—¿Cómo fueron tus inicios en el sector agropecuario?
— Soy la cuarta generación de la familia vinculada al agro. De las cuatro generaciones, te diría que todas plenamente dedicadas a la ganadería con una parte apenas de agricultura, yo fui el “raro” que salí para el lado agrícola. Mi padre era ingeniero agrónomo y siempre vinculado a esto. Me incliné por esta rama, aún cuando hubo momentos algo complicados para mantenerse. Empecé a estudiar para contador, después me cambié y terminé siendo agrónomo. Me recibí en 2002. Tuve un pasaje por varias empresas agropecuarias vinculadas a la venta de agroinsumos, pero básicamente mi carrera como agrónomo la desarrollé en Fadisol, donde trabajé 15 años. En 2007, junto con un socio, creamos una empresa de servicios agropecuarios. Fue tomando un poco de volumen y hace unos 4 o 5 años me desvinculé de Fadisol para dedicarme de lleno a los servicios y la producción. Hace un par de años que ya no trabajo con mi socio, porque quedamos divididos en 2 empresas similares. A esto se suma la labor en una empresa familiar que tenemos con mi hermana y mi madre. Hemos crecido mucho en la parte productiva, y sigo con asesoramientos y administración de algunas otras empresas de la zona.
— ¿Cómo notás que fue ese cambio de la parte técnica o agronómica a la parte empresarial?
— En Fadisol empecé como técnico de la empresa y me vinculé mucho con la parte comercial. En ese mix fue que me empezó a “picar el bichito” de empezar a producir e intentar traducir en la cancha la experiencia que he logrado en estos años. De todas maneras, como te dije, siempre estuve vinculado a la empresa y la producción familiar.
— ¿Cómo estás viendo la foto actual del negocio agrícola?
— El negocio agrícola hace varios años que viene en una pequeña caída, pero en este último año se acentuó mucho con la disminución de los precios de los commodities. Esto hizo que una ecuación que venía temblando se pusiera bastante tenebrosa. Más que nada porque con los altibajos productivos que tenemos en Uruguay, que no tiene demasiada estabilidad en lo que hace a rendimientos, se necesitaba de los precios para cerrar el negocio. Ayudaban muchísimo. Cuando esa pata estructural de la ecuación se cae, te hace mucho más dependiente de lograr buenos rendimientos, y como esto se ve bastante inestable pueden generarse problemas.
— ¿Qué cultivos hacen ustedes?
— En agricultura de invierno hacemos trigo, cebada, canola, avena y raigrás, los últimos básicamente para semillero. Algunos los hacemos en doble propósito, para pastoreo. En verano hacemos básicamente soja y maíz.
— ¿Cuál sería el cultivo insignia o cómo ordenan las rotaciones?
— Insistimos bastante con el doble cultivo, básicamente porque la cohesión que nos viene dando hace muchos años es buena. Incluso en los años buenos de soja en precios, el cultivo de invierno era utilizado como una herramienta fundamental para diversificar la empresa en cuanto a riesgo. En cuanto a uso de maquinaria, de personal y en la parte financiera también. Si tuviera que ordenar los cultivos, diría eso: que nos basamos en el doble cultivo y nos gusta mucho el invierno. En verano el mayor porcentaje de área es de soja.
— ¿Cómo reparten la superficie de invierno?
— Te diría que desde 2007 hasta ahora siempre en el cultivo de invierno ha ido ganando la cebada.Lo hacemos básicamente porque la zona es tradicionalmente cebadera y siempre tuvimos mucha influencia de las malterías, así como el hecho de estar cerca del puerto de Nueva Palmira. A su vez el área de cebada está tan desarrollada en el suroeste, que cualquier planta que tengamos cercana a las chacras tiene un flete muy corto, lo que también ayuda a la ecuación del cultivo. También encontramos que logramos un plus de rendimiento sobre cebada y no tanto sobre el trigo. Si bien son pocos días los que diversifica las fechas de siembra, el trigo podíamos empezar a sembrarlo antes y cosecharlo después. Lo usamos como una herramienta fundamental de diversificación de lo que es el área de invierno, y agregamos que en estos últimos 5 o 6 años se le ha sumado la canola que también logra diversificar.
— La canola está lejos de la rentabilidad que ofrecía, especialmente en cuanto a precios, dos zafras atrás. ¿Cómo ingresa hoy en su esquema?
— Este año no tenía pensado bajar el área, a pesar de lo que se hablaba de los precios, porque consideraba que los precios, como sucede en todos los commodities, iban a tener su vaivén. Lamentablemente justo en el momento de siembra de canola, el valor estaba bastante deprimido y a muchos les hizo cambiar el plan de siembra, pero a mí me sucedió por una cuestión climática que tuve que bajar a la tercera parte. Se me hizo tarde y no quería sembrar en fechas tardías.
— ¿Has probado otros cultivos de invierno como la camelina o el lupino?
— Lupino sí probé, pero productivamente pienso que tiene varias cosas en el debe. No le encontré mucho la vuelta, pero considero que es una excelente herramienta para usar si tenés ganado. La camelina es nueva y me hubiese gustado probarla, pero no llegamos este año.
— ¿Y en verano?
— Nos centramos en maíz y soja. El sorgo, salvo que sea para algo específico o un campo demasiado marginal, no lo hacemos. Pienso que el maíz es una mejor oportunidad por el esquema de rotación que tenemos. Considero que el sorgo productivamente tiene muchas desventajas que no se han logrado equiparar con el crecimiento del maíz.
— ¿Cómo está el negocio de la soja?
— Estamos en una encrucijada, porque no tenemos mucho más que hacer. La ecuación es horrible, es difícil enfrentar el año, pero creo que el mercado tendría que dar alguna primavera de precios y poder estar en el momento justo para aprovecharlo. Si no es así, llegar a 2.500 kilos de equilibrio o más va a ser bastante complicado. No hay muchas otras opciones, las rentas se pagan con kilos y podemos aumentar o disminuir el maíz, pero la soja sigue siendo preponderante. Hay que ver el girasol, que lo estoy estudiando para ver si algo hago de segunda, pero será un área menor de todos modos.
— ¿Cómo ven la campaña de maíz?
— Mi área es toda de secano, entonces el maíz de primera es por alguna ocasión especial o porque es gran antecesor de canola. El maíz de segunda venía cobrando relevancia y el año pasado fue bueno hasta que apareció la chicharrita que se llevó muchos kilos. Con ese antecedente, este verano vamos a ver si sembramos, hacemos un área menor o esperamos.
Un buen potencial para cultivos de invierno
— ¿Cómo van evolucionando las chacras de invierno?
— Diría que es un año que viene presentándose muy bueno, con muy buenos potenciales, tanto para trigo como para cebada. Sanitariamente se ven bien, el tiempo ha permitido hacer todas las tareas correspondientes, sea de fertilizaciones como de tratamiento de fungicidas y herbicidas, así que esperamos que sea un año bueno. Todavía resta la parte más importante del partido, que es la primavera. Ahí quizás estamos al límite, sobre todo viendo el tema humedad. Los cultivos no están sufriendo, pero no puede dejar de llover, porque tenemos tan buenos potenciales de rendimiento que para mantenerlos vamos a necesitar agua. Básicamente precisamos un balance que nos permita lograr o concretar esos rendimientos potenciales que tenemos.
— Tema seguros agricolas, ¿ustedes usan?
— Sí, nosotros fuimos de las empresas que pudimos asegurar por rendimiento desde 2018 a 2022. De ahí en más hubo un retroceso enorme, porque las tarifas de los seguros se han ido a las nubes y las coberturas son muy malas. Sobre todo pienso que ha habido un retroceso en los últimos tres o cuatro años, y es increíble porque necesitamos que el productor se sienta tranquilo y realice sus labores con cierto margen de seguridad. En precios uno puede tomar coberturas, pero en seguros de rendimiento no se le ha encontrado la vuelta. El productor está totalmente expuesto a las condiciones climáticas, y si bien lógicamente tomamos los seguros tradicionales de granizo o resiembra, los de rendimiento están inaccesibles en nuestra opinión.