Voceros del sector productor han reiterado su objeción porque ven -de todas maneras- un riesgo de concentración con abuso de posición dominante; será otra vez la Coprodec que deberá analizar el caso y pronunciarse