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Mejora el escenario agrícola

Se registran novedades positivas en el mercado internacional de granos, luego de varios meses de valores bajos. Se entonan los precios del trigo (y por lo tanto, de cebada) y la soja mejoró las cotizaciones. Para Uruguay, una agricultura dinámica es clave para la recuperación de la economía, en todo el territorio.

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Ing. Agr. MBA Nicolás Lussich.

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La Dirección de Estadísticas del MGAP (DIEA), divulgó los datos de la Encuesta Agrícola de Invierno, con algunas confirmaciones y algunas novedades positivas. En cultivos de verano, se confirmó la fuerte caída de la producción de soja, por efecto de la sequía. El área bajó, pero sobre todo lo hizo el rendimiento, que no alcanzó los 2.200 kg/ha promedio. Así, la producción cayó más de 800.000 toneladas, un duro golpe para todo el sector, que tiene a la soja como principal cultivo.

También es un golpe para la economía, y no tiene que ver con el Coronavirus: esas toneladas que faltan son menos fletes, embarques, dólares de ingresos. Puede estimarse que ingresarán al Uruguay unos US$ 250 millones menos por exportaciones. El dato positivo de los últimos días es que hubo una mejora en el precio: la demanda global se reactivó de la mano de China y la relación stock /consumo mundial bajaría de un máximo histórico de 33% en la última zafra a un proyectado 27% para la 2020/21, según el USDA. Brasil tuvo una cosecha récord, pero la comercializó rápidamente, de la mando de la devaluación de su moneda. Los demandantes - de ahora en más- deberán pensar en otros proveedores. En Chicago la soja parece consolidarse en los 330 U$S/ton y es posible aún una mejora adicional. Algunos analistas plantean que -con la situación actual de oferta/demanda- es razonable pensar en 350 U$S/ton. De todas formas, el conflicto entre EEUU y China no cede y le pone permanente incertidumbre a los mercados agrícolas, al menos a corto plazo.

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El maíz se defendió mejor: el rendimiento cayó pero el área subió y la producción retrocedió solo levemente. Este cultivo ha protagonizado una revolución silenciosa en Uruguay, basada en la genética: la incorporación de transgénicos resistentes a plagas y herbicidas da lugar a un manejo más ambicioso, que permite apostar a más kilos por hectárea; así, en los últimos años subieron la superficie y los rendimientos. Los avances se multiplican: los transgénicos han dado más seguridades en el combate a plagas y eso permite invertir más y mejor en fertilizantes y manejo; además, habilitaron una expansión de las siembras de segunda, que antes estaban mucho más limitadas por las plagas.

Al mismo tiempo, el maíz encontró una demanda creciente en la producción animal local. A las históricas compras del sector avícola, se sumaron la expansión del engorde de ganado vacuno a corral y el crecimiento de la producción lechera. Buena parte de ese maíz se consume en el predio o dentro de la misma empresa agrícola-ganadera, con agricultores que han incorporado en su negocio al feed-lot, propio o en sociedad. Comercializar maíz de esta forma es más fluido que la venta a acopio o exportación, que tienen exigencias de calidad mayores e implica más costos logísticos y de fletes. Se ha exportado poco maíz grano, pero mucho convertido en quesos, leche en polvo y cortes cárnicos de calidad.

La Encuesta de DIEA también divulgó la intención de siembra de cultivos de invierno, confirmando la caída en el área de trigo, que -de todos modos- no se aleja del promedio de los últimos 5 años (se estima una siembra de 217.000 hectáreas). El precio del trigo ha mejorado en las últimas semanas, con una reactivación de las compras de algunos consumidores importantes (Egipto, Jordania, Japón) y ventas de EEUU a China, lo que -junto a un aumento también a las ventas de maíz de EEUU- mejoraron el escenario. Al mismo tiempo, hubo cierto ajuste en la proyección de cosecha: la producción rusa será menor a la estimada por problemas climáticos, lo mismo que sucede en países de la UE. De todas formas, sobre el trigo sigue “pesando” el gran stock global, que limita el avance de los precios.

La que avanzó en forma contundente fue la cebada: a pesar del impacto negativo de la pandemia en el consumo de cerveza en Brasil (principal destino de la malta), la principal empresa (Ambev) aumentó la superficie y el área total de cebada superaría la 180.000 hectáreas, muy cerca del récord histórico (y muy cerca del área de trigo). La incertidumbre sobre el consumo de cerveza (y por tanto de cebada) persiste, pero -aparentemente- habría pasado el peor momento y ahora hay una recomposición, al menos parcial.

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Los expertos de marketing están por estos días trabajando intensamente para desentrañar las tendencias de consumo, que van y vienen, superponiendo comportamientos de corto plazo con las trayectorias de largo plazo. Esto vale para todos los productos, incluyendo carnes, panificados, lácteos y cerveza. En Brasil, en las primeras semanas de pandemia, el consumo de cerveza bajó, pero luego de la flexibilización de medidas se da un aumento, que algunos especialistas catalogan como “consumo revancha”, para aliviar el estrés del confinamiento y la nueva normalidad. Sin embargo, todo indica que es difícil que se vuelva pronto a los niveles previos. Hay diferencias entre productos y entre países, en un escenario de alta incertidumbre. En EE.UU., por ejemplo, hay más hábito de consumo de cerveza en el hogar, no tan así en Brasil.

Son asuntos clave para los agronegocios. En cualquier caso, los productores de cebada ya han fijado precio por casi la mitad del volumen previsto, aprovechando la mejora en las referencias internacionales (el contrato de cebada puede fijarse en base al precio del trigo en Chicago).

Trigo y cebada tienen ahora más compañía en el área de invierno: el área de colza y carinata (Brassicas) aumentó de manera impactante (más de 50% respecto al año pasado). Estas oleaginosas son una bienvenida diversificación en la agricultura; los productores han avanzado en el dominio de su manejo y esto permite una mayor estabilidad al cultivo, más allá de los lógicos vaivenes anuales. Se adapta bien a las rotaciones, permitiendo siembras de segunda tempranas. Sin embargo, son bastante diferentes en su modelo de negocio: la colza/canola se comercializa en el mercado abierto internacional (la referencia de precio es el mercado a futuros Matif, de Francia), mientras la carinata es un cultivo impulsado por una empresa (UPM) con destino a biocombustible; una decisión empresarial de largo plazo, que va más allá de los vaivenes del mercado de corto plazo.

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Más margen. Un factor favorable adicional en cultivos de invierno es el buen ritmo que hubo en las siembras, que están ya muy adelantadas: más del 90% del área proyectada ya está sembrada, en todos los cultivos. Las lluvias generaron algunas dificultades y en ciertos casos los productores tuvieron que resembrar, pero no son problemas generales. El clima ayudó, y plantar en fecha siempre rinde más kilos en cosecha.

A su vez, los costos se han moderado. El ajuste cambiario de marzo mejoró los números, en la medida que los costos fijos en pesos se cubren con menos dólares. También bajó el precio de los fertilizantes y el gasoil -al mantenerse en pesos- también bajó en dólares (gráfica), pese a que se mantiene por arriba del precio en Brasil y Argentina. La inversión en maquinaria (según el registro del estudio Carle/Andrioli) mejoró en la última zafra, luego de caer a mínimos en la zafra previa.

En síntesis, es un escenario más auspicioso, aunque no le sobra nada. Antes, con el precio de la soja en 320 U$S/ton no se lograba margen; ahora se puede seguir sembrando. SI el tiempo acompaña (y La Niña no crece), la economía podrá contar con una agricultura más dinámica.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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