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En recuperación

Las exportaciones del Uruguay con seguridad aumentarán este año, superada la sequía y con el impulso de la celulosa. Hay virtudes propias en el desempeño exportador, pero también serios problemas de competitividad.

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Las exportaciones de bienes alcanzaron los US$ 965 millones en febrero y acumulan US$ 1.871 millones en el primer bimestre, cifra 5% superior a la del mismo periodo del año pasado. Si bien los precios de varios productos importantes han bajado, se está incorporando una cosecha mucho mejor de cereales de invierno, con un aumento de casi 100% en las exportaciones de trigo y cebada, medidas en volumen. En dólares la suba fue algo inferior al 50%, por la mencionada baja en los precios.

Además, obviamente, hay más ingresos por exportaciones de celulosa, a partir de la puesta en marcha de la segunda planta de UPM. La celulosa será el principal producto de exportación de Uruguay este año, superando a la carne vacuna. Este último sector -líder histórico- está mejorando su proyección exportadora, luego de un 2023 complicado. A su vez, bajan las exportaciones de colza y se observa un retroceso apreciable en el sector lácteo debido exclusivamente a los menores precios, pues los volúmenes exportados se han mantenido en niveles similares al año pasado.

Los agronegocios son predominantes en la exportación, pero también hay sectores no agropecuarios importantes. Las exportaciones de concentrados de bebidas desde la Zona Franca de Colonia suben 24% en el bimestre, las exportaciones de vehículos avanzan 3% y las de productos farmacéuticos 12%.

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En cuanto a destinos, Brasil se mantiene como el principal, superando a China, lo que ilustra la importancia del país vecino como principal mercado de ingreso directo -sin aranceles- al estar en el Mercosur. A su vez, también refleja el retroceso que ha tenido la demanda china, si bien se están esbozando algunos indicios positivos en compras de algunos productos. En Brasil se colocan principalmente lácteos, malta y cebada, vehículos y otros productos, en un abanico bastante diversificado, lo que también es una cualidad positiva en el vínculo con el mercado vecino.

Competitividad.

La superación de la sequía permite proyectar un aumento en las exportaciones este año, en especial por la nueva planta de celulosa de UPM y la recuperación de la producción de soja, los principales productos de exportación del Uruguay, junto a la carne. En el caso de la soja, el precio lamentablemente será notoriamente inferior a lo de los años previos. Algo similar sucede en el trigo y la cebada, mientras que en el caso del arroz seguramente habrá una suba importante de la facturación por los precios récord que se están registrando en el mercado internacional.

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El Instituto Uruguay XXI proyecta que las exportaciones subirán 14% este año, quedando cerca del récord de 2022. Esto se fundamenta en exportaciones de soja que alcanzarían US$ 1.200 millones, las de carne bovina subirían 5% a US$ 2.161 millones y las de celulosa pasarían a liderar el ranking con US$ 2.550 millones por exportaciones.

Lo que sigue preocupando es la competitividad o, dicho de una manera más específica, el fuerte aumento de los costos internos que ha tenido el Uruguay medidos en dólares, con una productividad que no ha acompañado ni de cerca dicho aumento. El indicador de tipo de cambio real mantiene encendida una luz amarilla cada vez más intensa (gráfica).

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En efecto, en el dato a enero difundido por el Banco Central, la caída interanual del Tipo de Cambio Real (TCR) promedio fue del 5%, y está 16% por debajo de su nivel de 5 años atrás. En el TCR con China (clave para los agronegocios) la caída en el último año es de 11% y con Alemania 2%. Con Brasil, en cambio, el TCR mejoró 4% en el último año, pero está 16% por debajo de su nivel de hace 5 años. El atraso cambiario es notorio.

Esta situación hace que mantener los negocios sea todo un desafío, especialmente para las agroindustrias con plantillas de trabajadores relativamente importantes. A su vez, encarece el costo de las empresas de servicios que hacen el soporte a la producción en el campo y en la industria. Por si fuera poco se registró un nuevo aumento de los combustibles de un peso por litro. Esto llevó el precio de la nafta súper a 76,54 $/l, 6,5% por encima de su valor de hace un año. El gasoil pasó a 54,89 $/l, pero se mantiene 3,9% por debajo de su nivel en marzo de 2023 (las variaciones en dólares son similares, porque el dólar está casi a la misma cotización que un año atrás).

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Al analizar el panorama de competitividad, también hay que recordar que los contrarios también juegan. Un histórico competidor para el agronegocio uruguayo ha sido -obviamente- Argentina, que por los desmadres macroeconómicos de los últimos años ha quedado afectada en su capacidad de exportación. Pero esto puede cambiar si el nuevo gobierno en el país vecino logra encauzar mínimamente la economía. Esto no será de un día para el otro, en un cambio drástico, pero sí se están viendo avances por ejemplo en la capacidad exportadora de Argentina en el sector cárnico, con la habilitación de más cortes para exportar y logros -que también han sido los de Uruguay- por ejemplo en la posibilidad de exportar carne con hueso a Israel.

Mientras, Uruguay sigue restringido en su capacidad de exportación por no tener los acuerdos de libre comercio a los que legítimamente ha aspirado, pero que el Mercosur impide en tanto negocia en bloque y no tiene voluntad de apertura. Sí se ha avanzado en infraestructura, lo que también es un componente esencial de la competitividad, pero sin poder “hacerla lucir” con más acuerdos de libre comercio, los avances son acotados.

Han sido ilustrativos los comentarios de varios exportadores luego de haber participado en la Gulfood, la principal exposición agroalimentaria hoy por hoy del mundo, en Dubai. Varios empresarios han destacado el potencial de Uruguay y la interesante demanda que se está agregando en el Asia y Medio Oriente, pero advierten una y otra vez las dificultades que tiene Uruguay al momento de vender de manera competitiva.

País caro, con limitaciones de escala y pocos avances en acuerdos comerciales, no parece ser la mejor receta para un crecimiento exportador de largo plazo. Menos aún si se considera que el escenario global puede ponerse más difícil, con la permanencia de conflictos que no tienen miras de resolverse (Ucrania, Gaza) y con elecciones en EEUU con una posible victoria de Trump, que puede derivar en nuevos conflictos comerciales con China.

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