Brian Martínez Moreira salió de un pueblito de 200 habitantes que se llama Cañada del Pueblo y queda en Paysandú. Pasó por varias escuelas públicas del país y se graduó en la escuela agraria de Tacuarembó. Esta semana el joven de 21 años fue motivo de orgullo de todos los uruguayos y ocupó, merecidamente, todas las portadas de los medios porque fue seleccionado como uno de los mejores estudiantes del mundo en el concurso Global Student Prize 2023 al presentar un proyecto de digitalización de datos para el trabajo con ovinos. ¡Uruguay nomá!.
Él tiene 21 años y ahora estudia Agronomía en el campus de la Universidad ubicado en Salto. Sus padres son pequeños productores rurales a quienes el orgullo no les entra en el pecho. También es el gran ejemplo de su hermano menor.
Empezó sus estudios en la Escuela Agraria de Guaviyú y los terminó en la Agraria de Tacuarembó. Actualmente está cursando cuarto año de la carrera de Ingeniero Agrónomo en la Universidad de la República de la Universidad de la República. “Mis padres están como locos. No lo creen. En realidad toda mi familia, mis tíos, mis primos, la gente de mi pueblo se acerca y me felicitan. ‘Brian qué increíble’ ‘¿te das cuenta de lo que te ganaste y cómo llegaste?’. La verdad es que están tan orgullosos y yo más agradecido por poder compartir este momento con ellos”, contó.
El concurso Global Student Prize está dirigido a todos los estudiantes que estén inscritos en una institución académica o en un programa de formación y capacitación. Busca reconocer a jóvenes del mundo que generen un impacto y conciencia social de manera creativa.
La edición del año pasado comenzó en marzo/abril y fue por esos meses cuando Brian -incentivado por su profesora Marina Núñez- envió su formulario postulándose y respondiendo muchas, muchas preguntas sobre desarrollo, sobre su opinión de la sociedad, sobre sus estudios, sobre su escolaridad, sobre sus notas, sobre las instituciones a las que acudió, etc… Recuerda una pregunta especial, en la que se basa el concurso: “¿qué estás haciendo hoy en día y qué hiciste antes?”.
Y arrancó a contar.
Mientras realizaba el ciclo básico, en la escuela agraria de Guaviyú, entre 2015 y 2017, realizaron un proyecto llamado Yvira Ara, que trataba sobre los montes nativos.
En 2019 comenzó su primer proyecto, en la escuela Agraria de Tacuarembó, dicho proyecto trataba de una trazabilidad ovina que mediante el codigo QR ayudara al productor en la gestion Ovina y se presentaron en Ferias de Ciencia, bajo lo tutoria del profesor Robert De Souza obteniendo una mención especial del Ministerio de Educación y Cultura lo que hizo que pasaran de la feria Departamental ( Tacuarembó) a la Feria Nacional en Piriapolis. Posteriormente lograron una mención para viajar a Estados Unidos, otra para viajar a México y otra mención para Argentina. Sin embargo, con la llegada de la pandemia estos planes se frustraron. Ese año el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca sacó un concurso que se llamaba Conciencia Agropecuaria en el que debían enviar un video de 5 minutos explicando qué era la Conciencia Agropecuaria.
En 2020, con Laura Da Silva, llevaron adelante un proyecto denominado Green Agraria en tutoria de Marina Nuñez sobre cómo hacer a la escuela agraria más sustentable y amigable con el medio ambiente. Ese año les fue bastante bien, a pesar de la virtualidad que obligó la pandemia.
Obtuvieron una mención especial y lograron su pase a la Nacional en donde lograron otra mención especial, para hacer un taller de la Embajada de Estados Unidos. En ella, se seleccionaron 30 proyectos de toda la gama que se realizaron en 2020. Ese año también presentó un nuevo proyecto, llamado Diseñando el Cambio, proponiendo soluciones para la escuela agraria, sobre todo, en el tema de la accesibilidad. En 2021 llevaron su proyecto de sabiduría a la Expo Prado, mediante la UTU y a través de la Embajada de Estados Unidos, y presentaron el taller sobre sustentabilidad en la escuela agraria. Posteriormente recibió, junto a otros dos compañeros, una propuesta laboral. Los invitaron a dar un taller en un colegio privado de Tacuarembó. “Éramos profesores de ciclo básico y la materia trataba de aplicar el método científico a problemas ambientales. Ese colegio era innovador, porque se podía optar por una materia u otra, y varios alumnos eligieron nuestro taller”, contó.
Luego el joven tomó el rol de tutor en un proyecto de ciencias y tecnologia que trataba del reciclaje en el departamento, las temáticas que se desarrollaron fueron el reciclaje de yerba mate , ecoladrillos , botella de amor y colilleros .
En cuanto a la distinción la respuesta llegó en junio o julio, no lo recuerda bien. Le llegó un mail de la fundación para entrevistarlo, aunque le advirtieron que eso no significaba que estuviera dentro de los 50 mejores. La entrevista debía ser esa misma tarde o por la mañana siguiente, sin tiempo de prepararse. La reunión se desarrolló por Zoom y participaron dos muchachas: una argentina y otra chilena, y le hicieron una serie de preguntas. “Si tuvieras 5 minutos con el Ministro de Educación y Cultura y con el presidente, ¿qué les decís?. Me descolocaron”, aseguró.
A la semana siguiente lo volvieron a contactar porque notaron “inconsistencias en las respuestas”. El nuevo Zoom tenía que ser esa misma tarde. “No sé en qué habría metido la pata”, era lo único en lo que pensaba. En realidad la llamada era para informarle que estaba dentro de los 50 mejores estudiantes del mundo. “Increíble”, dijo. Sin embargo, le advirtieron que si la información llegaba filtrarse en algún medio de prensa lo eliminarían del premio porque la primicia tenía que darla la fundación. Gracias a ella, Brian pudo presentar dos proyectos más. Uno de forma individual que trata de cómo llevar la ciencia a los jóvenes rurales. Él conoció los clubes de ciencias cuando era “grande” porque en primaria no tuvo la oportunidad de estudiar ciencia y tecnología.
“Me gusta pensar que la educación es una película. Porque una película tiene tres partes bien marcadas: el inicio, el desarrollo y el final. Y la educación, es así. El título sería ‘Quiero ser ingeniero agrónomo’. El desarrollo es atravesar todas las materias y el final es cuando obtengo el título. En el desarrollo muchas veces nos frustramos, no entendemos el porqué de algunas materias, no sabemos para qué sirven, nos enojamos porque pensamos que estamos aprendiendo cosas que no nos sirven. Por eso, creo que la ciencia y la tecnología pueden ser ese mecanismo para demostrar para qué sirven las cosas mediante proyectos”, contó.
El segundo proyecto, en cual está trabajando actualmente, trata sobre cómo llevar la trazabilidad en ovinos a los productores rurales. “Es una aplicación para el celular. Tenemos una caravana que tiene un código. Se lee eso y se genera toda la información. Eso es lo que proponemos para mejorar la gestión de los productores, porque es realmente complejo”, dijo.
Es un enamorado de la ciencia y la tecnología. Por eso, a nivel profesional, le encantaría, además de desarrollar sus proyectos, ser un investigador. “Realmente es algo que me llena, me encantaría poder seguir estudiando toda la vida, no se puede ser un buen investigador si no se estudia. Quiero seguir un postgrado, una maestría, un doctorado. Me encantaría irme al exterior, tener oportunidades de hacer alguna beca en algún otro país. Me encantaría tener una influencia cada vez mayor en los clubes de ciencias y otras actividades científicas, poder seguir incentivando a los gurises de las escuelas rurales. Eso me llena mucho”, contó.
Todos sus planes los proyecta sobre el agro. “Siempre me gustó el campo y me gusta pensar cómo mejorar la calidad de vida de la población rural. Creo que son los que están un poquito más desprotegidos”, afirmó el joven.
Antes de terminar, me quedé con una duda. ¿Qué le preguntaría Brian a un ministro de Educación si pudiera mantener una charla de cinco minutos?. Antes de responder, se rió. “Excelente pregunta. Entiendo que estamos en plena reforma, y que es súper importante. Entiendo que la educación está teniendo muchísimos cambios, pero me parece que también habría que pensar en un mecanismo que funcione más a corto plazo. Porque mientras la reforma llega y se llega a tener lo que se está planteando, hay muchas generaciones que quedan esperando. Las reformas demoran mucho tiempo. Me parece que pueden haber mecanismos más cortos, como impartir talleres o tener materias de ciencia y tecnología en todas las escuelas. Mostrarles qué es y que se puede realizar”, respondió.
Y al presidente, ¿qué le pediría?. “Me parece que hay muchísimas cosas que están bien, pero creo que la población rural está todavía en falta. Hay muchos gurises que tienen ganas, que quieren, pero que se desaniman en el camino. A nivel de Presidencia estaría buenísimo si pudiéramos incluir a la población rural cada vez más; apoyar más a los gurises, facilitar los accesos. El cambio y la magnitud que puede llegar a tener eso es todavía mucho más increíble de lo que me pasó a mí”, cerró.
Objetivo: simplificar la gestión de la majada
Brian Martínez presentó el proyecto para desarrollar una aplicación para productores rurales que pretende simplificar la gestión de las ovejas. Mediante un código QR impreso, que se lee en un teléfono móvil, se registran los datos de los animales. Esto lo valoró la Fundación Varkey para el Global Student Prize 2023 como un proyecto que impactaría de manera positiva y funcional la labor con los rebaños, quedando seleccionado, tiempo después, entre los 50 mejores del mundo entre 3.851 postulados, siendo el primer uruguayo reconocido.